Tokio Hotel World

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^-^Dediado a todos los Aliens ^-^


    Parte I: Capitulo 16

    Alisson Kaulitz
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    Mensaje  Alisson Kaulitz Vie Ago 19, 2011 8:04 pm

    Se concentró en el trabajo relegando al fondo de su mente esa conversación de la que había sido testigo, ya tendría tiempo para aclarar las cosas con Bill...o eso pensaba...

    Le vio regresar a su puesto tras la barra y seguir atendiendo como si no hubiera pasado nada. Pero la triste expresión que tenía en la cara le delataba, ¿habían dicho algo más de lo que él no había sido testigo? ¿Habrían discutido?

    No se atrevía a preguntárselo, y tampoco tuvo ocasión de ello. El padre de Bill regresó y no lo hacía solo. Dos chicos de unos 17 años iban con él y Bill debía de conocerlos pues los saludó sonriendo con esfuerzo.

    Vio como hablaba con su padre y asintió al tiempo que le cedía su puesto tras la barra. Se puso nervioso al ver iba derecho a él, mucho se temía que su jornada de trabajo había terminado...

    -Te libero-dijo Bill sonriendo-Ha venido mi padre con refuerzos.

    -¿Más camareros?-preguntó Tom reacio a marcharse.

    -Son los hijos de unos amigos-explicó Bill por encima, sonrojándose por lo que le iba a decir a continuación-Mi padre te agradece mucho que nos hayas echado una mano y me ha pedido que te pague tu salario.

    -Oh, no hace falta-dijo Tom al momento-Lo he hecho encantado.

    -Al menos quédate a comer-pidió Bill-Llevas toda la mañana trabajando sin descanso, te mereces una buena recompensa.

    Asintió al momento, con tal de quedarse unos minutos más comería con Bill encantado. Fueron a la barra y pasaron a la cocina. Se sentó a la mesa que tenían apartada en un rincón y dese allí observó a Bill servir algo de pasta de una olla que estaba a fuego lento.

    -Tallarines con carne-explicó dejando dos platos sobre la mesa-¿Qué quieres de beber?

    -Agua, gracias-contestó Tom.

    -Es verdad...se me olvidaba que tú no...-empezó a decir Bill.

    Dejó la frase a medias y cogió dos botellas de agua de la encimera. Se sentó a su lado y le pasó una botella y un tenedor. Comieron en silencio, escuchando las voces de los camareros que cantaban los pedidos a un ocupado Andreas.

    -El padre de Andreas ha tenido que ausentarse-dijo Bill de repente-Tenía uno encargos que hacer esta mañana pero se incorporará al trabajo más tarde. Andreas está que no puede más, y hoy no es él.

    -Entiendo-murmuró Tom.

    ¿Le estaba excusando? Estaba claro que habían discutido y como si hubiera presentido que él los había escuchado, le estaba dando una explicación lógica.

    Terminaron de comer y una vez más Bill cogió unas fresas de postre. Pero antes de dejarlas sobre la mesa, se quedó mirando a Tom con firmeza.

    -¿Tienes algo que hacer?-preguntó conteniendo el aliento.

    -No, nada-contestó Tom con rapidez.

    -Estoy cansado y me gustaría subir a tumbarme un rato-le explicó resoplando-¿Me haces compañía?

    No se lo tuvo que decir dos veces, se levantó y viendo como cogía un frasco de nata de la nevera le siguió escaleras arriba.

    -¿Vives encima del restaurante?-preguntó Tom muy curioso.

    -Si, con mi padre-contestó Bill.

    Abrió la puerta del pequeño apartamento y le dejó pasar a Tom primero.

    -Es pequeño-comentó Bill a su espalda.

    -Pero las vistas son estupendas-dijo Tom acercándose a la ventana.

    -Si, jamás me cansaré de ellas-murmuró Bill suspirando.

    Esperó a que Tom se volviera y entonces se dirigió a su habitación. Le dolía la espalda y solo quería estirarse en la cama. Sintió que Tom le seguía los pasos y abriendo la puerta de su habitación entró en ella. Dejó las fresas sobre la mesilla junto con la nata y descalzándose se tumbó de espaldas suspirando en la cama.

    -Si quieres descansar...-empezó a decir Tom.

    -Quédate, por favor-le pidió Bill-Además, te falta el postre.

    Tom asintió y no viendo otro sitio donde sentarse, lo hizo en la misma cama. Cogió el bol de fresas y echó una buena cantidad de nata sobre ellas. Cogió una y se la ofreció a Bill, que la aceptó encantado.

    -Me encantan las fresas-comentó Bill suspirando.

    -Y a mí-dijo Tom imitándole.

    Se metió una en la boca y cogió otra para dársela a Bill. Nuevamente separó los labios y Tom se la acercó a ellos, sintiendo esa vez como le rozaba con la lengua la punta de sus dedos. Le encantó ese gesto...

    -Me matan los pies-gimió Bill de repente.

    Dicho y hecho, Tom dejó el bol con las fresas sobre el estómago de Bill, que se apresuró a cogerlo antes de que se cayera.

    -¿Qué haces?-preguntó Bill incorporándose.

    -Túmbate y déjame hacer-contestó Tom con firmeza.

    Antes de que pudiera impedirlo le había cogido un pie y quitado el calcetín blanco que llevaba.

    -Tom, no es necesario que...

    Dejó de protestar cuando sintió los dedos de Tom recorrerle la planta del pie. No fueron cosquillas lo que sintió...fue una sensación de bienestar que le recorrió el cuerpo de arriba abajo. Separó los labios y se le escapó un gemido incontrolado, que Tom escuchó encantado.

    Le vio recostarse en las almohadas de nuevo y cerrar los ojos sonriendo mientras que él seguía con el masaje. Sabía como hacerlo, había leído un libro sobre reflexoterapia y era un experto en ese tema. A los pocos minutos el pie derecho de Bill estaba como nuevo y empezó con el izquierdo.

    Desde donde estaba le veía apretar con las manos el bol con las fresas que aún descansaba sobre su pecho. Se quedó mirando sus manos con atención, no se había fijado en lo suaves que parecían y en sus uñas tan largas y pintadas.

    -Si sigues así me voy a quedar dormido-susurró Bill suspirando.

    -Pues...dame de comer-dijo Tom lo primero que le vino a la cabeza.

    Enseguida Bill se apresuró a obedecerle. Cogió una fresa y se la tendió. La cogió en su boca y como ya le hiciera Bill, le pasó la lengua por los dedos. Sonrió al verle abrir los ojos por la sorpresa inesperada. Se encogió de hombros y siguió con el masaje como si nada...cayendo en la cuenta de una cosa...

    Esa mañana cuando se levantó decidió ir al restaurante para aclarar las cosas con Bill, y en esos momentos se encontraba sentado en su cama masajeando sus pies....haciéndole gemir de placer...

    Se encogió de hombros de nuevo al tiempo que sonreía ampliamente. No hacía falta dejar nada claro, lo supo desde el primer momento que puso los ojos en Bill. Su corazón le pertenecía y nada ni nadie trataría de volver a separarlos...

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