Nada más ver aparecer a sus padres por la puerta, no pudo evitar echarse a llorar. Su madre ya venía con las mejillas húmedas de lágrimas y a su padre le costaba aparentar normalidad. Se fundieron en un fuerte abrazo, llorando los 3 sin remedio hasta que Jörg puso algo de orden. No debían sobresaltar a su hijo, pero las emociones que sentían en esos momentos eran muy fuertes.
-Simone cariño, déjale respirar-pidió a su mujer.
Vio como le obedecía de inmediato y se sentaba en el borde de la cama donde su hijo descansaba enchufado a una gran máquina.
-Mamá, siento no haberos llamado ayer-se disculpó Tom en voz baja.
-No pasa nada, cariño-susurró Simone cogiendo la mano de su hijo-Ya estamos a tu lado, y es lo que importa.
-¿Habéis hablado ya con el doctor Listing?-preguntó Tom arrugando la frente.
-Está ocupado pero vendrá a vernos en unos minutos-explicó Jörg-Pero nos encontramos a tus amigos en la puerta y nos dijeron que te veían con mejor aspecto.
-Mejor que el que tenía ayer si-dijo Tom carraspeando-Se han quedado conmigo casi una hora y me han traído mis cosas, pero una enfermera les pidió amablemente que me dejasen descansar.
Jörg asintió suspirando, sabía que su hijo quería sentirse rodeado de la gente que le importaba, pero sus amigos solo podían irle a ver las horas de visita y no estar mucho tiempo para no agotarle demasiado.
Esperaron en silencio hasta que el doctor Listing entró por la puerta disculpándose por su tardanza. Saludó a los padres de Tom y enseguida les puso al tanto de la situación.
-Está el primero de la lista de espera-dijo Moritz con firmeza-Su caso es prioritario y en cuanto tengamos un corazón le operaremos de inmediato.
-¿Cuánto tiempo puede tardar en...tener uno?-preguntó Simone carraspeando.
Sabía con certeza que para que su hijo viviera alguien tendría que morir...y no podía evitar rezar para que sucediera cuanto antes, odiándose a sí misma por eso...
-Eso nunca se sabe-contestó Moritz suspirando-Mientras, haremos todo lo posible para que Tom se sienta bien. El marcapaso que le hemos colocado hará que su corazón no se esfuerce más de lo necesario y podrá llevar una vida relativamente normal mientras espera aquí en el hospital.
Tom asintió en silencio. Odiaba los hospitales, pero sabía que no podía esperar ese corazón que tanto necesitaba en la cama de su apartamento o en casa de sus padres. Necesitaría constante vigilancia y allí contaban con todos los medios por si empeoraba.
No habiendo más que decir, el doctor Listing les dejó para que se instalaran. Sabía que Simone Kaulizt no se pensaba separar de su hijo ni por las noches, por mucho que le prometiera que iba a estar bien vigilado y cuidado. Ya lo había previsto y había mandado instalar a su joven paciente en una habitación privada que contaba con una cama supletoria.
-Mamá, has traído equipaje para un año entero-bromeó Tom tratando de relajar el ambiente.
-No sabía que íbamos a necesitar-murmuró Simone mordiéndose el labio.
Habían tardado más de la cuenta por su culpa, no sabía cuanto tiempo iban a permanecer en el hospital y aunque vivían a media hora escasa de el no pensaba alejarse del lado de su hijo.
-¿Tú necesitas algo?-preguntó Jörg sentándose en una silla cerca de su hijo.
-No, Georg y Gustav me trajeron algunas cosas esta mañana-explicó Tom señalando la habitación.
Sobre un sofá estaba su bolsa con los objetos personales y algo de ropa que le habían metido, además de un neceser con su cepillo de dientes y pasta dentrífico. Al lado de la bolsa estaba su portátil metido en su funda, aunque dudaba que lo fuera a usar. En esos momentos no tenia ganas de nada.
Pero cambió de opinión cuando recibió la visita de todos sus amigos esa tarde, momento que sus padres aprovecharon para tomar un poco el aire y dejarlos hablar con más tranquilidad.
-Espero que te guste-dije Michelle tras saludarle con un beso en la mejilla.
Llevaba una bolsa de la mano que dio a Tom. No podía negar que le encantaban los regalos y sus amigos no le decepcionaron.
-Un cd de Sammy Deluxe... ¡firmado por é!-exclamó Tom muy emocionado-¿Cómo...?
-Lo conseguimos el mes pasado, para tu cumpleaños-explicó Michelle mirando a Mark-Pero pensamos que te lo podíamos dar ahora...para animarte, digo, no porque...
Calló bruscamente mordiéndose el labio, se sentía muy torpe y Tom la entendió a la perfección. Mejor dárselo en esos momentos, no sabían si llegaría a celebrar su 20º cumpleaños...
-Esto... ¿qué tal es la comida de aquí?-preguntó Georg cambiando de tema-Si quieres que te traigamos algo, como una pizza o una hamburguesa, nos lo dices.
-Gracias, lo tendré en cuenta-dijo Tom sonriendo a medias.
-¿No puedes pensar en otra cosa que no sea comida?-preguntó Gustav guiñándole un ojo a Georg con disimulo.
No querían ver triste a su amigo, habían ido allí para animarlo. Georg entendió su señal y al momento protestó fingiendo sentirse ofendido.
-Ya sabes que si no tengo el estómago lleno no puedo pensar con claridad-gruñó Georg en broma.
-¿Te acuerdas de la fiesta del verano pasado?-preguntó Gustav mirando a Tom-Casi nos echan porque Georg se apalancó en la cocina y arrasó la nevera.
-Ya me acuerdo-rió Tom con ganas-Dejó a una chica plantada por un plato de lasaña, y la pobre rompió a llorar desconsolada.
Todos rompieron a reír mientras seguían recordando los viejos tiempos, logrando que su amigo se animara y al final de la hora de visita quedaron en seguir hablando por el Messenger.
-Ahora mismo te instalo el ordenador-dijo Jörg cuando regresaron a la habitación.
-No pensarás pasarte toda la noche enganchado al Messenger, ¿no?-preguntó Simone negando con la cabeza.
-Solo una hora como máximo-contestó Gustav por su amigo-Si le notamos cansado, lo dejamos
Simone asintió y dejó que se despidieran su hijo y sus amigos. Luego cenaron todos juntos y mientras que él chateaba por Internet y su marido trataba de leer la prensa, se dedicó a colocar la ropa de su hijo colgándola bien de una percha. No había mucha, solo un par de pijamas de los suyos y algunas camisetas, todas anchas como él las gastaba.
También había unos vaqueros y playeras, para cuando le dieran el alta. Se mordió el labio tragándose las lágrimas al pensar que podía que ese día no llegase nunca y su hijo saliera en un ataúd del hospital…
-Simone cariño, déjale respirar-pidió a su mujer.
Vio como le obedecía de inmediato y se sentaba en el borde de la cama donde su hijo descansaba enchufado a una gran máquina.
-Mamá, siento no haberos llamado ayer-se disculpó Tom en voz baja.
-No pasa nada, cariño-susurró Simone cogiendo la mano de su hijo-Ya estamos a tu lado, y es lo que importa.
-¿Habéis hablado ya con el doctor Listing?-preguntó Tom arrugando la frente.
-Está ocupado pero vendrá a vernos en unos minutos-explicó Jörg-Pero nos encontramos a tus amigos en la puerta y nos dijeron que te veían con mejor aspecto.
-Mejor que el que tenía ayer si-dijo Tom carraspeando-Se han quedado conmigo casi una hora y me han traído mis cosas, pero una enfermera les pidió amablemente que me dejasen descansar.
Jörg asintió suspirando, sabía que su hijo quería sentirse rodeado de la gente que le importaba, pero sus amigos solo podían irle a ver las horas de visita y no estar mucho tiempo para no agotarle demasiado.
Esperaron en silencio hasta que el doctor Listing entró por la puerta disculpándose por su tardanza. Saludó a los padres de Tom y enseguida les puso al tanto de la situación.
-Está el primero de la lista de espera-dijo Moritz con firmeza-Su caso es prioritario y en cuanto tengamos un corazón le operaremos de inmediato.
-¿Cuánto tiempo puede tardar en...tener uno?-preguntó Simone carraspeando.
Sabía con certeza que para que su hijo viviera alguien tendría que morir...y no podía evitar rezar para que sucediera cuanto antes, odiándose a sí misma por eso...
-Eso nunca se sabe-contestó Moritz suspirando-Mientras, haremos todo lo posible para que Tom se sienta bien. El marcapaso que le hemos colocado hará que su corazón no se esfuerce más de lo necesario y podrá llevar una vida relativamente normal mientras espera aquí en el hospital.
Tom asintió en silencio. Odiaba los hospitales, pero sabía que no podía esperar ese corazón que tanto necesitaba en la cama de su apartamento o en casa de sus padres. Necesitaría constante vigilancia y allí contaban con todos los medios por si empeoraba.
No habiendo más que decir, el doctor Listing les dejó para que se instalaran. Sabía que Simone Kaulizt no se pensaba separar de su hijo ni por las noches, por mucho que le prometiera que iba a estar bien vigilado y cuidado. Ya lo había previsto y había mandado instalar a su joven paciente en una habitación privada que contaba con una cama supletoria.
-Mamá, has traído equipaje para un año entero-bromeó Tom tratando de relajar el ambiente.
-No sabía que íbamos a necesitar-murmuró Simone mordiéndose el labio.
Habían tardado más de la cuenta por su culpa, no sabía cuanto tiempo iban a permanecer en el hospital y aunque vivían a media hora escasa de el no pensaba alejarse del lado de su hijo.
-¿Tú necesitas algo?-preguntó Jörg sentándose en una silla cerca de su hijo.
-No, Georg y Gustav me trajeron algunas cosas esta mañana-explicó Tom señalando la habitación.
Sobre un sofá estaba su bolsa con los objetos personales y algo de ropa que le habían metido, además de un neceser con su cepillo de dientes y pasta dentrífico. Al lado de la bolsa estaba su portátil metido en su funda, aunque dudaba que lo fuera a usar. En esos momentos no tenia ganas de nada.
Pero cambió de opinión cuando recibió la visita de todos sus amigos esa tarde, momento que sus padres aprovecharon para tomar un poco el aire y dejarlos hablar con más tranquilidad.
-Espero que te guste-dije Michelle tras saludarle con un beso en la mejilla.
Llevaba una bolsa de la mano que dio a Tom. No podía negar que le encantaban los regalos y sus amigos no le decepcionaron.
-Un cd de Sammy Deluxe... ¡firmado por é!-exclamó Tom muy emocionado-¿Cómo...?
-Lo conseguimos el mes pasado, para tu cumpleaños-explicó Michelle mirando a Mark-Pero pensamos que te lo podíamos dar ahora...para animarte, digo, no porque...
Calló bruscamente mordiéndose el labio, se sentía muy torpe y Tom la entendió a la perfección. Mejor dárselo en esos momentos, no sabían si llegaría a celebrar su 20º cumpleaños...
-Esto... ¿qué tal es la comida de aquí?-preguntó Georg cambiando de tema-Si quieres que te traigamos algo, como una pizza o una hamburguesa, nos lo dices.
-Gracias, lo tendré en cuenta-dijo Tom sonriendo a medias.
-¿No puedes pensar en otra cosa que no sea comida?-preguntó Gustav guiñándole un ojo a Georg con disimulo.
No querían ver triste a su amigo, habían ido allí para animarlo. Georg entendió su señal y al momento protestó fingiendo sentirse ofendido.
-Ya sabes que si no tengo el estómago lleno no puedo pensar con claridad-gruñó Georg en broma.
-¿Te acuerdas de la fiesta del verano pasado?-preguntó Gustav mirando a Tom-Casi nos echan porque Georg se apalancó en la cocina y arrasó la nevera.
-Ya me acuerdo-rió Tom con ganas-Dejó a una chica plantada por un plato de lasaña, y la pobre rompió a llorar desconsolada.
Todos rompieron a reír mientras seguían recordando los viejos tiempos, logrando que su amigo se animara y al final de la hora de visita quedaron en seguir hablando por el Messenger.
-Ahora mismo te instalo el ordenador-dijo Jörg cuando regresaron a la habitación.
-No pensarás pasarte toda la noche enganchado al Messenger, ¿no?-preguntó Simone negando con la cabeza.
-Solo una hora como máximo-contestó Gustav por su amigo-Si le notamos cansado, lo dejamos
Simone asintió y dejó que se despidieran su hijo y sus amigos. Luego cenaron todos juntos y mientras que él chateaba por Internet y su marido trataba de leer la prensa, se dedicó a colocar la ropa de su hijo colgándola bien de una percha. No había mucha, solo un par de pijamas de los suyos y algunas camisetas, todas anchas como él las gastaba.
También había unos vaqueros y playeras, para cuando le dieran el alta. Se mordió el labio tragándose las lágrimas al pensar que podía que ese día no llegase nunca y su hijo saliera en un ataúd del hospital…