Entraron en el bungalow que les había tocado y no pudieron evitar soltar los dos la misma exclamación al ver lo grande y lujoso que era. Lo único “malo” es que había una sola habitación provista de dos camas de matrimonio grande.
Pero aparte de eso, costaba con un gran salón, baño con jacuzzi incorporado, mini bar y lo mejor de todo eran las vistas. Menos en el dormitorio, grandes ventanales enmarcados con cortinas de seda blanca hacían de paredes en el bungalow, y a través de ellos podía ver el mar y percibir su aroma.
-Es como estar en el cielo-suspiró Bill estirándose ante una ventana.
Tom asintió sonriendo, se respiraba mucha paz observando el azul del mar y escuchando como las olas rompían al llegar a la orilla. Si se quedaban quietos sin moverse y con ese dulce sonido de fondo, podrían caer dormidos de inmediato.
-Bueno, hagamos algo-murmuró carraspeando.
No podía estar más tiempo observando estirarse a su hermano, alzar los brazos por encima de la cabeza haciendo que se le subiera la camiseta y mostrándole la estrella que llevaba tatuada en su cadera derecha.
-Podíamos ir un rato a la playa-dijo Bill volviéndose.
-¿No estás cansado del viaje?-preguntó Tom sin moverse del sitio.
-Si, y por el cambio de hora, pero me muero por sentir la arena bajo los pies-explicó Bill sonriendo-Además, estamos de vacaciones y me apetece divertirme un rato.
La verdad, era que Logan y sus amigos tenían pinta de ir a la playa cuando se cruzó con ellos y quería que le viera con su bañador nuevo, que se fijara un poco más en él de lo que ya lo había hecho.
-Vale, ponte el bañador mientras aviso a los demás-cedió resoplando Tom.
Le vio asentir y abrir una de sus maletas, sacando un floreado bañador de ella y encerrándose en el dormitorio con el de la mano. Se sentó en el cómodo sofá que había en el bungalow y sacando el móvil del bolsillo de su pantalón marcó el número de Gustav cerrando los ojos.
-Hey, tío, a Bill se le ha antojado ir ahora a la playa, ¿os venís?-preguntó entre dientes.
-Claro, nos vemos en 10 minutos-contestó Gustav.
Se despidió y colgó suspirando. Era poco tiempo para que estuviera preparado su hermano, se tenía que poner el bañador que no le llevaría nada, pero luego estaba volver a peinarse, quitarse el maquillaje para que no se le corriera cuando se metiera en el agua, mirarse una vez más e el espejo para comprobar que el bañador le quedara tan bien como sabía Tom que le iba a quedar…
Se quedó dormido sin poder evitarlo, escuchando el rugido del mar en sus oídos, haciendo que su mente le jugara una mala pasada…
Se veía a sí mismo tumbado en la playa, con su hermano a su lado. Estaban en la orilla del mar, hacía mucho calor y cada vez que una ola rompía en la orilla les mojaba y refrescaba.
Se puso de costado para ver a su hermano, que tumbado de espaldas tomaba el sol con los ojos cerrados tras sus gafas oscuras. Había una sonrisa en sus dulces labios llamándole a gritos que deseó inclinarse y probarlos. Y estaba a punto de hacerlo, ya había estirado una mano e incorporado cuando sintió que abría los ojos y le miraba ampliando más su dulce sonrisa.
-¿Me das crema, Tom?-preguntó Bill en un susurro.
Asintió sin pensárselo, y vio como se giraba con pereza hasta quedar boca abajo en la arena. Ladeó la cabeza apoyándola en los brazos y esperó mientras que él se giraba y cogía un tubo de crema que tenía al lado. Echó una buena cantidad en las manos y se volvió a ponérsela por la espalda a su hermano…
-¿Tom? ¿Tom? ¿TOM?
Abrió los ojos de golpe, incorporándose en el sofá y fulminó con la mirada a su hermano. Le había interrumpido el sueño en la mejor parte.
-Perdón-se disculpó Bill con una tímida sonrisa.
-¿Ya me has dejado libre la habitación?-preguntó Tom incorporándose.
-¿Entonces no me vas a ayudar?-preguntó a su vez Bill.
Tom le miró sin comprender. ¿Ayudar, en qué?
-Te he preguntado antes que si me dabas crema-repitió Bill agitando un bote ante sus ojos.
Entonces…no se lo había soñado, y podía seguir el sueño justo donde lo había dejado. Asintió sonriendo y cogió el bote de crema el tiempo que su hermano le daba la espalda y se sentaba en el suelo entre sus piernas separadas.
Tras echarse crema en las manos, las frotó entre ellas y las puso con suavidad en los hombros de su hermano, que se había recogido el pelo en una coleta alta para que no le molestara.
Desde donde estaba tenía una buena visión de su cuello, del tatuaje del grupo que llevaba en la nuca,…de esa vena que le palpitaba y llamaba…
Carraspeó y empezó a pasarle las manos por la espalda y los hombros de su hermano, masajeándoselos de paso… tratando de no pensar en nada, de concentrarse en el sonido del mar y no en los gemidos que dejaba escapar su hermano en voz baja.
-Tienes unas manos fantásticas-susurró Bill con los ojos cerrados.
Sonrió sin dejar de pasárselas por la espalda, haciendo circulitos con los dedos allá donde notaba que su hermano estaba tenso. Al momento, otro gemido escapó de sus labios y él sintió algo que no debiera delante de su hermano…bajó la mirada y comprobó horrorizado que se estaba empalmando…
Se levantó con rapidez pasando por encima de él, que medio tirado en el suelo miraba sin comprender porque de repente echaba a correr dirección al baño, donde se encerró dando un sonoro portazo.
Se apoyó en el lavabo tratando de controlar su agitada respiración, apretando las manos en dos fuertes puños que hicieron que se volvieran blanco sus nudillos. ¿Cómo había podido? Si su hermano lo hubiera notado, se habría sentido muy incómodo al saber que le ponía acariciarle la espalda escuchándole gemir por lo bajo, pensaría que estaba loco al tener una erección pensando en lo que sería poder estar una noche con él no como hermanos, sino como apasionados amantes…
-¿Tom? ¿Estás bien?-llamó Bill preocupado.
Su dulce voz le llegó desde el otro lado de la puerta, cargada de preocupación. Carraspeó y contestó un si apenas inaudible.
-Te espero fuera-siguió diciendo Bill.
Suspiró aliviado al escuchar los pasos de su hermano. No podía concentrarse en deshacerse de “eso” con él al otro lado de la puerta. Esperó y esperó hasta que unos minutos después todo volvió a su sitio. Entonces salió del baño y cogió el bañador de su maleta, que se puso en la misma habitación.
Era el mismo que llevaba su hermano, solo que el suyo llevaba las flores rojas y el de su hermano en azul claro. Se recogió las rastas en un moño alto y cogiendo unas gafas de sol salió del bungalow.
Sus amigos se encontraban en el porche hablando con su hermano, que con sus gafas de sol también puestas, un par de toallas colgadas de un brazo y un neceser en las manos les contaba las ganas que tenía de darse ya su primer baño.
No pudo por más que imaginarse la escena, ver a su hermano caminando con lentitud por la arena hasta llegar a la orilla del mar, pararse en ella dejando que sus pies se mojaran primero al tiempo que sonreía por las cosquillas.
Luego iría entrando poco a poco al tiempo que se soltaba el pelo, dejando que se meciera en el viento. Entraría en el mar hasta zambullirse en el y luego aparecer son una amplia sonrisa en los labios al tiempo que se pasaba las manos por el pelo escurriendo la humedad de el…
-¿Por qué sonríes?-preguntó Bill muy interesado.
Carraspeó y se puso rojo sin poder evitarlo, su hermano le había pillado con una boba sonrisa en los labios.
-¿Qué? ¿Nos vamos?-preguntó Georg desesperado.
Hacía un calor sofocante y solo quería correr a la playa a refrescarse. Tom asintió y cogiendo la toalla que le tendía su hermano, se la colgó al hombro al igual que él y bajaron a la playa.
Era muy amplia y había poca gente. Escogieron un cómodo lugar bajo unas palmeras y extendieron sus toallas bajo ellas.
-¿Quién se viene al agua?-preguntó Gustav deshaciéndose de su camiseta.
-Yo-se apuntó Georg.
-Yo prefiero tomar un poco el sol-murmuró Bill tumbándose boca abajo en su toalla.
-Yo me quedo a hacerte compañía-dijo Tom.
Gustav y Georg se miraron encogiéndose de hombros y empezaron a correr hacia el mar, dejando a los dos hermanos a solas.
-No hacía falta que te quedaras-dijo Bill alzando la cabeza y mirando a su hermano.
-¿Te molesta que me quede?-preguntó Tom ofendido.
-No, pero…estamos de vacaciones, disfruta de la playa-contestó Bill desviando la mirada.
-Ya lo hago…contigo al lado-susurró Tom sin que le oyera su hermano.
De repente era como si le ignorara. Se había puesto a mirar la playa como si buscara a alguien con la mirada, pero… ¿a quién? No conocían a nadie, estaban los cuatro solos.
Claro, que Tom no sabía nada de Logan y sus amigos, que tomaban el sol a escasos metros de sus toallas. Bill ya los había divisado y enseguida esbozó una amplia sonrisa mientras pensaba. ¿Qué podía hacer para llamar la atención de Logan? Quería que se fijara en él…más de lo que ya había hecho en la recepción del hotel. Porque lo había notado, siempre llamaba la atención y no había hombre o mujer que no se fijase en él.
Estuvo pensando sin quitar los ojos de encima de Logan, que lucía bronceado llevando solo un minúsculo bañador rojo. Se pasó la lengua por los labios al verle levantarse, tenía un gran paquete que se le marcaba más ahora que se había puesto de perfil. Era como si supiera que estaba allí y se dejaba admirar.
-¡El agua está buenísima!
La voz de Gustav le sacó de sus pensamientos, pero le dio una idea.
-Tom, ¿nos bañamos?-preguntó mirando a su hermano.
-¿Ya te has cansado de tomar el sol?-preguntó Tom levantándose.
-Tengo mucho calor-susurró Bill pasándose la lengua por los labios, gesto que su hermano no pasó por alto.
Se había quedado medio bobo mirando como se levantaba y estiraba en mitad de la playa, arqueando la espalda al tiempo que se humedecía sus dulces labios. Le siguió como un perrito faldero en dirección al agua, pasando al lado de un grupo de chicos que se divertían jugando a las cartas.
-Tom, vamos-llamó Bill cogiéndole de la mano.
Estaba muy cerca de Logan le había visto volverse y quedársele mirando con una sonrisa en los labios. Le había reconocido y era evidente que le estaba haciendo un buen repaso de arriba abajo, tal y como él había hecho a escondidas desde su toalla.
No se lo pensó dos veces y se le ocurrió que la mejor manera de llamarle más la atención era darle celos. Se volvió y llamó a su hermano para que acelerase el paso, aprovechando cuando estuvo más cerca para cogerle de la mano.
Vio la cara que puso Logan y sonrió sin poder evitarlo. Sus ojos estaban clavados en sus dedos entrelazados, viendo como pasaban los dos por su lado luciendo los mismos bañadoras y sonriendo como si la cosa no fuera con ellos.
-Gracias por haberme dado crema por la espalda-dijo Bill en voz demasiada alta.
Quería que Logan lo escuchara, que se imaginara como sería estar inclinado sobre su medio desnudo cuerpo, extendiendo con sus manos esa crema por su espalda, haciéndole soltar gemidos y suspiros incontrolados….
Pero aparte de eso, costaba con un gran salón, baño con jacuzzi incorporado, mini bar y lo mejor de todo eran las vistas. Menos en el dormitorio, grandes ventanales enmarcados con cortinas de seda blanca hacían de paredes en el bungalow, y a través de ellos podía ver el mar y percibir su aroma.
-Es como estar en el cielo-suspiró Bill estirándose ante una ventana.
Tom asintió sonriendo, se respiraba mucha paz observando el azul del mar y escuchando como las olas rompían al llegar a la orilla. Si se quedaban quietos sin moverse y con ese dulce sonido de fondo, podrían caer dormidos de inmediato.
-Bueno, hagamos algo-murmuró carraspeando.
No podía estar más tiempo observando estirarse a su hermano, alzar los brazos por encima de la cabeza haciendo que se le subiera la camiseta y mostrándole la estrella que llevaba tatuada en su cadera derecha.
-Podíamos ir un rato a la playa-dijo Bill volviéndose.
-¿No estás cansado del viaje?-preguntó Tom sin moverse del sitio.
-Si, y por el cambio de hora, pero me muero por sentir la arena bajo los pies-explicó Bill sonriendo-Además, estamos de vacaciones y me apetece divertirme un rato.
La verdad, era que Logan y sus amigos tenían pinta de ir a la playa cuando se cruzó con ellos y quería que le viera con su bañador nuevo, que se fijara un poco más en él de lo que ya lo había hecho.
-Vale, ponte el bañador mientras aviso a los demás-cedió resoplando Tom.
Le vio asentir y abrir una de sus maletas, sacando un floreado bañador de ella y encerrándose en el dormitorio con el de la mano. Se sentó en el cómodo sofá que había en el bungalow y sacando el móvil del bolsillo de su pantalón marcó el número de Gustav cerrando los ojos.
-Hey, tío, a Bill se le ha antojado ir ahora a la playa, ¿os venís?-preguntó entre dientes.
-Claro, nos vemos en 10 minutos-contestó Gustav.
Se despidió y colgó suspirando. Era poco tiempo para que estuviera preparado su hermano, se tenía que poner el bañador que no le llevaría nada, pero luego estaba volver a peinarse, quitarse el maquillaje para que no se le corriera cuando se metiera en el agua, mirarse una vez más e el espejo para comprobar que el bañador le quedara tan bien como sabía Tom que le iba a quedar…
Se quedó dormido sin poder evitarlo, escuchando el rugido del mar en sus oídos, haciendo que su mente le jugara una mala pasada…
Se veía a sí mismo tumbado en la playa, con su hermano a su lado. Estaban en la orilla del mar, hacía mucho calor y cada vez que una ola rompía en la orilla les mojaba y refrescaba.
Se puso de costado para ver a su hermano, que tumbado de espaldas tomaba el sol con los ojos cerrados tras sus gafas oscuras. Había una sonrisa en sus dulces labios llamándole a gritos que deseó inclinarse y probarlos. Y estaba a punto de hacerlo, ya había estirado una mano e incorporado cuando sintió que abría los ojos y le miraba ampliando más su dulce sonrisa.
-¿Me das crema, Tom?-preguntó Bill en un susurro.
Asintió sin pensárselo, y vio como se giraba con pereza hasta quedar boca abajo en la arena. Ladeó la cabeza apoyándola en los brazos y esperó mientras que él se giraba y cogía un tubo de crema que tenía al lado. Echó una buena cantidad en las manos y se volvió a ponérsela por la espalda a su hermano…
-¿Tom? ¿Tom? ¿TOM?
Abrió los ojos de golpe, incorporándose en el sofá y fulminó con la mirada a su hermano. Le había interrumpido el sueño en la mejor parte.
-Perdón-se disculpó Bill con una tímida sonrisa.
-¿Ya me has dejado libre la habitación?-preguntó Tom incorporándose.
-¿Entonces no me vas a ayudar?-preguntó a su vez Bill.
Tom le miró sin comprender. ¿Ayudar, en qué?
-Te he preguntado antes que si me dabas crema-repitió Bill agitando un bote ante sus ojos.
Entonces…no se lo había soñado, y podía seguir el sueño justo donde lo había dejado. Asintió sonriendo y cogió el bote de crema el tiempo que su hermano le daba la espalda y se sentaba en el suelo entre sus piernas separadas.
Tras echarse crema en las manos, las frotó entre ellas y las puso con suavidad en los hombros de su hermano, que se había recogido el pelo en una coleta alta para que no le molestara.
Desde donde estaba tenía una buena visión de su cuello, del tatuaje del grupo que llevaba en la nuca,…de esa vena que le palpitaba y llamaba…
Carraspeó y empezó a pasarle las manos por la espalda y los hombros de su hermano, masajeándoselos de paso… tratando de no pensar en nada, de concentrarse en el sonido del mar y no en los gemidos que dejaba escapar su hermano en voz baja.
-Tienes unas manos fantásticas-susurró Bill con los ojos cerrados.
Sonrió sin dejar de pasárselas por la espalda, haciendo circulitos con los dedos allá donde notaba que su hermano estaba tenso. Al momento, otro gemido escapó de sus labios y él sintió algo que no debiera delante de su hermano…bajó la mirada y comprobó horrorizado que se estaba empalmando…
Se levantó con rapidez pasando por encima de él, que medio tirado en el suelo miraba sin comprender porque de repente echaba a correr dirección al baño, donde se encerró dando un sonoro portazo.
Se apoyó en el lavabo tratando de controlar su agitada respiración, apretando las manos en dos fuertes puños que hicieron que se volvieran blanco sus nudillos. ¿Cómo había podido? Si su hermano lo hubiera notado, se habría sentido muy incómodo al saber que le ponía acariciarle la espalda escuchándole gemir por lo bajo, pensaría que estaba loco al tener una erección pensando en lo que sería poder estar una noche con él no como hermanos, sino como apasionados amantes…
-¿Tom? ¿Estás bien?-llamó Bill preocupado.
Su dulce voz le llegó desde el otro lado de la puerta, cargada de preocupación. Carraspeó y contestó un si apenas inaudible.
-Te espero fuera-siguió diciendo Bill.
Suspiró aliviado al escuchar los pasos de su hermano. No podía concentrarse en deshacerse de “eso” con él al otro lado de la puerta. Esperó y esperó hasta que unos minutos después todo volvió a su sitio. Entonces salió del baño y cogió el bañador de su maleta, que se puso en la misma habitación.
Era el mismo que llevaba su hermano, solo que el suyo llevaba las flores rojas y el de su hermano en azul claro. Se recogió las rastas en un moño alto y cogiendo unas gafas de sol salió del bungalow.
Sus amigos se encontraban en el porche hablando con su hermano, que con sus gafas de sol también puestas, un par de toallas colgadas de un brazo y un neceser en las manos les contaba las ganas que tenía de darse ya su primer baño.
No pudo por más que imaginarse la escena, ver a su hermano caminando con lentitud por la arena hasta llegar a la orilla del mar, pararse en ella dejando que sus pies se mojaran primero al tiempo que sonreía por las cosquillas.
Luego iría entrando poco a poco al tiempo que se soltaba el pelo, dejando que se meciera en el viento. Entraría en el mar hasta zambullirse en el y luego aparecer son una amplia sonrisa en los labios al tiempo que se pasaba las manos por el pelo escurriendo la humedad de el…
-¿Por qué sonríes?-preguntó Bill muy interesado.
Carraspeó y se puso rojo sin poder evitarlo, su hermano le había pillado con una boba sonrisa en los labios.
-¿Qué? ¿Nos vamos?-preguntó Georg desesperado.
Hacía un calor sofocante y solo quería correr a la playa a refrescarse. Tom asintió y cogiendo la toalla que le tendía su hermano, se la colgó al hombro al igual que él y bajaron a la playa.
Era muy amplia y había poca gente. Escogieron un cómodo lugar bajo unas palmeras y extendieron sus toallas bajo ellas.
-¿Quién se viene al agua?-preguntó Gustav deshaciéndose de su camiseta.
-Yo-se apuntó Georg.
-Yo prefiero tomar un poco el sol-murmuró Bill tumbándose boca abajo en su toalla.
-Yo me quedo a hacerte compañía-dijo Tom.
Gustav y Georg se miraron encogiéndose de hombros y empezaron a correr hacia el mar, dejando a los dos hermanos a solas.
-No hacía falta que te quedaras-dijo Bill alzando la cabeza y mirando a su hermano.
-¿Te molesta que me quede?-preguntó Tom ofendido.
-No, pero…estamos de vacaciones, disfruta de la playa-contestó Bill desviando la mirada.
-Ya lo hago…contigo al lado-susurró Tom sin que le oyera su hermano.
De repente era como si le ignorara. Se había puesto a mirar la playa como si buscara a alguien con la mirada, pero… ¿a quién? No conocían a nadie, estaban los cuatro solos.
Claro, que Tom no sabía nada de Logan y sus amigos, que tomaban el sol a escasos metros de sus toallas. Bill ya los había divisado y enseguida esbozó una amplia sonrisa mientras pensaba. ¿Qué podía hacer para llamar la atención de Logan? Quería que se fijara en él…más de lo que ya había hecho en la recepción del hotel. Porque lo había notado, siempre llamaba la atención y no había hombre o mujer que no se fijase en él.
Estuvo pensando sin quitar los ojos de encima de Logan, que lucía bronceado llevando solo un minúsculo bañador rojo. Se pasó la lengua por los labios al verle levantarse, tenía un gran paquete que se le marcaba más ahora que se había puesto de perfil. Era como si supiera que estaba allí y se dejaba admirar.
-¡El agua está buenísima!
La voz de Gustav le sacó de sus pensamientos, pero le dio una idea.
-Tom, ¿nos bañamos?-preguntó mirando a su hermano.
-¿Ya te has cansado de tomar el sol?-preguntó Tom levantándose.
-Tengo mucho calor-susurró Bill pasándose la lengua por los labios, gesto que su hermano no pasó por alto.
Se había quedado medio bobo mirando como se levantaba y estiraba en mitad de la playa, arqueando la espalda al tiempo que se humedecía sus dulces labios. Le siguió como un perrito faldero en dirección al agua, pasando al lado de un grupo de chicos que se divertían jugando a las cartas.
-Tom, vamos-llamó Bill cogiéndole de la mano.
Estaba muy cerca de Logan le había visto volverse y quedársele mirando con una sonrisa en los labios. Le había reconocido y era evidente que le estaba haciendo un buen repaso de arriba abajo, tal y como él había hecho a escondidas desde su toalla.
No se lo pensó dos veces y se le ocurrió que la mejor manera de llamarle más la atención era darle celos. Se volvió y llamó a su hermano para que acelerase el paso, aprovechando cuando estuvo más cerca para cogerle de la mano.
Vio la cara que puso Logan y sonrió sin poder evitarlo. Sus ojos estaban clavados en sus dedos entrelazados, viendo como pasaban los dos por su lado luciendo los mismos bañadoras y sonriendo como si la cosa no fuera con ellos.
-Gracias por haberme dado crema por la espalda-dijo Bill en voz demasiada alta.
Quería que Logan lo escuchara, que se imaginara como sería estar inclinado sobre su medio desnudo cuerpo, extendiendo con sus manos esa crema por su espalda, haciéndole soltar gemidos y suspiros incontrolados….