Dos meses después...
Ya eran las once de la noche y la pareja ya se había metido en la cama, aun no tenían sueño así que decidieron pensar en los nombres del bebé, en tres días más, Bill se haría una ecografía y sabría el sexo de su bebé, pero la emoción de pensar en como se llamaría les motivaba así que comenzaron.
-Ángeles me gusta -dijo Bill -es un nombre muy tierno y podríamos llamarle Angie-.
-Es lindo, pero yo también he pensado algunos Sheril o Cibyll si es niña y si es un niño me gustan Liam o Alan... ¿qué te parecen? -preguntó Tom con ojos ensoñadores.
-Preciosos, me gustan esos nombres, con esos nos quedamos- asintió el pelinegro- aun nos falta decorar la habitación del bebé -
-Eso no será problema, con la ayuda de Simone y Gordon no nos demoraremos tanto en arreglarla.
-Si, tienes razón -
Casi nada de tiempo le costó decidir los nombres que llevaría su bebé, y casi nada se demoraron en sumergirse en el océano del placer, hacían el amor dulce y cuidadosamente, pues ambos sentían temor de hacerle algún daño al bebé, sin embargo las caricias de Tom y la forma en que le hacía el amor a Bill, les dejaba sin aliento, en casi una hora de experimentar la deliciosa y excitante noche de amor ambos alcanzaron el éxtasis y después de recuperar el aliento y de repetirse innumerables veces "te amo", cayeron profundamente dormidos.
Bill despertó a las cinco de la madrugada, incomodo y con mucho dolor en su vientre, se incorporó lentamente en la cama y se levantó , ya que la posición en la que estaba le hacía sentir aprisionada la barriga, caminó y salió de su alcoba, pero al estar fuera de ella un dolor indescriptible le hizo gritar despertando a Tom de inmediato, el de rastas se levantó y corrió a fuera al ver que Bill no estaba a su lado, al verlo apoyado en la pared con lagrimas en sus ojos, comprendió que algo no andaba bien.
-Bill, cariño... ¿qué te pasa?-
-No lo se...uhhh, creo que el bebé quiere nacer...-
-Pe, pero....aun no tienes los nueve meses- dijo Tom nervioso y asustado, por que al parecer el parto se había adelantado.
-Tomy...no hay ummm...-sintió una contracción -no hay tiempo, llévame al hospital-
El de rastas corrió por un abrigo para Bill y uno para él, sin nada más, ayudó a Bill a bajar las escaleras y se fueron a toda prisa al hospital, allá llegaron en casi madia hora y de inmediato unas enfermaras ayudaron a Bill, pues llevaba una cara muy pálida y estaba apunto de desmayarse, así que lo llevaron directo a la sala de partos, en donde comprobaron que los latidos del corazón del bebé eran muy débiles, se debía hacer una cesárea de urgencia, mientras sedaban a Bill de la cintura para abajo, Tom esperaba afuera solo esperando a que Simone y Gordon llegaran al hospital.
-Tom...cariño -dijo Simone al verlo sentado con las manos en su rostro -¿cómo está mi hijo?-
-No lo se, aun no han salido a decirme algo...-no pudo evitar llorar por que estaba muy preocupado.
-Calma hijo -le consoló Gordon, poniendo una mano en su hombro -todo saldrá bien-.
-Eso espero, por que no soportaría que...-
-¡No digas estupideces! -le grito Simone a punto de llorar - lo siento Tom, es que estoy muy nerviosa-
-Lo se, no te preocupes, tienes razón, no debo hablar idioteces-
-Ya, tranquilos los dos...ya vendrá alguien a darnos noticias- les dijo Gordon, quien escondía con mucha dificultad su grado de preocupación.
Dentro de la sala de partos, el médico que se encargó de la cirugía le decía a Bill que tuviera calma, que partos de siete meses ocurrían con mucha frecuencia y que solo algunos traían problemas a los bebés, pero Bill no podía contenerse y no dejaba de llorar. Cuando el medico sacó al bebé se dio cuenta de que tenía el cordón enredado en su cuellito, ahí estaba la razón de su pulso bajo y de su nacimiento tan temprano, el bebé solo quería vivir y estaba luchando por eso. Apenas le desenrolló el cordón del cuello, lo cortó y se lo dio a una enfermera que intentó reanimarlo por más de cinco minutos, cinco minutos que parecieron una eternidad. Pero todo temor de perder a ese pequeñito ser desapareció cuando su llanto inundó toda la sala, todos respiraron aliviados y lo primero que hicieron después de terminar la reanimación, fue envolverlo en una mantita y llevárselo a su padre, que ya se moría por tenerlo en sus brazos y decirle cuanto lo amaba.
-Aquí está tu bebé... es un niño...ya todo está bien, puedes estar tranquilo -le dijo la enfermera apoyando a su bebé en su pecho para que Bill le besara la cabecita, ya que no podía sostenerlo aun, por que recién acababan de cerrar su cesárea.
-Mi bebé...ya estás aquí...y estás bien -lloró emocionado el pelinegro acariciando sus rosaditas mejillas.
Luego se llevaron a Bill a su sala, para que descansara un poco antes de recibir visitas, mientras el medico salía a dar las buenas noticias a sus ya estresados parientes, que se paseaban de un lado a otro muertos de la incertidumbre.
-Buenos...días - les saludó al ver los primeros rayos del sol entrar por la ventana -ya pueden estar tranquilos, todo salió bien, nació un hermoso niño -
Todos sus piraron aliviados, Simone sintió que sus piernas se doblaban y tuvo que tomar asiento - pero, ¿por qué nació de siete meses? -preguntó ella.
-El bebé tenía el cordón enredado en su cuello, así que lo más natural era que Bill se sintiera mal por que el bebé trato de "nacer a como de lugar" -dijo haciendo comillas con sus dedos, era eso o...morir-
-Wao -Tom, no podía creer lo que un bebé era capaz de hacer por trata de salvar su vida.
-Para que vean...los bebés sienten y saben lo que les pasa, bueno, ahora debo volver...verán a Bill en el sexto piso, allí pregunten en que sala está, pero ahora debe estar descansando, mientras pueden ver al bebé, en la sala de recién nacidos-
Todos agradecieron al médico y se dirigieron inmediatamente a la sala neonatal, en donde preguntaron cual era su bebé y una enfermera a través de un vidrio les indicó cual era.
-Oh es hermoso, y es tan diminuto -dijo Simone apretando sus manos en su pecho.
Tom suspiró aliviado al verlo moverse enérgico, se veía saludable y esto lo hacía inmensamente feliz.
Después de tres horas, en las cuales Simone aprovechó para ir a casa de los chicos a buscar ropita para el bebé y cosas para Bill, pudieron entrar a saludar al pelinegro, quien los esperaba sentado con el bebé en sus brazos, quien dormía placidamente.
-¡Felicidades! - exclamaron Simone y Gordon apenas entraron a la sala -oh, está durmiendo, lo sentimos Bill ¿lo despertamos?- dijo Gordon tapándose la boca con las manos.
-No, tiene el sueño muy pesado -rió el pelinegro.
Después de ellos entró Tom, quien traía un ramo de rosas blancas en una mano y un tierno peluche en la otra -hola cielo, ¿cómo te sientes? -preguntó besando sus labios.
-Bien, duele y molesta un poco, pero si no me muevo muy brusco no siento casi nada, ¿quieres cargarlo?- le pregunta sonriéndole.
Tom toma a su hijo suavemente y lo arrima en su pecho, ríe emocionado al ver que empieza a abrir sus ojitos y abre su boquita para bostezar -hola pequeño...vaya susto que nos hiciste pasar, eres tan pequeñito...te pareces a tu papi -le dice mirando a Bill.
-Entonces ¿cómo le llamaremos? -pregunta Gordon.
Tom inconscientemente se adelanta a Bill y contesta primero -se llamará Liam -.
Todos asienten y concuerdan que ese es un nombre precioso.
Cinco meses después...
Mientras Bill le da el biberón a su pequeño, Tom, termina los últimos detalles de la habitación de Liam, ya que no contaban con tanto tiempo libre y se habían demorado en arreglarla, mientras tanto el bebé dormía en la habitación de sus padres, algo que Bill adoraba, pues le encantaba abrir los ojos en la mañana y ver esa carita tan tierna, pero Simone le aconsejaba que ya era hora de que Liam durmiera en su cuarto, o de lo contrario se acostumbraría y no podrían sacarlo jamás de ahí. Bill aceptaba con pesar que eso era verdad, pero por otro lado temía que su hijo se acostumbrara a dormir con ellos y así perder su intimidad, lo pensó mejor y decidió que ayudaría a Tom a terminar de decorar la habitación. En una semana ya estaba todo listo, una preciosa habitación en colores azules y celestes que reflejaban el fondo del mar, satisfechos con el resultado ambos padres llevan a su hijo para que se familiarice con su nueva habitación, eran las nueve de la noche y el pequeño Liam ya se quedaba dormido, Tom lo acostó en su cunita, lo arropó y esperó unos momentos para ver si despertaba, pero luego de diez minutos aun seguía profundamente dormido, así que la pareja le deseo las buenas noches a su hijo y se fue a su habitación a descansar.
En la mañana despertaron muy descansados, habían dormido toda la noche por que Liam no había despertado, Bill se levantó primero y fue a ver a su hijo, cuando entró en la habitación se sorprendió al verlo despierto, el bebé observaba con detalle cada dibujo de su habitación, los peces coloridos le llamaban mucho la atención y reía con un móvil del cual colgaban unos tiernos delfines, cuando Tom entró en la habitación Bill le tapó la boca para que no distrajera al bebé y lo pudiera observar.
-Míralo -susurró el pelinegro al oído de Tom -está hipnotizado-
-Si, parece que le ha encantado su habitación... tengo buen gusto- le dijo el de rastas en susurros.
-Sin duda lo tienes mi amor -le dijo el pelinegro y lo besó apasionadamente.
Cuando dejan el beso y recobran el aliento Bill decide que es hora del desayuno de su bebé, se acerca a él y lo coge suavemente, mientras Tom va por el biberón de Liam Bill le cambia el pañal y lo viste con un lindo trajecito de color celeste, cuando se prepara para salir de la habitación, el pequeño hace conocer su capacidad pulmonar y lanza un fuerte grito seguido de un incontrolable llanto, el pelinegro se asusta pensando en que algo malo le ha pasado a su bebé, pero cuando entra de nuevo en la habitación para revisarlo el llanto de su hijo cesa de inmediato, el pelinegro lo observa y ve como los ojitos de su hijo están pegados en los dibujos de peces que hay en las paredes, sonríe aliviado y llama a Tom.
Este sube corriendo y entra en la habitación tratando de recuperar el aliento -¿le pasó algo al bebé?- preguntó preocupado.
-No Tomy...mira, no puede dejar de mirar los dibujos que hiciste...creo que ya no podremos sacarlo de aquí -rió el pelinegro.
Tom rió también y juntos se quedaron allí, para darle la leche a su hijo y planear como harían para sacarlo de ahí.
Ya eran las once de la noche y la pareja ya se había metido en la cama, aun no tenían sueño así que decidieron pensar en los nombres del bebé, en tres días más, Bill se haría una ecografía y sabría el sexo de su bebé, pero la emoción de pensar en como se llamaría les motivaba así que comenzaron.
-Ángeles me gusta -dijo Bill -es un nombre muy tierno y podríamos llamarle Angie-.
-Es lindo, pero yo también he pensado algunos Sheril o Cibyll si es niña y si es un niño me gustan Liam o Alan... ¿qué te parecen? -preguntó Tom con ojos ensoñadores.
-Preciosos, me gustan esos nombres, con esos nos quedamos- asintió el pelinegro- aun nos falta decorar la habitación del bebé -
-Eso no será problema, con la ayuda de Simone y Gordon no nos demoraremos tanto en arreglarla.
-Si, tienes razón -
Casi nada de tiempo le costó decidir los nombres que llevaría su bebé, y casi nada se demoraron en sumergirse en el océano del placer, hacían el amor dulce y cuidadosamente, pues ambos sentían temor de hacerle algún daño al bebé, sin embargo las caricias de Tom y la forma en que le hacía el amor a Bill, les dejaba sin aliento, en casi una hora de experimentar la deliciosa y excitante noche de amor ambos alcanzaron el éxtasis y después de recuperar el aliento y de repetirse innumerables veces "te amo", cayeron profundamente dormidos.
Bill despertó a las cinco de la madrugada, incomodo y con mucho dolor en su vientre, se incorporó lentamente en la cama y se levantó , ya que la posición en la que estaba le hacía sentir aprisionada la barriga, caminó y salió de su alcoba, pero al estar fuera de ella un dolor indescriptible le hizo gritar despertando a Tom de inmediato, el de rastas se levantó y corrió a fuera al ver que Bill no estaba a su lado, al verlo apoyado en la pared con lagrimas en sus ojos, comprendió que algo no andaba bien.
-Bill, cariño... ¿qué te pasa?-
-No lo se...uhhh, creo que el bebé quiere nacer...-
-Pe, pero....aun no tienes los nueve meses- dijo Tom nervioso y asustado, por que al parecer el parto se había adelantado.
-Tomy...no hay ummm...-sintió una contracción -no hay tiempo, llévame al hospital-
El de rastas corrió por un abrigo para Bill y uno para él, sin nada más, ayudó a Bill a bajar las escaleras y se fueron a toda prisa al hospital, allá llegaron en casi madia hora y de inmediato unas enfermaras ayudaron a Bill, pues llevaba una cara muy pálida y estaba apunto de desmayarse, así que lo llevaron directo a la sala de partos, en donde comprobaron que los latidos del corazón del bebé eran muy débiles, se debía hacer una cesárea de urgencia, mientras sedaban a Bill de la cintura para abajo, Tom esperaba afuera solo esperando a que Simone y Gordon llegaran al hospital.
-Tom...cariño -dijo Simone al verlo sentado con las manos en su rostro -¿cómo está mi hijo?-
-No lo se, aun no han salido a decirme algo...-no pudo evitar llorar por que estaba muy preocupado.
-Calma hijo -le consoló Gordon, poniendo una mano en su hombro -todo saldrá bien-.
-Eso espero, por que no soportaría que...-
-¡No digas estupideces! -le grito Simone a punto de llorar - lo siento Tom, es que estoy muy nerviosa-
-Lo se, no te preocupes, tienes razón, no debo hablar idioteces-
-Ya, tranquilos los dos...ya vendrá alguien a darnos noticias- les dijo Gordon, quien escondía con mucha dificultad su grado de preocupación.
Dentro de la sala de partos, el médico que se encargó de la cirugía le decía a Bill que tuviera calma, que partos de siete meses ocurrían con mucha frecuencia y que solo algunos traían problemas a los bebés, pero Bill no podía contenerse y no dejaba de llorar. Cuando el medico sacó al bebé se dio cuenta de que tenía el cordón enredado en su cuellito, ahí estaba la razón de su pulso bajo y de su nacimiento tan temprano, el bebé solo quería vivir y estaba luchando por eso. Apenas le desenrolló el cordón del cuello, lo cortó y se lo dio a una enfermera que intentó reanimarlo por más de cinco minutos, cinco minutos que parecieron una eternidad. Pero todo temor de perder a ese pequeñito ser desapareció cuando su llanto inundó toda la sala, todos respiraron aliviados y lo primero que hicieron después de terminar la reanimación, fue envolverlo en una mantita y llevárselo a su padre, que ya se moría por tenerlo en sus brazos y decirle cuanto lo amaba.
-Aquí está tu bebé... es un niño...ya todo está bien, puedes estar tranquilo -le dijo la enfermera apoyando a su bebé en su pecho para que Bill le besara la cabecita, ya que no podía sostenerlo aun, por que recién acababan de cerrar su cesárea.
-Mi bebé...ya estás aquí...y estás bien -lloró emocionado el pelinegro acariciando sus rosaditas mejillas.
Luego se llevaron a Bill a su sala, para que descansara un poco antes de recibir visitas, mientras el medico salía a dar las buenas noticias a sus ya estresados parientes, que se paseaban de un lado a otro muertos de la incertidumbre.
-Buenos...días - les saludó al ver los primeros rayos del sol entrar por la ventana -ya pueden estar tranquilos, todo salió bien, nació un hermoso niño -
Todos sus piraron aliviados, Simone sintió que sus piernas se doblaban y tuvo que tomar asiento - pero, ¿por qué nació de siete meses? -preguntó ella.
-El bebé tenía el cordón enredado en su cuello, así que lo más natural era que Bill se sintiera mal por que el bebé trato de "nacer a como de lugar" -dijo haciendo comillas con sus dedos, era eso o...morir-
-Wao -Tom, no podía creer lo que un bebé era capaz de hacer por trata de salvar su vida.
-Para que vean...los bebés sienten y saben lo que les pasa, bueno, ahora debo volver...verán a Bill en el sexto piso, allí pregunten en que sala está, pero ahora debe estar descansando, mientras pueden ver al bebé, en la sala de recién nacidos-
Todos agradecieron al médico y se dirigieron inmediatamente a la sala neonatal, en donde preguntaron cual era su bebé y una enfermera a través de un vidrio les indicó cual era.
-Oh es hermoso, y es tan diminuto -dijo Simone apretando sus manos en su pecho.
Tom suspiró aliviado al verlo moverse enérgico, se veía saludable y esto lo hacía inmensamente feliz.
Después de tres horas, en las cuales Simone aprovechó para ir a casa de los chicos a buscar ropita para el bebé y cosas para Bill, pudieron entrar a saludar al pelinegro, quien los esperaba sentado con el bebé en sus brazos, quien dormía placidamente.
-¡Felicidades! - exclamaron Simone y Gordon apenas entraron a la sala -oh, está durmiendo, lo sentimos Bill ¿lo despertamos?- dijo Gordon tapándose la boca con las manos.
-No, tiene el sueño muy pesado -rió el pelinegro.
Después de ellos entró Tom, quien traía un ramo de rosas blancas en una mano y un tierno peluche en la otra -hola cielo, ¿cómo te sientes? -preguntó besando sus labios.
-Bien, duele y molesta un poco, pero si no me muevo muy brusco no siento casi nada, ¿quieres cargarlo?- le pregunta sonriéndole.
Tom toma a su hijo suavemente y lo arrima en su pecho, ríe emocionado al ver que empieza a abrir sus ojitos y abre su boquita para bostezar -hola pequeño...vaya susto que nos hiciste pasar, eres tan pequeñito...te pareces a tu papi -le dice mirando a Bill.
-Entonces ¿cómo le llamaremos? -pregunta Gordon.
Tom inconscientemente se adelanta a Bill y contesta primero -se llamará Liam -.
Todos asienten y concuerdan que ese es un nombre precioso.
Cinco meses después...
Mientras Bill le da el biberón a su pequeño, Tom, termina los últimos detalles de la habitación de Liam, ya que no contaban con tanto tiempo libre y se habían demorado en arreglarla, mientras tanto el bebé dormía en la habitación de sus padres, algo que Bill adoraba, pues le encantaba abrir los ojos en la mañana y ver esa carita tan tierna, pero Simone le aconsejaba que ya era hora de que Liam durmiera en su cuarto, o de lo contrario se acostumbraría y no podrían sacarlo jamás de ahí. Bill aceptaba con pesar que eso era verdad, pero por otro lado temía que su hijo se acostumbrara a dormir con ellos y así perder su intimidad, lo pensó mejor y decidió que ayudaría a Tom a terminar de decorar la habitación. En una semana ya estaba todo listo, una preciosa habitación en colores azules y celestes que reflejaban el fondo del mar, satisfechos con el resultado ambos padres llevan a su hijo para que se familiarice con su nueva habitación, eran las nueve de la noche y el pequeño Liam ya se quedaba dormido, Tom lo acostó en su cunita, lo arropó y esperó unos momentos para ver si despertaba, pero luego de diez minutos aun seguía profundamente dormido, así que la pareja le deseo las buenas noches a su hijo y se fue a su habitación a descansar.
En la mañana despertaron muy descansados, habían dormido toda la noche por que Liam no había despertado, Bill se levantó primero y fue a ver a su hijo, cuando entró en la habitación se sorprendió al verlo despierto, el bebé observaba con detalle cada dibujo de su habitación, los peces coloridos le llamaban mucho la atención y reía con un móvil del cual colgaban unos tiernos delfines, cuando Tom entró en la habitación Bill le tapó la boca para que no distrajera al bebé y lo pudiera observar.
-Míralo -susurró el pelinegro al oído de Tom -está hipnotizado-
-Si, parece que le ha encantado su habitación... tengo buen gusto- le dijo el de rastas en susurros.
-Sin duda lo tienes mi amor -le dijo el pelinegro y lo besó apasionadamente.
Cuando dejan el beso y recobran el aliento Bill decide que es hora del desayuno de su bebé, se acerca a él y lo coge suavemente, mientras Tom va por el biberón de Liam Bill le cambia el pañal y lo viste con un lindo trajecito de color celeste, cuando se prepara para salir de la habitación, el pequeño hace conocer su capacidad pulmonar y lanza un fuerte grito seguido de un incontrolable llanto, el pelinegro se asusta pensando en que algo malo le ha pasado a su bebé, pero cuando entra de nuevo en la habitación para revisarlo el llanto de su hijo cesa de inmediato, el pelinegro lo observa y ve como los ojitos de su hijo están pegados en los dibujos de peces que hay en las paredes, sonríe aliviado y llama a Tom.
Este sube corriendo y entra en la habitación tratando de recuperar el aliento -¿le pasó algo al bebé?- preguntó preocupado.
-No Tomy...mira, no puede dejar de mirar los dibujos que hiciste...creo que ya no podremos sacarlo de aquí -rió el pelinegro.
Tom rió también y juntos se quedaron allí, para darle la leche a su hijo y planear como harían para sacarlo de ahí.