Las horas pasaron y cuando se quisieron dar cuenta la alarma del despertador los interrumpió. Se habían pasado al noche sin tocarse, el uno acostado al lado del otro sin apenas rozarse, tumbados de costado viendo como dormía su contrario. Tenían una conversación pendiente y se les agotaba el tiempo.
Eran las 6 y media de la madrugada y ya se tenían que levantar, les esperaba un duro día, más al cantante.
Se levantaron sin decir nada y cuando su madre fue a llamarles uno se estaba vistiendo y el otro en el baño encerrado.
-¿Bill ya se ha levantado?-preguntó Simone a su hijo mayor.
-Está en el baño-murmuró Tom poniéndose una camiseta-Lleva mucho tiempo.
-Necesitará estar a solas. Baja a desayuna, que salga cuando quiera-le llamó Simone haciéndole un gesto con la mano.
Tom la obedeció al momento. Era como si pudiera ver a través de la puerta del baño, ver como su hermano se miraba al espejo con el miedo reflejad en sus ojos, con la respiración agitada y las manos en dos fuertes puños que se clavaban las uñas en las palmas.
Y así era. Nada más levantarse de la cama, murmuró como pudo que iba a usar el baño primero y ya llevaba casi 10 minutos dentro. Cerró la puerta tras de si y se miró al espejo, respirando agitadamente apoyado en el lavabo.
Sentía un nudo en el estómago, y no era por los nervios de la operación. Había dejado pasar la oportunidad de hablar con su hermano, de contarle cual era ese secreto que le carcomía por dentro, que el impedía respirar con normalidad….no le había podido contar que le amaría hasta la eternidad….
Suspiró y se miró fijamente en el espejo separando los labios, quedaba una cosa pendiente por hacer. Abrió la boca y sacó la lengua, llevando las manos a ella y desabrochando el piercing para quitárselo con cuidado. Lo lavó bajó el grifo y volviéndolo a atornillar lo guardó suspirando en una cajita que ya había dejado dispuesta.
Metió la cajita en su neceser, y sabiendo que no podía pasarse escondido más tiempo, se peinó con rapidez y salió del baño, suspirando aliviado al no encontrar en la habitación a su hermano. Se quitó el pijama y lo dejó sobre la almohada, pensando si esa noche estaría en condiciones de pasarla en casa o se tendría que quedar en el hospital.
Se vistió con ropa cómoda, unos vaqueros oscuros que le quedaban holgados, una camiseta sin ningún tipo de estampado y una cazadora de cuero también negra. Parecía más bien que iba a un funeral, todo de oscuro…pero no tenía ganas de pensar en nada.
Con la cazadora de la mano, echó un último vistazo a la habitación que compartía con su hermano y salió de ella suspirando. Colgada del hombro llevaba una pequeña bolsa de viaje, en la que había metido un muda limpia, un pijama por si lo necesitaba y su neceser.
Bajó las escaleras con paso cansino, deteniéndose en el marco de la cocina. Su madre desayunaba hablando en voz baja con su padrastro. Su hermano, simplemente le miraba. Delante de él había una taza de café que sabia de sobra que apenas había tocado, tan nervioso que estaría como él.
-Bill-le llamó Simone esbozando una sonrisa-¿Qué tal has dormido?
Se encogió de hombros como respuesta, la verdad es que no sabía si había dormido bien o echado de manos los brazos de su hermano.
-Es mejor que nos vayamos moviendo ya-dijo Gordon mirando la hora.
Todos asintieron y tras dejar las tazas usadas en el fregadero se ponen en marcha.
-Bill, ¿te has quitado ya el…?-comenzó a preguntar Simone.
Asintió con la cabeza antes de que terminara la frase, sacando la lengua para que se la viera. La sentía desnuda sin esa perla plateada con la que jugaba entre los dientes cada vez que estaba nervioso, como en esos momentos. Pero no teniéndola se tuvo que conformar con mordisquearse a su pesar la uña de su pulgar.
Simone ayudó a su hijo pequeño a ponerse la cazadora y abrigarse bien la garganta. Su hijo mayor miraba todo dos pasos detrás de su hermano, pensando en que le iba a tocar esperar una semana hasta poder hablar con él en serio.
Suben al coche y en media hora le están ingresando. Mientras que Simone rellenaba los papeles con ayuda de su ex marido, los chicos saludan a los recién llegados. Su padre ya estaba en la puerta esperándoles, y sus amigos llegaron unos minutos más tardes, junto con el productor, Dunja, Silke y Andreas.
-Hey, tío-saludó abrazando al cantante-Estaba de viaje con mis padres, me escapé nada más enterarme. Os manda recuerdos a los dos.
Sonrió en sus brazos. Era el mejor amigo de ambos y estaban muy unidos desde que eran bien pequeños.
Dejaron los saludos cuando una enfermera le indicó que su habitación ya estaba lista. Viendo que su madre estaba aún ocupada, Tom se encargó de ayudar a su hermano. Le consiguieron una habitación particular y en ella se desnudó y se puso el camisón blanco de hospital que le dejaron sobre la cama.
Se metió en ella y cuando su madre regresó tras rellenar los papeles de su ingreso el médico venía con ella seguido de dos enfermeras.
-Ahora te van a preparar y en 15 minutos entramos en quirófano-explicó el doctor Kauffman con una sonrisa.
Asintió en silencio y se incorporó en la cama, dejando que le tomaran la presión y la temperatura. Cerró los ojos arrugando la frente mientras le cogían una vía en su mano derecha, soltando el aire retenido cuando le dijeron que ya habían terminado.
Les dejaron a solas para que se fueran despidiendo de su familia y amigos. Recostado en la cama, sonreía oyéndoles hablar tan nerviosos como estaban que solo acertaban a decir bobadas.
Pasado el tiempo las enfermeras entraron de nuevo y los chicos se despidieron. Solo se quedó la familia, que le abrazaron y besaron con fuerza.
-Nos vemos en 1 hora-susurró Simone abrazando a su hijo.
Asintió y una vez que le soltó estrechó la mano de su padrastro. Su padre también le dio un abrazo y el de su hermano fue el mejor. Se fundieron por unos minutos, cerrando los ojos los dos suspirando.
-Bill….yo…-comenzó a decir Tom.
-¿Listo?-interrumpió el doctor Kauffman.
Se separaron con pesar. Miró a su hermano interrogándole con la mirada, pero Tom solo negó con la cabeza suspirando y salió de la habitación. Sus padres le acompañaron y le dejaron en buenas manos.
-…chate, no te preocupes por nada-le animó una de las enfermeras.
La obedeció suspirando y se dejó hacer. Entre las dos enfermeras empujaron la cama y le sacaron de la habitación, pasando por el pasillo en donde todos sonrieron al verle, dándole su apoyo.
Les devolvió la sonrisa y les dijo adiós con la mano. Le metieron por una puerta que comunicaba con el quirófano y una vez en él no puedo evitar temblar. Ya no eran nervios, era un profundo miedo….
Con ayuda de dos enfermeros se pasó a la camilla y se tumbó en ella con la respiración agitada. Fijó la mirada en el techo, evitando mirar la gran lámpara que en esos momentos estaba apagada.
A su alrededor había mucho movimiento. Escuchaba como el doctor Kauffman ordenaba que le trajeran eso y se llevaran aquello. Casi pegó un bote cuando una enfermera le colocó un gorro de plástico apartándole de la cara su largo pelo, lacio en esos momentos.
-Esto ya está-anunció el doctor Kauffman sonriéndole.
Se acercó a la camilla y le hizo una señal al anestesista, que se colocó tras su cabeza y le puso delante de la cara una mascarilla.
-Ahora te vamos a dormir-le explicó el doctor Kauffman-Quiero que respires hondo y no pienses en nada, solo relájate.
Asintió con la cabeza. Cerró los ojos y aspiró hondo el gas que emanaba de la mascarilla. Pero aunque el doctor Kauffman le pidió que no pensara en nada, su último pensamiento coherente antes de caer inconsciente fue para su hermano.
“Te amo”-quiso gritar bien alto.
Eran las 6 y media de la madrugada y ya se tenían que levantar, les esperaba un duro día, más al cantante.
Se levantaron sin decir nada y cuando su madre fue a llamarles uno se estaba vistiendo y el otro en el baño encerrado.
-¿Bill ya se ha levantado?-preguntó Simone a su hijo mayor.
-Está en el baño-murmuró Tom poniéndose una camiseta-Lleva mucho tiempo.
-Necesitará estar a solas. Baja a desayuna, que salga cuando quiera-le llamó Simone haciéndole un gesto con la mano.
Tom la obedeció al momento. Era como si pudiera ver a través de la puerta del baño, ver como su hermano se miraba al espejo con el miedo reflejad en sus ojos, con la respiración agitada y las manos en dos fuertes puños que se clavaban las uñas en las palmas.
Y así era. Nada más levantarse de la cama, murmuró como pudo que iba a usar el baño primero y ya llevaba casi 10 minutos dentro. Cerró la puerta tras de si y se miró al espejo, respirando agitadamente apoyado en el lavabo.
Sentía un nudo en el estómago, y no era por los nervios de la operación. Había dejado pasar la oportunidad de hablar con su hermano, de contarle cual era ese secreto que le carcomía por dentro, que el impedía respirar con normalidad….no le había podido contar que le amaría hasta la eternidad….
Suspiró y se miró fijamente en el espejo separando los labios, quedaba una cosa pendiente por hacer. Abrió la boca y sacó la lengua, llevando las manos a ella y desabrochando el piercing para quitárselo con cuidado. Lo lavó bajó el grifo y volviéndolo a atornillar lo guardó suspirando en una cajita que ya había dejado dispuesta.
Metió la cajita en su neceser, y sabiendo que no podía pasarse escondido más tiempo, se peinó con rapidez y salió del baño, suspirando aliviado al no encontrar en la habitación a su hermano. Se quitó el pijama y lo dejó sobre la almohada, pensando si esa noche estaría en condiciones de pasarla en casa o se tendría que quedar en el hospital.
Se vistió con ropa cómoda, unos vaqueros oscuros que le quedaban holgados, una camiseta sin ningún tipo de estampado y una cazadora de cuero también negra. Parecía más bien que iba a un funeral, todo de oscuro…pero no tenía ganas de pensar en nada.
Con la cazadora de la mano, echó un último vistazo a la habitación que compartía con su hermano y salió de ella suspirando. Colgada del hombro llevaba una pequeña bolsa de viaje, en la que había metido un muda limpia, un pijama por si lo necesitaba y su neceser.
Bajó las escaleras con paso cansino, deteniéndose en el marco de la cocina. Su madre desayunaba hablando en voz baja con su padrastro. Su hermano, simplemente le miraba. Delante de él había una taza de café que sabia de sobra que apenas había tocado, tan nervioso que estaría como él.
-Bill-le llamó Simone esbozando una sonrisa-¿Qué tal has dormido?
Se encogió de hombros como respuesta, la verdad es que no sabía si había dormido bien o echado de manos los brazos de su hermano.
-Es mejor que nos vayamos moviendo ya-dijo Gordon mirando la hora.
Todos asintieron y tras dejar las tazas usadas en el fregadero se ponen en marcha.
-Bill, ¿te has quitado ya el…?-comenzó a preguntar Simone.
Asintió con la cabeza antes de que terminara la frase, sacando la lengua para que se la viera. La sentía desnuda sin esa perla plateada con la que jugaba entre los dientes cada vez que estaba nervioso, como en esos momentos. Pero no teniéndola se tuvo que conformar con mordisquearse a su pesar la uña de su pulgar.
Simone ayudó a su hijo pequeño a ponerse la cazadora y abrigarse bien la garganta. Su hijo mayor miraba todo dos pasos detrás de su hermano, pensando en que le iba a tocar esperar una semana hasta poder hablar con él en serio.
Suben al coche y en media hora le están ingresando. Mientras que Simone rellenaba los papeles con ayuda de su ex marido, los chicos saludan a los recién llegados. Su padre ya estaba en la puerta esperándoles, y sus amigos llegaron unos minutos más tardes, junto con el productor, Dunja, Silke y Andreas.
-Hey, tío-saludó abrazando al cantante-Estaba de viaje con mis padres, me escapé nada más enterarme. Os manda recuerdos a los dos.
Sonrió en sus brazos. Era el mejor amigo de ambos y estaban muy unidos desde que eran bien pequeños.
Dejaron los saludos cuando una enfermera le indicó que su habitación ya estaba lista. Viendo que su madre estaba aún ocupada, Tom se encargó de ayudar a su hermano. Le consiguieron una habitación particular y en ella se desnudó y se puso el camisón blanco de hospital que le dejaron sobre la cama.
Se metió en ella y cuando su madre regresó tras rellenar los papeles de su ingreso el médico venía con ella seguido de dos enfermeras.
-Ahora te van a preparar y en 15 minutos entramos en quirófano-explicó el doctor Kauffman con una sonrisa.
Asintió en silencio y se incorporó en la cama, dejando que le tomaran la presión y la temperatura. Cerró los ojos arrugando la frente mientras le cogían una vía en su mano derecha, soltando el aire retenido cuando le dijeron que ya habían terminado.
Les dejaron a solas para que se fueran despidiendo de su familia y amigos. Recostado en la cama, sonreía oyéndoles hablar tan nerviosos como estaban que solo acertaban a decir bobadas.
Pasado el tiempo las enfermeras entraron de nuevo y los chicos se despidieron. Solo se quedó la familia, que le abrazaron y besaron con fuerza.
-Nos vemos en 1 hora-susurró Simone abrazando a su hijo.
Asintió y una vez que le soltó estrechó la mano de su padrastro. Su padre también le dio un abrazo y el de su hermano fue el mejor. Se fundieron por unos minutos, cerrando los ojos los dos suspirando.
-Bill….yo…-comenzó a decir Tom.
-¿Listo?-interrumpió el doctor Kauffman.
Se separaron con pesar. Miró a su hermano interrogándole con la mirada, pero Tom solo negó con la cabeza suspirando y salió de la habitación. Sus padres le acompañaron y le dejaron en buenas manos.
-…chate, no te preocupes por nada-le animó una de las enfermeras.
La obedeció suspirando y se dejó hacer. Entre las dos enfermeras empujaron la cama y le sacaron de la habitación, pasando por el pasillo en donde todos sonrieron al verle, dándole su apoyo.
Les devolvió la sonrisa y les dijo adiós con la mano. Le metieron por una puerta que comunicaba con el quirófano y una vez en él no puedo evitar temblar. Ya no eran nervios, era un profundo miedo….
Con ayuda de dos enfermeros se pasó a la camilla y se tumbó en ella con la respiración agitada. Fijó la mirada en el techo, evitando mirar la gran lámpara que en esos momentos estaba apagada.
A su alrededor había mucho movimiento. Escuchaba como el doctor Kauffman ordenaba que le trajeran eso y se llevaran aquello. Casi pegó un bote cuando una enfermera le colocó un gorro de plástico apartándole de la cara su largo pelo, lacio en esos momentos.
-Esto ya está-anunció el doctor Kauffman sonriéndole.
Se acercó a la camilla y le hizo una señal al anestesista, que se colocó tras su cabeza y le puso delante de la cara una mascarilla.
-Ahora te vamos a dormir-le explicó el doctor Kauffman-Quiero que respires hondo y no pienses en nada, solo relájate.
Asintió con la cabeza. Cerró los ojos y aspiró hondo el gas que emanaba de la mascarilla. Pero aunque el doctor Kauffman le pidió que no pensara en nada, su último pensamiento coherente antes de caer inconsciente fue para su hermano.
“Te amo”-quiso gritar bien alto.