Bill sintió en su abdomen unos golpecitos de aire, y al levantar la cabeza, pudo ver a su hermano aun recostado sobre él, con la cara más angelical que había visto, como la de un pequeño niño que se queda dormido en los brazos de su madre. Pero estos pensamientos puros fueron sometidos ante la fuerza de los recuerdos de la noche anterior. Imágenes, sensaciones y emociones atacaron a Bill provocándole algo de miedo. Miedo al pensar que quien le hizo sentir lo mejor que había sentido hasta el día de hoy fue su hermano. Que sucio se sintió al pensar en eso. Tenía ganas de llorar y de gritar, de correr a esconderse y jamás salir pero de nuevo miró a su gemelo y todos esos sentimientos fueron reemplazados por una presión en el estómago, la misma que había estado sintiendo desde hace unos días.
Bill respiró profundamente y el movimiento de su pecho que se ensanchaba y se desinflaba fueron suficientes para que Tom se despertara.
Tom abrió los ojos y lo que pudo ver fue una pequeña cintura llena de tatuajes y, al intentar recordar la razón del porque estaba ahí, las imágenes de la noche anterior le llegaron. Se levantó de un salto y volteó a ver a su acompañante. Su gemelo le devolvía la mirada, pero ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna.
--Esa misma mañana, en algún punto de Alemania...--
La gente de la ciudad que ya a estas horas comenzaba a recorrer las calles podía ver una ráfaga azul pasar por la calle pero no sabían que era, era un coche a toda velocidad. El coche de Georg. El bajista conducía como loco cruzando la ciudad intentando llegar a la casa de su amigo. Puede que hasta se haya saltado un par de semáforos en rojo pero no le importaba, tenía que hablar con él.
La puerta de la casa de Gustav siempre mal pintada acogió a Georg al bajarse de su auto que recién había estacionado en la acera. Un pequeño timbre azul fue presionado con vigorosa fuerza y repetidas veces por el calloso dedo del bajista.
-Rápido, rápido...
Se pudo escuchar como alguien levantaba el teléfono, contestando al timbre y de la pequeña bocinita junto a la puerta, la voz de Gustav aun un poco dormido sonó.
-¿Si?
-Gustav, Gustav, ábreme soy Georg
-Espera, ¿Cuál es la prisa?
-Te lo digo ya, pero ábreme, te digo
-Ay Dios, que pesado eres
Gustav bajo las escaleras de su casa de soltero donde su única compañía era su perro y abrió la puerta.
-Al fin
-Oye, ni un "Hola, buenos días, perdón Gustav por despertarte de tu sueño con Meghan Fox"
-No hay tiempo... ¿dijiste Meghan Fox?... ¡¡NO HAY TIEMPO!!
-¿Pero de que hablas Georg?
-Escucha, anoche fui a casa de Bill por mi bajo que deje allá y pues... vi algo horrible
-¿Pero que fue?
-Si ubicas a Bill ¿verdad?
-... no seas baboso Georg, ¡dime que le pasó a Bill!
-Pues... no estoy seguro, yo llegué a su casa y la puerta estaba abierta, pensé que alguien se había metido y pues me asuste y entré
-¿Y?
-Bueno... vi a Bill y a alguien más en... en el sillón, acostados y...
-¿Bill? Vaya, parece que al fin se consiguió novia
-Ahí es donde radica el problema
-¿Quién dice "radica" hoy en día?
-¡¡Gustav, no estás escuchando!!
-Ya, perdón
-El problema era que esa persona no era una chica exactamente...
-Te refieres a que era un...
-Si. Gustav, Bill estaba con un hom-bre
-Santo niño de Atocha...
-Gustav, no sé qué creer
-Pues, hermano, -puso sus manos en los hombros de Georg- tenemos que hablar con el
-¿Y decirle qué exactamente?
-No sé, pero no permitiré que nos lo trate de ocultar
-¡¡Al Georg-móvil!!
-Oh Dios, sigues diciendo eso...
-Sí, ahora muévete
-Georg
-¿Qué?
-Estoy en bóxers
-... Oh lo siento, ve, ve aponerte los pantalones y te espero en el auto
-Sí, esa sería una buena idea
-Si... que incomodo
Gustav subió las escaleras hacia su habitación y se puso lo primero que encontró, unos vaqueros y su camisa de AC/DC. En parte, sentía esto como una aventura con su mejor amigo, pero por otro lado, temía que Bill en verdad fuera pues... homosexual. Tomó sus lentes de la mesita de noche, se puso su desodorante y se dirigió al coche de su amigo. Al abrir la puerta de entrada de su casa, "Alpha Dog" de Fall Out Boy lo recibió proveniente del auto de su amigo.
-Alpha Dog and O-O-Omega Lomania-ah-ah Ah-ah-ah-ah-ah - Georg cantaba mientras fingía que sus llaves eran un micrófono en su mano.
-Welcome to the new déjà vu- Gustav siguió pero un poco más bajito y sin fingir ser un cantante.
-Wow, que poca emoción le pones a esta canción
-Cállate y conduce Georg
-Ay que humorcito, ahora recuerdo porque no desayunamos contigo cuando te acabas de despertar
Gustav le dirigió a su amigo una mirada de matón, asustándolo y obligándolo a arrancar para zafarse de su mirada. Estaban en camino a averiguar la verdad de Bill.
--En algún punto de Alemania, en un departamento...--
El agua caliente de la regadera recorría toda la espalda del pelinegro, pasando por su cabeza, hombros, torso, piernas... Hasta ahora, no le ha dirigido la palabra a su hermano, no ha tenido el valor. En cuanto su gemelo se despertó, lo miro, sin intentar mostrar emoción alguna, pero no hablaron, solo se miraron hasta que Bill se levanto y se vino a bañar. Sigue sin poder creer lo que acaba de hacer, acostarse con su propio hermano, hay una palabra para eso. Incesto. Si alguien se entera de lo que hizo anoche, sería el fin de su carrera, y con la de él, la de su banda. Pobres Georg y Gustav, que sería de ellos si su banda acabara... pero eso no pasara porque nadie se dio cuenta de lo que hizo, y nadie tiene porque saberlo. Todo sería un secreto, trataría de hablar con su hermano y todo se arreglaría. Hermano... tan solo pensar en esa palabra, lo hacía sentirse sucio y culpable.
Bill salió de la regadera después de una larga ducha y se vistió como siempre, una camisa negra, chaqueta, pantalones ajustados y botas. Tenía toda la intención de ir hacia su hermano y aclarar las cosas, hablar como adultos, que es lo que son, y terminar de una vez por todas con sus sentimientos de culpa. Salió del baño y camino por el pasillo que lo llevaba a la sala, pero no había señales de su hermano, así que camino hacia su habitación, pero también estaba vacía. En la cama, un pequeño papel residía. Al entrar al cuarto, porque hasta ahora solo lo veía desde afuera, pudo notar que las cosas de su hermano no se encontraban. Tomo la nota deseando que su gemelo no se haya marchado y comenzó a leer.
Bill:
Yo se que en estos momentos lo que menos deseas es saber de mi, saber que me fui. Y, como tu hermano mayor, mi responsabilidad es cumplir tus deseos. Así que aquí esta, la carta de despedida. No es un adiós para siempre, es un "hasta luego" solo me voy para darte tu espacio, me siento muy mal por haber llegado así a tu casa y abusar de ti así. No te preocupes por donde me voy, encontrare un buen hotel o algo. Solo quiero que te sientas seguro sin mí ahí, sabiendo que no te volveré a molestar. Espero que puedas perdonarme por lo que hice y que igual, nuestra madre no se asuste al saberlo, es mejor que sea nuestro secreto. Bueno, es todo por ahora, no te quiero causar más problemas. Cuídate mucho y sigue con tu música.
Tom
Bill no pudo sostener por más tiempo esa lágrima que desde el momento que vio el cuarto de su gemelo vacio quería salir. Bill si quería a su hermano y no deseaba que se fuera, pero ahora se fue y no tuvieron tiempo para hablar. Tristeza, algo de enojo, pero sobre todo tristeza eran los sentimientos que recorrían cada parte del cuerpo de Bill. De repente, otro recuerdo le llegó a la mente. Amy. Si, ella era la razón de que su gemelo no se pudiera quedar con él, ella era su novia o al menos le gustaba y Bill no podía contra una chica. Regresó a su habitación y se tiró en la cama, con la carta de su hermano aun entre sus congelados dedos. Las lágrimas comenzaron a brotar y cada vez salían más y más. Sus pequeños lagrimeos se convirtieron en sollozos y su dolor era cada vez más intenso. Puede que Tom haya sido su primer verdadero amor y lo peor, se acababa de ir. El maquillaje de sus ojos recorría sus mejillas, haciendo que sus lágrimas parecieran lagrimas negras. Su respiración era cortada y un revoltijo de emociones lo recorría. Dolor, tristeza, celos y odio, todo al mismo tiempo. Lloraba y lloraba, parecía que nada lo detendría hasta que sonó el timbre. Se secó lo mas que pudo las lagrimas, se limpió el maquillaje corrido y caminó hacia la puerta.
-¿Quién?
-Bill, somos Georg y Gustav, ¿podemos pasar? -La inconfundible voz de Georg.
-Euhmm... sí, claro. -Bill arrugó la carta de su hermano y la guardo en su bolsillo mientras les abría a sus amigos.
-Bill. Tenemos que hablar
-De... ¿de qué?
Georg suspiró -Pues, anoche...
Bill respiró profundamente y el movimiento de su pecho que se ensanchaba y se desinflaba fueron suficientes para que Tom se despertara.
Tom abrió los ojos y lo que pudo ver fue una pequeña cintura llena de tatuajes y, al intentar recordar la razón del porque estaba ahí, las imágenes de la noche anterior le llegaron. Se levantó de un salto y volteó a ver a su acompañante. Su gemelo le devolvía la mirada, pero ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna.
--Esa misma mañana, en algún punto de Alemania...--
La gente de la ciudad que ya a estas horas comenzaba a recorrer las calles podía ver una ráfaga azul pasar por la calle pero no sabían que era, era un coche a toda velocidad. El coche de Georg. El bajista conducía como loco cruzando la ciudad intentando llegar a la casa de su amigo. Puede que hasta se haya saltado un par de semáforos en rojo pero no le importaba, tenía que hablar con él.
La puerta de la casa de Gustav siempre mal pintada acogió a Georg al bajarse de su auto que recién había estacionado en la acera. Un pequeño timbre azul fue presionado con vigorosa fuerza y repetidas veces por el calloso dedo del bajista.
-Rápido, rápido...
Se pudo escuchar como alguien levantaba el teléfono, contestando al timbre y de la pequeña bocinita junto a la puerta, la voz de Gustav aun un poco dormido sonó.
-¿Si?
-Gustav, Gustav, ábreme soy Georg
-Espera, ¿Cuál es la prisa?
-Te lo digo ya, pero ábreme, te digo
-Ay Dios, que pesado eres
Gustav bajo las escaleras de su casa de soltero donde su única compañía era su perro y abrió la puerta.
-Al fin
-Oye, ni un "Hola, buenos días, perdón Gustav por despertarte de tu sueño con Meghan Fox"
-No hay tiempo... ¿dijiste Meghan Fox?... ¡¡NO HAY TIEMPO!!
-¿Pero de que hablas Georg?
-Escucha, anoche fui a casa de Bill por mi bajo que deje allá y pues... vi algo horrible
-¿Pero que fue?
-Si ubicas a Bill ¿verdad?
-... no seas baboso Georg, ¡dime que le pasó a Bill!
-Pues... no estoy seguro, yo llegué a su casa y la puerta estaba abierta, pensé que alguien se había metido y pues me asuste y entré
-¿Y?
-Bueno... vi a Bill y a alguien más en... en el sillón, acostados y...
-¿Bill? Vaya, parece que al fin se consiguió novia
-Ahí es donde radica el problema
-¿Quién dice "radica" hoy en día?
-¡¡Gustav, no estás escuchando!!
-Ya, perdón
-El problema era que esa persona no era una chica exactamente...
-Te refieres a que era un...
-Si. Gustav, Bill estaba con un hom-bre
-Santo niño de Atocha...
-Gustav, no sé qué creer
-Pues, hermano, -puso sus manos en los hombros de Georg- tenemos que hablar con el
-¿Y decirle qué exactamente?
-No sé, pero no permitiré que nos lo trate de ocultar
-¡¡Al Georg-móvil!!
-Oh Dios, sigues diciendo eso...
-Sí, ahora muévete
-Georg
-¿Qué?
-Estoy en bóxers
-... Oh lo siento, ve, ve aponerte los pantalones y te espero en el auto
-Sí, esa sería una buena idea
-Si... que incomodo
Gustav subió las escaleras hacia su habitación y se puso lo primero que encontró, unos vaqueros y su camisa de AC/DC. En parte, sentía esto como una aventura con su mejor amigo, pero por otro lado, temía que Bill en verdad fuera pues... homosexual. Tomó sus lentes de la mesita de noche, se puso su desodorante y se dirigió al coche de su amigo. Al abrir la puerta de entrada de su casa, "Alpha Dog" de Fall Out Boy lo recibió proveniente del auto de su amigo.
-Alpha Dog and O-O-Omega Lomania-ah-ah Ah-ah-ah-ah-ah - Georg cantaba mientras fingía que sus llaves eran un micrófono en su mano.
-Welcome to the new déjà vu- Gustav siguió pero un poco más bajito y sin fingir ser un cantante.
-Wow, que poca emoción le pones a esta canción
-Cállate y conduce Georg
-Ay que humorcito, ahora recuerdo porque no desayunamos contigo cuando te acabas de despertar
Gustav le dirigió a su amigo una mirada de matón, asustándolo y obligándolo a arrancar para zafarse de su mirada. Estaban en camino a averiguar la verdad de Bill.
--En algún punto de Alemania, en un departamento...--
El agua caliente de la regadera recorría toda la espalda del pelinegro, pasando por su cabeza, hombros, torso, piernas... Hasta ahora, no le ha dirigido la palabra a su hermano, no ha tenido el valor. En cuanto su gemelo se despertó, lo miro, sin intentar mostrar emoción alguna, pero no hablaron, solo se miraron hasta que Bill se levanto y se vino a bañar. Sigue sin poder creer lo que acaba de hacer, acostarse con su propio hermano, hay una palabra para eso. Incesto. Si alguien se entera de lo que hizo anoche, sería el fin de su carrera, y con la de él, la de su banda. Pobres Georg y Gustav, que sería de ellos si su banda acabara... pero eso no pasara porque nadie se dio cuenta de lo que hizo, y nadie tiene porque saberlo. Todo sería un secreto, trataría de hablar con su hermano y todo se arreglaría. Hermano... tan solo pensar en esa palabra, lo hacía sentirse sucio y culpable.
Bill salió de la regadera después de una larga ducha y se vistió como siempre, una camisa negra, chaqueta, pantalones ajustados y botas. Tenía toda la intención de ir hacia su hermano y aclarar las cosas, hablar como adultos, que es lo que son, y terminar de una vez por todas con sus sentimientos de culpa. Salió del baño y camino por el pasillo que lo llevaba a la sala, pero no había señales de su hermano, así que camino hacia su habitación, pero también estaba vacía. En la cama, un pequeño papel residía. Al entrar al cuarto, porque hasta ahora solo lo veía desde afuera, pudo notar que las cosas de su hermano no se encontraban. Tomo la nota deseando que su gemelo no se haya marchado y comenzó a leer.
Bill:
Yo se que en estos momentos lo que menos deseas es saber de mi, saber que me fui. Y, como tu hermano mayor, mi responsabilidad es cumplir tus deseos. Así que aquí esta, la carta de despedida. No es un adiós para siempre, es un "hasta luego" solo me voy para darte tu espacio, me siento muy mal por haber llegado así a tu casa y abusar de ti así. No te preocupes por donde me voy, encontrare un buen hotel o algo. Solo quiero que te sientas seguro sin mí ahí, sabiendo que no te volveré a molestar. Espero que puedas perdonarme por lo que hice y que igual, nuestra madre no se asuste al saberlo, es mejor que sea nuestro secreto. Bueno, es todo por ahora, no te quiero causar más problemas. Cuídate mucho y sigue con tu música.
Tom
Bill no pudo sostener por más tiempo esa lágrima que desde el momento que vio el cuarto de su gemelo vacio quería salir. Bill si quería a su hermano y no deseaba que se fuera, pero ahora se fue y no tuvieron tiempo para hablar. Tristeza, algo de enojo, pero sobre todo tristeza eran los sentimientos que recorrían cada parte del cuerpo de Bill. De repente, otro recuerdo le llegó a la mente. Amy. Si, ella era la razón de que su gemelo no se pudiera quedar con él, ella era su novia o al menos le gustaba y Bill no podía contra una chica. Regresó a su habitación y se tiró en la cama, con la carta de su hermano aun entre sus congelados dedos. Las lágrimas comenzaron a brotar y cada vez salían más y más. Sus pequeños lagrimeos se convirtieron en sollozos y su dolor era cada vez más intenso. Puede que Tom haya sido su primer verdadero amor y lo peor, se acababa de ir. El maquillaje de sus ojos recorría sus mejillas, haciendo que sus lágrimas parecieran lagrimas negras. Su respiración era cortada y un revoltijo de emociones lo recorría. Dolor, tristeza, celos y odio, todo al mismo tiempo. Lloraba y lloraba, parecía que nada lo detendría hasta que sonó el timbre. Se secó lo mas que pudo las lagrimas, se limpió el maquillaje corrido y caminó hacia la puerta.
-¿Quién?
-Bill, somos Georg y Gustav, ¿podemos pasar? -La inconfundible voz de Georg.
-Euhmm... sí, claro. -Bill arrugó la carta de su hermano y la guardo en su bolsillo mientras les abría a sus amigos.
-Bill. Tenemos que hablar
-De... ¿de qué?
Georg suspiró -Pues, anoche...