No sabía lo que le pasaba. Había pasado un día desde que viera a Tom y ya le extrañaba...
Había algo en él que le hacía sentirse como si hubiera encontrado algo que creía perdido. Se sentía muy feliz cuando le veía y cada vez que se volvía allí estaba Tom mirándole y sonriendo. Era como si lo presintiera y por eso se volviera, devolviéndole la sonrisa sin esfuerzo.
Hacía mucho tiempo desde la última vez que sonrió sin sentirse forzado a ello y su padre y Andreas no paraban de mirarle y preguntarle qué tal estaba.
-Osea, que si no sonrío estoy mal, y si lo hago también-estalló con Andreas cansado de su interrogatorio.
No trabajaba esa mañana pero se había quedado en la cocina a leer un poco. Le encantaba como olía siempre, a especias y salsas. Eran olores que le relajaban, pero cada vez que Andreas abría la boca era para sacarle de quicio.
-Solo quiero saber si estás bien-se defendió Andreas.
-¿Para qué? ¿Para intentarlo de nuevo?-se le escapó a Bill.
Por suerte estaban a solas en la cocina, y nadie fue testigo de la triste mirada que le dirigió Andreas.
-Sabes que no te puedo sacar de mi cabeza por mucho que lo intente-empezó a decir Andreas-Y siempre me preocuparé por ti no por ver si te puedo o no llevar a la cama, sino porque eres muy importante para mí y jamás dejarás de serlo.
-Andreas, yo...-susurró Bill consciente de que había metido la pata.
-Déjalo, no importa-cortó Andreas volviéndose.
Se concentró lo que tenía entre las manos. Preparaba una lasaña de espinacas y estaba cortando unas cabezas de ajo. No quería que la frustración que sentía en esos momentos le hiciera perder el control y se cortara un dedo. Los iba a necesitar todos para...para partirle la cara al tal Tom si volvía por el restaurante.
Era verdad que al principio bromeó con ese tema con Bill, sobre la posibilidad de que le estuviera rondando alguien. Pero solo lo hizo porque le vio tan feliz que quiso averiguar por qué, y si él sentía algo también. Y así era, no había más que verle sentado en la silla con un libro sobre la mesa sin abrir y con la mirada perdida.
"Pensará en Tom"-pensó él resoplando-"Maldito afortunado..."
Siguió con lo que estaba, era sábado y aunque de momento no había mucha gente por ser las 9 de la mañana en una hora el restaurante estaría lleno de gente hambrienta pidiendo sus famosas tortitas con nata.
Su padre había tenido que ausentarse y esa lasaña era para un cliente especial que la había encargado e iría a por ella a media mañana. Quería dejarlo todo preparado antes de ponerse a hacer tortitas a diestro y siniestro.
-¿Bill?
El aludido pestañeó y miró a su padre, que bajaba por las escaleras guardándose el móvil en el bolsillo.
-Me ha fallado uno de los camareros, se ha puesto enfermo-explicó Gordon resoplando-Otro salió ayer de viaje y yo me tengo que ir a hablar con uno de los proveedores...
-Tranquilo, que me quedó al cargo-dijo Bill de inmediato.
Suspiró y dejó el libro sobre la mesa. Subió las escaleras y se cambió de ropa poniéndose el uniforme, no sería muy apropiado que sirviera las mesas en pijama.
Se peinó el pelo en una coleta baja y aplicó un ligero maquillaje y rimel en las pestañas y bajó a sustituir a su padre. Pero cuando entró en la cocina, se había desatado el caos.
-Ha saltado de repente-decía Andreas manipulando el lavavajillas.
Logró desconectarlo y esperó hasta que pudo abrirlo. Se había roto una pieza y tendrían que llamar al técnico de inmediato.
-Papá vete que yo me encargo-dijo Bill mirando a su padre.
-Dile al técnico que se dé prisa, no podemos estar sin lavavajillas todo el día-comentó Gordon.
-Fregaremos a mano si es necesario-apuntó Bill-Cuando tenga un hueco me escapo a la cocina y voy adelantando trabajo.
Gordon asintió a regañadientes y tras despedirse de su hijo le dejó al cargo de todo el caos.
-Deja, ya llamo yo al técnico-se ofreció Andreas.
Bill asintió y se fue a ocupar su puesto tras la barra. Pues si que empezaba bien el día...
Tuvo que reconocer que sí cuando alzó la mirada y vio quien entraba por la puerta. Estaba sonriendo en esos momentos pero fue ver a Tom y su sonrisa se fue cada vez más ancha.
-Tom-le saludó muy alegre.
-Vengo a desayunar-explicó Tom tomando asiento en la barra.
-La especialidad de hoy son tortitas con natas-explicó Bill.
Tom asintió y Bill se puso manos a la obra. Se asomó a la ventanita que comunicaba con la cocina y le pidió a Andreas que le preparara un plato de tortitas. Mientras se hacían, sirvió un café y lo dejó en la barra.
-Gracias-dijo Tom sonriendo.
Bill le imitó y se fue un momento a atender a otro cliente. Mientras, Tom aprovechó y se tomó su medicación con un sorbo de café....gesto que Bill no pasó por alto.
-¿Puedo hacerte una pregunta?-preguntó acercándosele.
Tom asintió sonriendo.
-¿Estás bien?-preguntó Bill sin poderse contener.
No quería ser indiscreto pero sentía a Tom preocupado por algo y si estaba en su mano hacer algo...
-Es que te he visto tomarte algo y el otro día dijiste que te estabas medicando-se explicó algo cortado al ver que no contestaba.
-Ah...si, estoy bien-dijo Tom algo cortado también-Es por mi...corazón.
-Lo siento mucho, no era mi intención ser indiscreto-se disculpó Bill.
-Tranquilo, que no es nada-se apresuró a decir Tom-Estuve malo y ahora...me estoy recuperando.
Bill sonrió con esfuerzo, consciente de que había tocado un tema algo delicado. Escuchó que le llamaba Andreas y corrió al por el pedido de Tom, que le sirvió encantado.
-Tus tortitas-murmuró al dejárselas.
-Gracias-contestó Tom.
Sonrió a modo de respuesta y fue a atender a otro cliente bajo la atenta mirada de Tom. A esa hora había ya mucha gente y Bill los conocía muy bien, los llamaba por su nombre y les preguntaba de su vida o trabajo. Conocía a cada uno de sus clientes y todos le conocían igualmente, despidiéndose de él hasta la próxima vez y dándole recuerdos para su padre.
Cuando pudo regresar al lado de Tom vio que ya se había tomado su café y le sirvió otro gentileza de la casa.
-Bill...
-Voy papá-contestó Bill girándose.
Fue hacia donde estaba su padre, recién llegado de la calle.
-El técnico ya está con el lavavajillas y en unos minutos estará listo-explicó Bill.
-Estupendo, y tú ya te puedes ir. Yo me quedo a cargo de todo-dijo Gordon suspirando.
-No puedo, se acumulan los platos usados en la cocina, el restaurante está lleno y nos falta personal-enumeró Bill negando con la cabeza.
-Y tú ayer trabajaste toda la noche y luego tienes que incorporarte a la tarde-enumeró a su vez Gordon-Vete a descansar, no quiero que te dé algo por tu cabezonería.
-Me encuentro bien, de verdad-insistió Bill-Esta noche he dormido muy bien, y sin necesidad de la pastilla...
-Es una buena noticia, pero te quiero fuera del restaurante en un minuto-ordenó Gordon-Estamos saturados de trabajo y no quiero que caigas malo. Hazlo por mí, Bill.
No tuvo más remedio que ceder por su padre, lo último sería que cayera enfermo y su padre sufriera por él.
-Llevas todo el día de ayer y esta noche tendrás que trabajar-insistió Gordon de nuevo-Sal ahora, ve a descansar o a que te de un poco el aire. No quiero verte de vuelta hasta las 7.
-Espera que me despido al menos-dijo Bill suspirando.
Regresó a la barra y primero cobró a uno de los clientes que ya se iba antes de ir donde estaba Tom sentado.
-¿Te vas?-preguntó Tom anticipándose.
-Mi turno terminó...bueno, estaba sustituyendo a uno de los camareros que cayó enfermo-explicó Bill-Llevo desde las 7 aquí metido, mi padre tuvo que ir a hablar con uno de los proveedores y ahora me turnará él.
-Así podrás descansar-dijo Tom apiadándose de él.
-No creas, se estropeó el lavavajillas y lo están reparando-siguió Bill explicando-Los platos sucios se amontonan y no pienso irme y dejarlos sin limpiarlos.
-Si quieres te echo una mano-se ofreció Tom al momento.
Bill le miró indeciso. Primero no le conocía mucho, y segundo...lavar platos no era una tarea muy grata.
-Se me da muy bien-dijo Tom poniéndose ya en pie-Tengo un master.
Logró convencerle y que soltara una carcajada. Le caía muy bien Tom y nunca venía mal una ayuda extra, más si se la ofrecían con una amplia sonrisa...
Asintió y le hizo una señal para que le siguiera tras la barra, donde estaba su padre ya preparándose para entrar a trabajar.
-Papá-dijo parándose a su lado-Él es Tom, se ha ofrecido a echarme una mano con los platos.
-¿No te he dicho que te fueras?-preguntó Gordon.
-Es mi tiempo libre y si quiero emplearlo fregando platos lo haré encantado-contestó Bill con firmeza.
-Cabezota-murmuró Gordon resoplando.
-Tom, vamos-le llamó Bill haciéndole un gesto con la mano.
-Encantado de conocerle-murmuró Tom pasando al lado del padre.
Gordon asintió al tiempo que le dejaba pasar tras la barra, pensando en quien era ese amigo tan especial al que su hijo le acababa de presentar…
Había algo en él que le hacía sentirse como si hubiera encontrado algo que creía perdido. Se sentía muy feliz cuando le veía y cada vez que se volvía allí estaba Tom mirándole y sonriendo. Era como si lo presintiera y por eso se volviera, devolviéndole la sonrisa sin esfuerzo.
Hacía mucho tiempo desde la última vez que sonrió sin sentirse forzado a ello y su padre y Andreas no paraban de mirarle y preguntarle qué tal estaba.
-Osea, que si no sonrío estoy mal, y si lo hago también-estalló con Andreas cansado de su interrogatorio.
No trabajaba esa mañana pero se había quedado en la cocina a leer un poco. Le encantaba como olía siempre, a especias y salsas. Eran olores que le relajaban, pero cada vez que Andreas abría la boca era para sacarle de quicio.
-Solo quiero saber si estás bien-se defendió Andreas.
-¿Para qué? ¿Para intentarlo de nuevo?-se le escapó a Bill.
Por suerte estaban a solas en la cocina, y nadie fue testigo de la triste mirada que le dirigió Andreas.
-Sabes que no te puedo sacar de mi cabeza por mucho que lo intente-empezó a decir Andreas-Y siempre me preocuparé por ti no por ver si te puedo o no llevar a la cama, sino porque eres muy importante para mí y jamás dejarás de serlo.
-Andreas, yo...-susurró Bill consciente de que había metido la pata.
-Déjalo, no importa-cortó Andreas volviéndose.
Se concentró lo que tenía entre las manos. Preparaba una lasaña de espinacas y estaba cortando unas cabezas de ajo. No quería que la frustración que sentía en esos momentos le hiciera perder el control y se cortara un dedo. Los iba a necesitar todos para...para partirle la cara al tal Tom si volvía por el restaurante.
Era verdad que al principio bromeó con ese tema con Bill, sobre la posibilidad de que le estuviera rondando alguien. Pero solo lo hizo porque le vio tan feliz que quiso averiguar por qué, y si él sentía algo también. Y así era, no había más que verle sentado en la silla con un libro sobre la mesa sin abrir y con la mirada perdida.
"Pensará en Tom"-pensó él resoplando-"Maldito afortunado..."
Siguió con lo que estaba, era sábado y aunque de momento no había mucha gente por ser las 9 de la mañana en una hora el restaurante estaría lleno de gente hambrienta pidiendo sus famosas tortitas con nata.
Su padre había tenido que ausentarse y esa lasaña era para un cliente especial que la había encargado e iría a por ella a media mañana. Quería dejarlo todo preparado antes de ponerse a hacer tortitas a diestro y siniestro.
-¿Bill?
El aludido pestañeó y miró a su padre, que bajaba por las escaleras guardándose el móvil en el bolsillo.
-Me ha fallado uno de los camareros, se ha puesto enfermo-explicó Gordon resoplando-Otro salió ayer de viaje y yo me tengo que ir a hablar con uno de los proveedores...
-Tranquilo, que me quedó al cargo-dijo Bill de inmediato.
Suspiró y dejó el libro sobre la mesa. Subió las escaleras y se cambió de ropa poniéndose el uniforme, no sería muy apropiado que sirviera las mesas en pijama.
Se peinó el pelo en una coleta baja y aplicó un ligero maquillaje y rimel en las pestañas y bajó a sustituir a su padre. Pero cuando entró en la cocina, se había desatado el caos.
-Ha saltado de repente-decía Andreas manipulando el lavavajillas.
Logró desconectarlo y esperó hasta que pudo abrirlo. Se había roto una pieza y tendrían que llamar al técnico de inmediato.
-Papá vete que yo me encargo-dijo Bill mirando a su padre.
-Dile al técnico que se dé prisa, no podemos estar sin lavavajillas todo el día-comentó Gordon.
-Fregaremos a mano si es necesario-apuntó Bill-Cuando tenga un hueco me escapo a la cocina y voy adelantando trabajo.
Gordon asintió a regañadientes y tras despedirse de su hijo le dejó al cargo de todo el caos.
-Deja, ya llamo yo al técnico-se ofreció Andreas.
Bill asintió y se fue a ocupar su puesto tras la barra. Pues si que empezaba bien el día...
Tuvo que reconocer que sí cuando alzó la mirada y vio quien entraba por la puerta. Estaba sonriendo en esos momentos pero fue ver a Tom y su sonrisa se fue cada vez más ancha.
-Tom-le saludó muy alegre.
-Vengo a desayunar-explicó Tom tomando asiento en la barra.
-La especialidad de hoy son tortitas con natas-explicó Bill.
Tom asintió y Bill se puso manos a la obra. Se asomó a la ventanita que comunicaba con la cocina y le pidió a Andreas que le preparara un plato de tortitas. Mientras se hacían, sirvió un café y lo dejó en la barra.
-Gracias-dijo Tom sonriendo.
Bill le imitó y se fue un momento a atender a otro cliente. Mientras, Tom aprovechó y se tomó su medicación con un sorbo de café....gesto que Bill no pasó por alto.
-¿Puedo hacerte una pregunta?-preguntó acercándosele.
Tom asintió sonriendo.
-¿Estás bien?-preguntó Bill sin poderse contener.
No quería ser indiscreto pero sentía a Tom preocupado por algo y si estaba en su mano hacer algo...
-Es que te he visto tomarte algo y el otro día dijiste que te estabas medicando-se explicó algo cortado al ver que no contestaba.
-Ah...si, estoy bien-dijo Tom algo cortado también-Es por mi...corazón.
-Lo siento mucho, no era mi intención ser indiscreto-se disculpó Bill.
-Tranquilo, que no es nada-se apresuró a decir Tom-Estuve malo y ahora...me estoy recuperando.
Bill sonrió con esfuerzo, consciente de que había tocado un tema algo delicado. Escuchó que le llamaba Andreas y corrió al por el pedido de Tom, que le sirvió encantado.
-Tus tortitas-murmuró al dejárselas.
-Gracias-contestó Tom.
Sonrió a modo de respuesta y fue a atender a otro cliente bajo la atenta mirada de Tom. A esa hora había ya mucha gente y Bill los conocía muy bien, los llamaba por su nombre y les preguntaba de su vida o trabajo. Conocía a cada uno de sus clientes y todos le conocían igualmente, despidiéndose de él hasta la próxima vez y dándole recuerdos para su padre.
Cuando pudo regresar al lado de Tom vio que ya se había tomado su café y le sirvió otro gentileza de la casa.
-Bill...
-Voy papá-contestó Bill girándose.
Fue hacia donde estaba su padre, recién llegado de la calle.
-El técnico ya está con el lavavajillas y en unos minutos estará listo-explicó Bill.
-Estupendo, y tú ya te puedes ir. Yo me quedo a cargo de todo-dijo Gordon suspirando.
-No puedo, se acumulan los platos usados en la cocina, el restaurante está lleno y nos falta personal-enumeró Bill negando con la cabeza.
-Y tú ayer trabajaste toda la noche y luego tienes que incorporarte a la tarde-enumeró a su vez Gordon-Vete a descansar, no quiero que te dé algo por tu cabezonería.
-Me encuentro bien, de verdad-insistió Bill-Esta noche he dormido muy bien, y sin necesidad de la pastilla...
-Es una buena noticia, pero te quiero fuera del restaurante en un minuto-ordenó Gordon-Estamos saturados de trabajo y no quiero que caigas malo. Hazlo por mí, Bill.
No tuvo más remedio que ceder por su padre, lo último sería que cayera enfermo y su padre sufriera por él.
-Llevas todo el día de ayer y esta noche tendrás que trabajar-insistió Gordon de nuevo-Sal ahora, ve a descansar o a que te de un poco el aire. No quiero verte de vuelta hasta las 7.
-Espera que me despido al menos-dijo Bill suspirando.
Regresó a la barra y primero cobró a uno de los clientes que ya se iba antes de ir donde estaba Tom sentado.
-¿Te vas?-preguntó Tom anticipándose.
-Mi turno terminó...bueno, estaba sustituyendo a uno de los camareros que cayó enfermo-explicó Bill-Llevo desde las 7 aquí metido, mi padre tuvo que ir a hablar con uno de los proveedores y ahora me turnará él.
-Así podrás descansar-dijo Tom apiadándose de él.
-No creas, se estropeó el lavavajillas y lo están reparando-siguió Bill explicando-Los platos sucios se amontonan y no pienso irme y dejarlos sin limpiarlos.
-Si quieres te echo una mano-se ofreció Tom al momento.
Bill le miró indeciso. Primero no le conocía mucho, y segundo...lavar platos no era una tarea muy grata.
-Se me da muy bien-dijo Tom poniéndose ya en pie-Tengo un master.
Logró convencerle y que soltara una carcajada. Le caía muy bien Tom y nunca venía mal una ayuda extra, más si se la ofrecían con una amplia sonrisa...
Asintió y le hizo una señal para que le siguiera tras la barra, donde estaba su padre ya preparándose para entrar a trabajar.
-Papá-dijo parándose a su lado-Él es Tom, se ha ofrecido a echarme una mano con los platos.
-¿No te he dicho que te fueras?-preguntó Gordon.
-Es mi tiempo libre y si quiero emplearlo fregando platos lo haré encantado-contestó Bill con firmeza.
-Cabezota-murmuró Gordon resoplando.
-Tom, vamos-le llamó Bill haciéndole un gesto con la mano.
-Encantado de conocerle-murmuró Tom pasando al lado del padre.
Gordon asintió al tiempo que le dejaba pasar tras la barra, pensando en quien era ese amigo tan especial al que su hijo le acababa de presentar…