La mañana siguiente no fue igual a las demás; Bill no se levantó como lo hacia siempre para prepararle el desayuno a su hermano mayor; si no que a pesar de no tener rastros de sueño se quedó descansando en su cama hasta que dieron las 12 del día.
Encendió el televisor, recorrió uno a uno los canales sin encontrar nada interesante. Hasta que en uno de aquellos programas de música se encontró con el video que les hizo a él y a su banda entrar en la fama y se quedó observándolo mientras tarareaba en voz baja.
“Ich muss durch den Monsun
Hinter die Welt
Ans Ende der Zeit
Bis kein Regen mehr fällt
Gegen den Sturm
Am Abgrund entlang
Und wenn ich nichtmehr kann
Denke ich daran
Irgendwann laufen wir zusammen
Durch den Monsun”
Allí estaba su hermano otra vez, con sus rastas rubias cayéndole libremente por su espalda y con la sonrisa idéntica a la suya. Aún tenía aquella tierna cara de niño, que intentaba ocultar con piercings y ropas tres veces más grandes de las que necesitaba.
Se quedó embobado mirando la pantalla, sonriendo hasta que finalizó el videoclip. Fue hasta entonces que no se había percatado de la presencia de su gemelo que le observaba fijamente. Le miró con confusión, no sabía cómo ni desde cuando le estaba mirando así.
- Pensaba que harías el desayuno como todos los días, pero al ver que no fue así me preocupé y vine a ver si te había pasado algo – se explicó el mayor mientras una tímida sonrisa se apoderaba de Bill.
- Que exagerado -respondió- Ah, pero ni te creas que soy tu empleado para tener que servirte, ¿Qué acaso crees que estaré obligado a andar detrás de ti por el resto de nuestras vidas?
- Mhmm… Eso está por verse- le dijo Tom mientras se abalanzaba sobre él y comenzaba a hacerle cosquillas, haciendo que Bill se retorciera de la risa.
-Basta Tom!- intentaba zafarse del cuerpo de Tom, pero no éste no le dejó. Su hermano era igual de delgado que él, pero la gran diferencia era que se ejercitaba, algo que él nunca hacía, por lo que por más que luchó pataleando no tuvo la fuerza suficiente para sacárselo de encima. Aunque por otro lado, tampoco tenía muchas ganas de que terminara aquel momento de felicidad.
Pasaron así los minutos, los gemelos continuaban jugando como si fueran niños pequeños. Aquél momento les producía una sensación de felicidad, sus risas eran tan naturales y espontáneas que por unos minutos parecía que el mundo no existía aparte de ellos. Sentían que habían vuelto a tener 10 años a pesar que ya doblaban esa edad, pero no les importaba en lo absoluto.
No fueron interrumpidos por nada ni nadie, excepto cuando Bill sintió que le faltaba el aire y muy a su pesar tuvo que separarse de su hermano –o más bien dicho intentarlo-.
-Para por favor Tom- dijo Bill tratando de volver a respirar, ya que en medio de tanta risa no había podido hacerlo regularmente. – Tengo que ir a preparar el desayuno….-añadió, pero al parecer su gemelo no le quería dejar escapar y le dejó un brazo atrapado. -Aunque pensándolo bien a esta hora vendría siendo almuerzo -rió.
Su hermano se unió a su risa y finalmente decidió dejarlo libre, pero antes de que Bill alcanzara a incorporarse lo detuvo.
-Tú descansa, que hoy me toca a mí hacer la comida- dijo el mayor mientras se dirigía hacia la cocina.
Bill se acomodó mejor en la cama, suspirando en medio de un total estado de felicidad. Pero su mente le traicionó nuevamente y comenzó a divagar acerca de lo que había respondido a su gemelo cuando hablaban del desayuno.
-¿Qué acaso crees que estaré obligado a andar detrás de ti por el resto de nuestras vidas?
Por como iban las cosas a esa altura, parecía que si. Desde que tenía memoria había sido siempre el hermano que cedía primero en las discusiones, el que siempre estaba disponible cuando le necesitaran. Tuvo que aguantar en muchas ocasiones ver a su reflejo tener una chica diferente por noche. Y él ahí, esperándole, con la esperanza de que algún día se diera cuenta que moría por estar con él.
¿Pero hasta cuando duraría eso? ¿Qué pasaba si su hermano nunca lo tomaba en cuenta?
Algún día su hermano formaría una familia, tendría hijos… y eso podía estar más cerca de lo que creía. ¿Qué pasaría con él entonces? Quedaría solo, en segundo plano, amándole en secreto como lo había echo toda su vida y sufriendo en silencio.
¿Acaso no tenía también el derecho de ser feliz? ¿Nunca se sentiría amado o deseado?
A sus 20 años sólo había tenido una novia “seria” que nunca amó realmente.
Y de eso hacía más de 5 años.
Nunca había abierto las puertas a una nueva persona en su vida…porque no se imaginaba una relación con alguien que no fuera su hermano.
La poca autoestima que restaba en él se hizo presente.
-No me vendría mal un poco de compañía, o si?- pensó.
Fue en ese momento que tomó una decisión.
Encendió el televisor, recorrió uno a uno los canales sin encontrar nada interesante. Hasta que en uno de aquellos programas de música se encontró con el video que les hizo a él y a su banda entrar en la fama y se quedó observándolo mientras tarareaba en voz baja.
“Ich muss durch den Monsun
Hinter die Welt
Ans Ende der Zeit
Bis kein Regen mehr fällt
Gegen den Sturm
Am Abgrund entlang
Und wenn ich nichtmehr kann
Denke ich daran
Irgendwann laufen wir zusammen
Durch den Monsun”
Allí estaba su hermano otra vez, con sus rastas rubias cayéndole libremente por su espalda y con la sonrisa idéntica a la suya. Aún tenía aquella tierna cara de niño, que intentaba ocultar con piercings y ropas tres veces más grandes de las que necesitaba.
Se quedó embobado mirando la pantalla, sonriendo hasta que finalizó el videoclip. Fue hasta entonces que no se había percatado de la presencia de su gemelo que le observaba fijamente. Le miró con confusión, no sabía cómo ni desde cuando le estaba mirando así.
- Pensaba que harías el desayuno como todos los días, pero al ver que no fue así me preocupé y vine a ver si te había pasado algo – se explicó el mayor mientras una tímida sonrisa se apoderaba de Bill.
- Que exagerado -respondió- Ah, pero ni te creas que soy tu empleado para tener que servirte, ¿Qué acaso crees que estaré obligado a andar detrás de ti por el resto de nuestras vidas?
- Mhmm… Eso está por verse- le dijo Tom mientras se abalanzaba sobre él y comenzaba a hacerle cosquillas, haciendo que Bill se retorciera de la risa.
-Basta Tom!- intentaba zafarse del cuerpo de Tom, pero no éste no le dejó. Su hermano era igual de delgado que él, pero la gran diferencia era que se ejercitaba, algo que él nunca hacía, por lo que por más que luchó pataleando no tuvo la fuerza suficiente para sacárselo de encima. Aunque por otro lado, tampoco tenía muchas ganas de que terminara aquel momento de felicidad.
Pasaron así los minutos, los gemelos continuaban jugando como si fueran niños pequeños. Aquél momento les producía una sensación de felicidad, sus risas eran tan naturales y espontáneas que por unos minutos parecía que el mundo no existía aparte de ellos. Sentían que habían vuelto a tener 10 años a pesar que ya doblaban esa edad, pero no les importaba en lo absoluto.
No fueron interrumpidos por nada ni nadie, excepto cuando Bill sintió que le faltaba el aire y muy a su pesar tuvo que separarse de su hermano –o más bien dicho intentarlo-.
-Para por favor Tom- dijo Bill tratando de volver a respirar, ya que en medio de tanta risa no había podido hacerlo regularmente. – Tengo que ir a preparar el desayuno….-añadió, pero al parecer su gemelo no le quería dejar escapar y le dejó un brazo atrapado. -Aunque pensándolo bien a esta hora vendría siendo almuerzo -rió.
Su hermano se unió a su risa y finalmente decidió dejarlo libre, pero antes de que Bill alcanzara a incorporarse lo detuvo.
-Tú descansa, que hoy me toca a mí hacer la comida- dijo el mayor mientras se dirigía hacia la cocina.
Bill se acomodó mejor en la cama, suspirando en medio de un total estado de felicidad. Pero su mente le traicionó nuevamente y comenzó a divagar acerca de lo que había respondido a su gemelo cuando hablaban del desayuno.
-¿Qué acaso crees que estaré obligado a andar detrás de ti por el resto de nuestras vidas?
Por como iban las cosas a esa altura, parecía que si. Desde que tenía memoria había sido siempre el hermano que cedía primero en las discusiones, el que siempre estaba disponible cuando le necesitaran. Tuvo que aguantar en muchas ocasiones ver a su reflejo tener una chica diferente por noche. Y él ahí, esperándole, con la esperanza de que algún día se diera cuenta que moría por estar con él.
¿Pero hasta cuando duraría eso? ¿Qué pasaba si su hermano nunca lo tomaba en cuenta?
Algún día su hermano formaría una familia, tendría hijos… y eso podía estar más cerca de lo que creía. ¿Qué pasaría con él entonces? Quedaría solo, en segundo plano, amándole en secreto como lo había echo toda su vida y sufriendo en silencio.
¿Acaso no tenía también el derecho de ser feliz? ¿Nunca se sentiría amado o deseado?
A sus 20 años sólo había tenido una novia “seria” que nunca amó realmente.
Y de eso hacía más de 5 años.
Nunca había abierto las puertas a una nueva persona en su vida…porque no se imaginaba una relación con alguien que no fuera su hermano.
La poca autoestima que restaba en él se hizo presente.
-No me vendría mal un poco de compañía, o si?- pensó.
Fue en ese momento que tomó una decisión.
