Cerró sus cansados ojos, imaginando por una milésima de segundo cómo sería estar en su casa, junto a su madre y mejores amigos, sin nadie que interfiriera en su vida. Estar tranquilo, relajado, disfrutando cada momento junto a su hermano. Sentía la necesidad de escapar, de esconderse, mas no podía. Esa era su vida, la que escogió, por la cual luchó y quejarse a esas alturas no tenía mucho sentido para él.
Lo habían convencido de ir a aquel lugar, y el accedió con la esperanza de olvidarse un poco de sus sentimientos y dejarse llevar. Pero todos sus planes se arruinaron cuando vio que “ella” iba a acompañarlos, con la clara intención de gritarle al mundo que era la nueva novia de su hermano.
El bullicio de la fiesta se le hizo cada vez menos nítido, casi no podía distinguir a las personas. Sólo veía rostros, risas, gestos de personas desconocidas bailando desenfrenadamente, algunas gritándole, pero poco a poco se iban desvaneciendo, como si sólo fueran siluetas dando vueltas. Estas imágenes comenzaban a marearlo, no quería estar allí. No en ese momento.
Caminó lentamente hacia la barra, en donde un tipo se encontraba sirviendo bebidas.
Se sentó en el banco más lejano, y pidió un refresco, esperando que lo sacara de ese trance, pero no consiguió nada. A solo unos metros del, se encontraba la feliz pareja besándose como si se fuera a acabar el mundo.
Esa escena le dio asco, y se dio cuenta que debía salir lo más rápido de allí o se quebraría en cualquier momento.
-Es tan contradictorio, te tengo tan cerca pero a la vez tan lejos…
Caminó, prácticamente arrastrándose hacia su departamento. Apenas estuvo adentro, dio un sonoro portazo y suspiró. No era un buen día para él.
-Probablemente sea el estrés el que me tiene tan sensible - pensó. Todos los días conciertos, todas las noches llegar con todo el cuerpo adolorido por la actividad física, de mal humor y por sobre todo cansado. Dormir por unas pocas en el día mientras viajas hacia tu próximo destino para llegar a un nuevo lugar desconocido, dar una conferencia de prensa, soportar miles de flashes tomando cada detalle de tu rostro, ver cómo te mencionan en la revista más chismosa del país…
Era cierto, el estrés era parte de su deplorable estado anímico, pero no era la causa principal y él lo sabía.
Decidió tomar una ducha en un intento de relajarse y lo logró, aunque sólo fue por unos pocos minutos. Sentía una gran opresión en el pecho, que lo había estado acompañando durante todo el último tiempo de gira. Cada día debía sonreír, mostrarse como una persona fuerte y feliz, cuando por dentro se sentía totalmente perdido, no tenía un rumbo fijo que seguir ni algo que lo motivara a continuar. El mundo lo veía como un ídolo, un sueño, una persona perfecta que lo tenía todo; dinero, fama, miles de fans que soñaban con conocerlo. No sabían que cada noche, después de un show en el cual le gritaba silenciosamente al mundo su soledad, lloraba desconsoladamente por sentirse abandonado y sin esperanzas.
No quería dar autógrafos, no respondía de buena gana las entrevistas. Su gemelo se alejaba lo más posible que podía del, hasta el punto de hablarle sólo lo más necesario, pero sus razones eran muy diferentes a las que Bill creía.
-Yo también siento, ¿sabías?– dijo mirando su imagen en el espejo, recordando cómo hace sólo unos días su hermano, en medio de una discusión, le había gritado y reprochado su actitud el último tiempo, diciéndole que ya no era el Bill que él conocía, que se había convertido en una piedra sin sentimientos.
-Siento cada vez que me abandonas, siento un cuchillo que atraviesa mi corazón cada vez que me dejas solo. Me haces daño, me desangro al verte con alguien más.
Examinó su figura en aquél objeto, cada día estaba más delgado. Notó las visibles ojeras que tenía, además de su antes perfecto maquillaje esparcido por todo su rostro. Pero en lo que más se fijó fue en sus ojos, estaban sin aquél brillo característico de su persona, lucían tristes y apagados. Sintió lástima por si mismo.
- Te estoy gritando que te amo, pero no me escuchas. Trato de decirte, mostrarte que estoy aquí y que necesito ser más que tu hermano, pero mis palabras no llegan a tus oídos. Estoy justo a tu lado ¿Por qué no me ves? ¿Acaso estoy tan vacío que ya no soy nadie?
Recordaba momentos en que cuando eran más pequeños y él sentía frío o miedo, buscaba inmediatamente los brazos de su hermano, que siempre lo recibía con confianza y cariño. Con él todos los miedos se iban, su calor era la cura para todo.
-¿Por qué te alejas cada vez más de mí de un día para otro? ¿En qué punto me equivoqué? ¿Acaso tomé mucha confianza y te asustaste? ¿O realmente estas enamorado de ella?
No le parecía, no quería creerlo. Ella no se lo merecía, era una sanguijuela que sólo quería sacar provecho de ser la pareja del guitarrista más conocido en toda Alemania. Estaba seguro de ello. Pero, ¿Por qué su hermano le seguía el juego?
Eran preguntas que se hacía desde que Tom había anunciado que estaba de novio. Una rubia teñida, cantante, pero totalmente artificial. Nunca supo de donde había salido, sólo sabía que desde que ella apareció en la vida de su gemelo su relación con él nunca más fue la misma. Se notaba a kilómetros que no amaba al de rastas, su tono de voz era fingido, lo tomaba posesivamente y lo besaba cada vez que había cámaras alrededor. Pero al parecer Tom no se daba cuenta de eso, o simplemente, no le molestaba.
En simples palabras: La odiaba.
Lo habían convencido de ir a aquel lugar, y el accedió con la esperanza de olvidarse un poco de sus sentimientos y dejarse llevar. Pero todos sus planes se arruinaron cuando vio que “ella” iba a acompañarlos, con la clara intención de gritarle al mundo que era la nueva novia de su hermano.
El bullicio de la fiesta se le hizo cada vez menos nítido, casi no podía distinguir a las personas. Sólo veía rostros, risas, gestos de personas desconocidas bailando desenfrenadamente, algunas gritándole, pero poco a poco se iban desvaneciendo, como si sólo fueran siluetas dando vueltas. Estas imágenes comenzaban a marearlo, no quería estar allí. No en ese momento.
Caminó lentamente hacia la barra, en donde un tipo se encontraba sirviendo bebidas.
Se sentó en el banco más lejano, y pidió un refresco, esperando que lo sacara de ese trance, pero no consiguió nada. A solo unos metros del, se encontraba la feliz pareja besándose como si se fuera a acabar el mundo.
Esa escena le dio asco, y se dio cuenta que debía salir lo más rápido de allí o se quebraría en cualquier momento.
-Es tan contradictorio, te tengo tan cerca pero a la vez tan lejos…
Caminó, prácticamente arrastrándose hacia su departamento. Apenas estuvo adentro, dio un sonoro portazo y suspiró. No era un buen día para él.
-Probablemente sea el estrés el que me tiene tan sensible - pensó. Todos los días conciertos, todas las noches llegar con todo el cuerpo adolorido por la actividad física, de mal humor y por sobre todo cansado. Dormir por unas pocas en el día mientras viajas hacia tu próximo destino para llegar a un nuevo lugar desconocido, dar una conferencia de prensa, soportar miles de flashes tomando cada detalle de tu rostro, ver cómo te mencionan en la revista más chismosa del país…
Era cierto, el estrés era parte de su deplorable estado anímico, pero no era la causa principal y él lo sabía.
Decidió tomar una ducha en un intento de relajarse y lo logró, aunque sólo fue por unos pocos minutos. Sentía una gran opresión en el pecho, que lo había estado acompañando durante todo el último tiempo de gira. Cada día debía sonreír, mostrarse como una persona fuerte y feliz, cuando por dentro se sentía totalmente perdido, no tenía un rumbo fijo que seguir ni algo que lo motivara a continuar. El mundo lo veía como un ídolo, un sueño, una persona perfecta que lo tenía todo; dinero, fama, miles de fans que soñaban con conocerlo. No sabían que cada noche, después de un show en el cual le gritaba silenciosamente al mundo su soledad, lloraba desconsoladamente por sentirse abandonado y sin esperanzas.
No quería dar autógrafos, no respondía de buena gana las entrevistas. Su gemelo se alejaba lo más posible que podía del, hasta el punto de hablarle sólo lo más necesario, pero sus razones eran muy diferentes a las que Bill creía.
-Yo también siento, ¿sabías?– dijo mirando su imagen en el espejo, recordando cómo hace sólo unos días su hermano, en medio de una discusión, le había gritado y reprochado su actitud el último tiempo, diciéndole que ya no era el Bill que él conocía, que se había convertido en una piedra sin sentimientos.
-Siento cada vez que me abandonas, siento un cuchillo que atraviesa mi corazón cada vez que me dejas solo. Me haces daño, me desangro al verte con alguien más.
Examinó su figura en aquél objeto, cada día estaba más delgado. Notó las visibles ojeras que tenía, además de su antes perfecto maquillaje esparcido por todo su rostro. Pero en lo que más se fijó fue en sus ojos, estaban sin aquél brillo característico de su persona, lucían tristes y apagados. Sintió lástima por si mismo.
- Te estoy gritando que te amo, pero no me escuchas. Trato de decirte, mostrarte que estoy aquí y que necesito ser más que tu hermano, pero mis palabras no llegan a tus oídos. Estoy justo a tu lado ¿Por qué no me ves? ¿Acaso estoy tan vacío que ya no soy nadie?
Recordaba momentos en que cuando eran más pequeños y él sentía frío o miedo, buscaba inmediatamente los brazos de su hermano, que siempre lo recibía con confianza y cariño. Con él todos los miedos se iban, su calor era la cura para todo.
-¿Por qué te alejas cada vez más de mí de un día para otro? ¿En qué punto me equivoqué? ¿Acaso tomé mucha confianza y te asustaste? ¿O realmente estas enamorado de ella?
No le parecía, no quería creerlo. Ella no se lo merecía, era una sanguijuela que sólo quería sacar provecho de ser la pareja del guitarrista más conocido en toda Alemania. Estaba seguro de ello. Pero, ¿Por qué su hermano le seguía el juego?
Eran preguntas que se hacía desde que Tom había anunciado que estaba de novio. Una rubia teñida, cantante, pero totalmente artificial. Nunca supo de donde había salido, sólo sabía que desde que ella apareció en la vida de su gemelo su relación con él nunca más fue la misma. Se notaba a kilómetros que no amaba al de rastas, su tono de voz era fingido, lo tomaba posesivamente y lo besaba cada vez que había cámaras alrededor. Pero al parecer Tom no se daba cuenta de eso, o simplemente, no le molestaba.
En simples palabras: La odiaba.