El frío de mediados de otoño comenzaba a ser palpable en el aire. Las hojas de los árboles yacían todas en el suelo, solo un par seguía alegre en la rama de un árbol. Bill veía desde la ventana de su habitación como estas pequeñas hojas se resistían a ser separadas de la rama que les dio la vida. Las pocas cobijas que rodeaban su cuerpo comenzaron a ser insuficientes para brindarle calor. Pero no tenía más. Le había dado dos de sus cobijas a su hermano, que dormía en el cuarto de visitas, y el se quedó con sólo una, sin decirle a su hermano que era la única otra que quedaba en la casa.
Por la tarde, Tom, sus amigos y él habían estado en casa planeando como hacer los castings para encontrar a su nuevo guitarrista, pero ahora sus amigos se han ido y él se quedó solo en la casa con su hermano, lo cual lo tenía muy nervioso.
El frío se apoderaba de cada parte de su cuerpo, haciendo temblar hasta la más remota parte de sí. Comenzó a tallar sus brazos con la cobija, pero esto aún no le era suficiente para calentarse. Se volvió a acostar e intentó dormir. No lo logró. En verdad, Bill no tenía idea de por qué tendría tanto frío pero parece que se había resfriado. Comenzó a retorcerse en su cama e incluso lágrimas brotaron de sus ojos. Anhelaba aquellas épocas en que podía ir a meterse en la cama de su madre para así calentarse y poder dormir.
Repentinamente, recordó que su hermano dormía en la habitación de al lado. No, no podía ir a meterse en su cama, después de lo que había pasado. Pero de otro modo no podría dormir. Dudó por más de diez minutos, antes de levantarse y con todo y las cobijas que lo rodeaban, se dirigió a la habitación de Tom.
La puerta no estaba del todo cerrada y se podía ver algo de luz proveniente del interior. Empujó la puerta un poco con su mano, intentando ver si su hermano estaba despierto, y así era. Cuando Tom se percató de la presencia de su hermano, Bill abrió un poco más la puerta y agachó la mirada, avergonzado.
-Tengo mucho frío.
Las rastas doradas de Tom no estaban atadas como siempre. Caían rebeldes por sus hombros hasta su pecho. Miraba algo en su celular y lo dejó a un lado cuando vio a su hermano menor en la puerta. Sonrió y levantó sus cobijas indicándole a Bill que podía meterse en ese espacio vacío que quedaba en esa cama tamaño matrimonial. Cuando lo hizo, Bill pudo notar que Tom no llevaba puesta una camisa, supuso que no tenía mucho frío. Al ver su abdomen, se acordó de lo que pasó la otra noche y pensó en regresarse. Pero su cuarto era demasiado frío como para regresar e intentar dormir sería imposible.
El pelinegro caminó lentamente hacia la cama de su hermano, decidiéndose entre si en verdad lo haría o no. Terminó venciéndolo el sueño y el frío y decidió meterse en la cama. Metió primero los pies hasta cubrirse por completo el cuerpo. Su mandíbula chasqueaba y no aguantó más antes de pegarse al cuerpo de Tom. La piel de Tom estaba tibia, era agradable al tacto. Bill se congelaba y pegó su cara al hombro de su hermano y rodeó con su brazo su pecho. Tom estaba tan tibio, y Bill tenía tanto frío. Su mandíbula seguía chasqueando haciendo ruidos muy fuertes y Tom no pudo aguantar mucho antes de que sus impulsos lo obligaran a abrazarlo. Su piel estaba helada y temblaba mucho. Tom agarró las cobijas que Bill traía y lo tapó con ellas y volvió a abrazarlo. Bill recorría todo el pecho y abdomen de Tom con su brazo, intentando calentarse y buscando en él la protección que necesitaba en ese momento de extraña y repentina tristeza.
-Ya, ya...
-Tengo mucho frío.
-Ven aquí.
Bill se pegó aun más a su hermano y recorría con sus heladas manos su pecho desesperadamente.
-Lo siento-Comenzó a llorar. -Lo siento.
Bill se sentó en la cama y Tom le imitó. Se vieron a los ojos por unos segundos. Tom levantó la mano y acarició la mejilla de Bill. Seguían sin decirse nada. El menor sorbió por la nariz y puso una de sus manos en el rostro de su igual. Tom lo acariciaba fuertemente, pero no lo lastimaba. Acercó su cara a la de su hermano y pegaron sus frentes. Bill seguía llorando.
Seguían en la misma posición, pero no hacían nada. Bill acercó sus labios a los de Tom pero los alejó un poco, dudando. Su hermano, respirando ya fuertemente, acercó su boca a la de él y, finalmente, sus labios se juntaron.
El menor apretó fuerte los párpados y se aferró a su hermano. Lo necesitaba demasiado. Posó su otra mano en el hombro de Tom y apretó sus rastas entre sus dedos. Tom se agachó hacia delante, haciendo que su hermano se recostara en la cama y se recostó sobre él.
Sus labios se separaron y sus respiraciones se hicieron notorias.
-Tom
El mayor calló a su hermano con otro beso. Bill volvió a cerrar los ojos. El de rastas se separó de los labios de su gemelo y esta vez fue Bill quien se levantó un poco para besar esos labios que, por cierto, eran los primeros que jamás había besado.
Los rayos de sol alcanzaron los ojos de Tom, despertándolo con su luz y calor. Frotó sus ojos un par de veces antes de abrirlos por completo. Bostezó mientras se estiraba y se rascó la cabeza. Se incorporó y se volvió para ver a su hermano. Dormía con la mano tapado por cobijas pegada a su boca, se veía tan inocente y puro. Tom sonrió, pero no pasó mucho antes de que comenzara a preocuparse de nuevo. Él jamás pensó en nadie de esa manera y mucho menos en un hombre. Se asustó, pero se asustó aun mas cuando cayó en cuenta de que también era su hermano. Miedo, confusión y tristeza atacaron su mente, hiriéndolo. Realmente lo hacía feliz estar con su hermano, pero él sabía que no era de la manera correcta. Sin embargo, era muy feliz estando a su lado.
Suspiró profundamente y se levantó de la cama. El movimiento fue suficiente para despertar a Bill. Se quejó, aún adormilado y abrió los ojos lentamente. Fue recibido por la imagen de su hermano sin camisa parado junto a la cama. Se asustó. Lanzó un chillido ahogado y se hizo para atrás.
-¿Qué tienes? -Tom no pudo decir otra cosa.
-N-nada.
-Me voy a meter a bañar-Habló con indiferencia, tratando de ocultar sus pensamientos.
Tom salió de la habitación antes de que Bill pronunciara un débil «Ajam».
Bill se quedó solo en la habitación de su hermano, A pesar de que había estado ahí por tan solo un par de noches, todo ya estaba impregnado con su aroma. Olió la almohada en la que estaba recostado, y las cobijas que lo cubrían. Todo olía como él, como Tom. Se hundió en ese mar con olor a Tom y cerró los ojos. Repentinamente, los abrió de golpe y, del mismo modo, se levantó de la cama. "Esto está mal, está muy mal" se repetía Bill en la cabeza mientras observaba el lecho de Tom, en el que él y su hermano anoche...
Salió corriendo hacia su cuarto y cerró la puerta rápidamente tras de sí. Su mente era un revoltijo de emociones. Estaba en parte feliz, porque por algún motivo su hermano lo hacía feliz, muy feliz. Estaba confundido por no saber su verdadera situación. Triste por pensar en que todo podría ser un vil sueño o un juego de Tom. No sabía que pensar. Comenzó a llorar de nuevo y se sentó frente a su puerta. Recordó a Amy.
Por la tarde, Tom, sus amigos y él habían estado en casa planeando como hacer los castings para encontrar a su nuevo guitarrista, pero ahora sus amigos se han ido y él se quedó solo en la casa con su hermano, lo cual lo tenía muy nervioso.
El frío se apoderaba de cada parte de su cuerpo, haciendo temblar hasta la más remota parte de sí. Comenzó a tallar sus brazos con la cobija, pero esto aún no le era suficiente para calentarse. Se volvió a acostar e intentó dormir. No lo logró. En verdad, Bill no tenía idea de por qué tendría tanto frío pero parece que se había resfriado. Comenzó a retorcerse en su cama e incluso lágrimas brotaron de sus ojos. Anhelaba aquellas épocas en que podía ir a meterse en la cama de su madre para así calentarse y poder dormir.
Repentinamente, recordó que su hermano dormía en la habitación de al lado. No, no podía ir a meterse en su cama, después de lo que había pasado. Pero de otro modo no podría dormir. Dudó por más de diez minutos, antes de levantarse y con todo y las cobijas que lo rodeaban, se dirigió a la habitación de Tom.
La puerta no estaba del todo cerrada y se podía ver algo de luz proveniente del interior. Empujó la puerta un poco con su mano, intentando ver si su hermano estaba despierto, y así era. Cuando Tom se percató de la presencia de su hermano, Bill abrió un poco más la puerta y agachó la mirada, avergonzado.
-Tengo mucho frío.
Las rastas doradas de Tom no estaban atadas como siempre. Caían rebeldes por sus hombros hasta su pecho. Miraba algo en su celular y lo dejó a un lado cuando vio a su hermano menor en la puerta. Sonrió y levantó sus cobijas indicándole a Bill que podía meterse en ese espacio vacío que quedaba en esa cama tamaño matrimonial. Cuando lo hizo, Bill pudo notar que Tom no llevaba puesta una camisa, supuso que no tenía mucho frío. Al ver su abdomen, se acordó de lo que pasó la otra noche y pensó en regresarse. Pero su cuarto era demasiado frío como para regresar e intentar dormir sería imposible.
El pelinegro caminó lentamente hacia la cama de su hermano, decidiéndose entre si en verdad lo haría o no. Terminó venciéndolo el sueño y el frío y decidió meterse en la cama. Metió primero los pies hasta cubrirse por completo el cuerpo. Su mandíbula chasqueaba y no aguantó más antes de pegarse al cuerpo de Tom. La piel de Tom estaba tibia, era agradable al tacto. Bill se congelaba y pegó su cara al hombro de su hermano y rodeó con su brazo su pecho. Tom estaba tan tibio, y Bill tenía tanto frío. Su mandíbula seguía chasqueando haciendo ruidos muy fuertes y Tom no pudo aguantar mucho antes de que sus impulsos lo obligaran a abrazarlo. Su piel estaba helada y temblaba mucho. Tom agarró las cobijas que Bill traía y lo tapó con ellas y volvió a abrazarlo. Bill recorría todo el pecho y abdomen de Tom con su brazo, intentando calentarse y buscando en él la protección que necesitaba en ese momento de extraña y repentina tristeza.
-Ya, ya...
-Tengo mucho frío.
-Ven aquí.
Bill se pegó aun más a su hermano y recorría con sus heladas manos su pecho desesperadamente.
-Lo siento-Comenzó a llorar. -Lo siento.
Bill se sentó en la cama y Tom le imitó. Se vieron a los ojos por unos segundos. Tom levantó la mano y acarició la mejilla de Bill. Seguían sin decirse nada. El menor sorbió por la nariz y puso una de sus manos en el rostro de su igual. Tom lo acariciaba fuertemente, pero no lo lastimaba. Acercó su cara a la de su hermano y pegaron sus frentes. Bill seguía llorando.
Seguían en la misma posición, pero no hacían nada. Bill acercó sus labios a los de Tom pero los alejó un poco, dudando. Su hermano, respirando ya fuertemente, acercó su boca a la de él y, finalmente, sus labios se juntaron.
El menor apretó fuerte los párpados y se aferró a su hermano. Lo necesitaba demasiado. Posó su otra mano en el hombro de Tom y apretó sus rastas entre sus dedos. Tom se agachó hacia delante, haciendo que su hermano se recostara en la cama y se recostó sobre él.
Sus labios se separaron y sus respiraciones se hicieron notorias.
-Tom
El mayor calló a su hermano con otro beso. Bill volvió a cerrar los ojos. El de rastas se separó de los labios de su gemelo y esta vez fue Bill quien se levantó un poco para besar esos labios que, por cierto, eran los primeros que jamás había besado.
Los rayos de sol alcanzaron los ojos de Tom, despertándolo con su luz y calor. Frotó sus ojos un par de veces antes de abrirlos por completo. Bostezó mientras se estiraba y se rascó la cabeza. Se incorporó y se volvió para ver a su hermano. Dormía con la mano tapado por cobijas pegada a su boca, se veía tan inocente y puro. Tom sonrió, pero no pasó mucho antes de que comenzara a preocuparse de nuevo. Él jamás pensó en nadie de esa manera y mucho menos en un hombre. Se asustó, pero se asustó aun mas cuando cayó en cuenta de que también era su hermano. Miedo, confusión y tristeza atacaron su mente, hiriéndolo. Realmente lo hacía feliz estar con su hermano, pero él sabía que no era de la manera correcta. Sin embargo, era muy feliz estando a su lado.
Suspiró profundamente y se levantó de la cama. El movimiento fue suficiente para despertar a Bill. Se quejó, aún adormilado y abrió los ojos lentamente. Fue recibido por la imagen de su hermano sin camisa parado junto a la cama. Se asustó. Lanzó un chillido ahogado y se hizo para atrás.
-¿Qué tienes? -Tom no pudo decir otra cosa.
-N-nada.
-Me voy a meter a bañar-Habló con indiferencia, tratando de ocultar sus pensamientos.
Tom salió de la habitación antes de que Bill pronunciara un débil «Ajam».
Bill se quedó solo en la habitación de su hermano, A pesar de que había estado ahí por tan solo un par de noches, todo ya estaba impregnado con su aroma. Olió la almohada en la que estaba recostado, y las cobijas que lo cubrían. Todo olía como él, como Tom. Se hundió en ese mar con olor a Tom y cerró los ojos. Repentinamente, los abrió de golpe y, del mismo modo, se levantó de la cama. "Esto está mal, está muy mal" se repetía Bill en la cabeza mientras observaba el lecho de Tom, en el que él y su hermano anoche...
Salió corriendo hacia su cuarto y cerró la puerta rápidamente tras de sí. Su mente era un revoltijo de emociones. Estaba en parte feliz, porque por algún motivo su hermano lo hacía feliz, muy feliz. Estaba confundido por no saber su verdadera situación. Triste por pensar en que todo podría ser un vil sueño o un juego de Tom. No sabía que pensar. Comenzó a llorar de nuevo y se sentó frente a su puerta. Recordó a Amy.