Tokio Hotel World

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^-^Dediado a todos los Aliens ^-^


    Capitulo 11

    Thomas Kaulitz
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    Mensaje  Thomas Kaulitz Vie Jul 15, 2011 6:24 pm

    Le esperó en el apartamento. Eran las 11 de la mañana y ya lo tenía todo preparado. En una mochila vieja había metido unos bocadillos que él mismo había preparado y un par de botellas de agua. También había cogido una manta que dobló con cuidado y metió dentro también.

    Se cargó la mochila al hombro y cogió los dos cascos que había dejado en un rincón del apartamento la última vez que fueron usados. Arrugó la frente al recordar que fue con Andreas…. ¿dónde se había metido?

    Sacudió la cabeza, Bill llamaba a la puerta y no quería pensar en esos momentos en Andreas. Ya le echaría la bronca cuando descubriera que demonios estaba haciendo.

    -Buenos días-saludó abriendo la puerta.

    Se inclinó y le besó en los labios con toda la naturalidad del mundo. Se volvió y dejó bien cerrada la puerta del apartamento antes de acompañarle escaleras abajo.

    -¿Te han puesto alguna pega en casa?-preguntó por el camino.

    -Tuve que decir que pasaría el día con Georg-contestó Bill en voz baja-Mi padre sabe que estoy contigo, pero mi madre…

    -Ya, no me digas más-dijo Tom resoplando.

    Llegaron a donde tenía aparcada la moto y descolgándose la mochila se la pasó con una mano.

    -¿Puedes llevarla tú?-le pidió sonriendo.

    Bill asintió imitándole y se colgó la mochila con nervios a la espalda. Cuando hicieron planes el día anterior, Tom le dijo que metería una manta para no sentarse directamente en el suelo. Ya se hacía una idea más o menos de lo que iban a hacer sobre ella…

    -Y… ¿a dónde vamos?-preguntó Bill de repente.

    -Demos un paseo-contestó Tom guiñándole un ojo.

    Le tendió un casco y al ver que se lo quedaba mirando sin saber que hacer con el, no le quedó más remedio que ayudarle a ponérselo.

    -Recógete el pelo con una mano-le pidió con el casco sobre su cabeza.

    Bill le obedeció resoplando. Se recogió el pelo usando una goma que llevaba en la muñeca y se hizo una coleta baja con el. Se quedó muy quieto cuando Tom le colocó el casco y ató bajo su barbilla. Esperó a que él también se lo pusiera y se subiera a la moto.

    Entonces se montó tras él.

    -¿Es tu primera vez?-preguntó Tom volviéndose, alzando una ceja sonriendo.

    -Si Tom, es mi primera vez-contestó Bill sonrojándose.

    -Agárrate con fuerza a mi cintura, no quiero que salgas volando cuando arranque-le explicó.

    -Vale, pero no corras mucho-pidió Bill tragando con esfuerzo.

    Se acomodó mejor en el asiento y puso los brazos alrededor de Tom, agarrándose con fuerza a su cintura, impidiéndole casi respirar.

    -Si estás más cómodo, puede abrazarme mejor por el pecho-comentó Tom riendo.

    -Me alegro que esto te divierta murmuró Bill abrazándole mejor como le indicaba.

    Tom se volvió y metió la llave en el contacto. La giró y aceleró, quitando con el pie el estribo de la moto y arrancando con algo de brusquedad, haciendo que Bill se le agarrara con más fuerza gritando con los ojos cerrados.

    Frenó un poco y cogiendo el desvío de la derecha salió del pueblo ignorando las miradas que la gente les dirigían. Por el camino no podía dejar de sentir como Bill se le agarraba con más fuerza, como se le acercaba más….como le rozaba en la parte baja de la espalda con su entrepierna…

    Carraspeó tratando de cambiar de posición, pero nada. Bill tenía miedo de caer de la moto y se le acercaba cada vez más, sobretodo en las curvas que tomaba a gran velocidad. Sentía como le clavaba esas uñas tan largas a través de las dos camisetas que llevaba. Si no se relajaba, le iba a dejar señales…

    Y eso no era todo. Sentía que comenzaba a ponerse duro, como una erección arañaba la dura tela de su pantalón pidiendo a gritos que la dejasen salir al exterior.

    Giró la cabeza a la derecha y casi gritó aliviado al ver un claro en mitad de unos árboles. Tomo el camino de tierra que llevaba a el y paró la moto bajo uno de los árboles.

    -¿Qué pasa?-preguntó Bill sin atreverse a soltarle.

    -Estiremos un poco las piernas, baja-pidió Tom tratando de mantener la calma.

    -Pero si acabamos de…-empezó a decir Bill sin moverse.

    -Estoy entumecido, baja de una vez por favor-casi le gritó.

    Se movió con rapidez. Le soltó y apoyando una mano en su hombro se bajó de la moto. Se quitó el casco con una mano mientras que Tom aseguraba la moto y se bajaba, pensando en qué había hecho mal para que le gritara.

    -¿He hecho algo malo?-preguntó sin poder evitarlo.

    Tom se volvió quitándose el casco y arrojándolo al suelo, mirando a Bill con una amplia sonrisa en los labios.

    -¿A ti que te parece? No has parado de frotarte contra mí desde que salimos del pueblo…mira como me has puesto-contestó señalando sus pantalones.

    No quería mirar donde le indicaba, pero sus ojos ya volaron al bulto que sobresalía en sus tejanos. Se puso rojo como un tomate, lo que le arrancó una carcajada a Tom.

    -Bill, eres tan inocente…eso es lo que más me gusta de ti-murmuró Tom dando un paso en su dirección.

    Adivinando sus intenciones, Bill retrocedió dos pasos negando con la cabeza.

    -No querrás que lo hagamos aquí donde nos puede ver alguien-dijo mirando a su alrededor.

    -Bill, estamos a kilómetros del pueblo más cercano. Rodeados de árboles… ¿quién nos puede ver?-preguntó Tom riendo.

    Le quitó el casco sin que Bill hiciera nada por impedirlo. Se apoderó de sus labios antes de darle oportunidad de replicar. Llevó las manos a sus hombros y le soltó la mochila, dejándola caer al suelo. Entonces bajó las manos a la cintura de Bill y le atrajo por ella, haciendo que se frotara contra su dura entrepierna, poniéndole duro a él también con sus movimientos de cadera…

    El corazón de Bill latía apresurado, sus ojos se cerraron cuando respondió al beso de Tom. Contuvo el aliento cuando una mano de Tom abandonó su cintura y subió hasta la goma con la que se sujetó el pelo y se la quitó para poder pasar los dedos entre los mechones negros.

    -Hum…-gimió Bill contra los labios de Tom cuando sus dedos se enredaron en su pelo.

    -Lo siento-murmuró Tom sonriendo.

    Puso de nuevo las dos manos en su cintura y caminó llevándole con él, buscando refugio tras los árboles.

    -¿No cogemos…no cogemos la manta?-preguntó Bill contra sus labios.

    -El suelo es muy blando, no te preocupes por manchar tu ropa-rió Tom.

    Separaron los labios cuando dieron con el lugar indicado. Tom le cogió con firmeza de una mano y arrodillándose en el suelo tiró de él para que se sentara a su lado. Una vez hecho, se apoderó de sus labios de nuevo, haciéndole inclinarse hasta que su espalda tocó el suelo y se tumbó encima de él. Bajó los labios por su cuello, dejando un camino de húmedos besos mientras le escuchaba suspirar con los ojos abiertos.

    -Tom…no creo que sea buena idea…-seguía Bill sin estar muy convencido-En pleno día, podía aparecer cualquiera…

    -Ssshhhhh….-siseó Tom contra su piel-Relájate….

    Siguió besándole en el cuello mientras colaba una mano por su camiseta y se la subía hasta el pecho. Pasó los dedos por su pezón derecho, sonriendo al notar lo que habían encontrado sus dedos.

    -Vaya, el otro día no me di cuenta del piercing que llevas aquí-comentó Tom sonriendo.

    Abandonó el cuello y pasó a besarle el pecho, jugueteando con ese piercing con la punta de la lengua.

    -Si mi madre se entera…me mata…-susurró Bill entre jadeos.

    No pudo evitar llevas las manos a la cabeza de Tom, apremiándole para que no dejara de torturarle de esa tierna manera, sin dejar de revolverse bajo su cuerpo ni alzar las caderas desesperado.

    Sin soltar el pezón de sus labios, Tom llevó las manos más abajo y ya le desabrochaba lo pantalones. Metió una mano dentro y enseguida sus dedos cogieron su palpitante miembro para sacarlo al exterior y comenzar a masajearlo de arriba a abajo.

    -Estoy cansado de hacerlo todo yo-dijo Tom de repente.

    -¿Qué?-preguntó Bill con un hilo de voz.

    -Desabróchame-ordenó con suavidad Tom.

    Asintió con la cabeza y llevó sus manos a la entrepierna de Tom. El botón de metal que sujetaba sus pantalones era duro y desabrocharlo no fue tarea fácil. Sus dedos eran torpes al buscar y encontrar el cierre de su cremallera. La bajó con lentitud, consciente del bulto que sentía contra sus dedos.

    Bajó la mirada y la fijó en los boxers blancos que llevaba, en la gruesa hinchazón que asomaba por la bragueta abierta de Tom. Llevó una mano a ella, haciendo que Tom pegara un bote cuando pasó una uña por toda su longitud.

    -¿Quieres probar tú?-preguntó Tom alzando una ceja.

    -No sé si sabré…nunca he…-negó Bill retirando con brusquedad la mano.

    -¿Otra vez, quizás?-insistió Tom.

    Le vio asentir con la cabeza y no volvió a tocar el tema. No quería obligarle a hacer nada que no quisiera, con el tiempo Bill dejaría atrás la vergüenza y se entregaría en cuerpo y alma.

    Pero él no podía aguantar más. Soltó su miembro, que aún sostenía entre sus dedos, y se arrodilló a su lado. Se quitó la camiseta con las dos manos y terminó de desabrochar sus pantalones. Se sentó en el suelo para descalzarse y sacó del todo sus pantalones. Se puso en pie el tiempo suficiente para bajarse los boxers mientras veía como Bill le imitaba.

    Ya se había quitado la camiseta y él le ayudó con el resto. Le quitó las botas que llevaba y tiró de sus pantalones arrastrando con ellos sus boxers negros.

    Una vez desnudos del todo los dos, se tumbó de nuevo sobre su tembloroso cuerpo, sonriendo cuando le vio separar las piernas y hacerle hueco. Se acomodó entre sus muslos y alzó las caderas con sus manos.

    Llevó una de ellas hacia sus nalgas y las separó jugando con su entrada con la punta de los dedos. Le vio ponerse tenso, echar hacia atrás la cabeza y cerrar los ojos suspirando. Le preparó con hábiles dedos y entonces le penetró arrancándole un pequeño grito de placer.

    -Oh….Tom…-gimió Bill abrazándole fuertemente la espalda.

    Levantó más las piernas, rodeando con ellas las nalgas de Tom que se movían al compás de las embestidas. Sentía su cara enterrada en la curva de su cuello, que besaba y lamía arrancándole más gritos de placer.

    Ya no le importaba nada que no fuera lo que estaba viviendo en esos momentos, ni que el duro suelo le arañase la espalda o les pudiera ver alguien. Nada importaba porque Tom le amaba.

    Sintiéndose a punto de derramarse, Tom llevó una mano y tomó el miembro de Bill que se frotaba contra su estómago. Lo masajeó con rapidez hasta sentirle derramarse entre sus dedos, acelerando las embestidas hasta que él lo hizo dentro de su cuerpo.



    Se quedaron inmóviles durante unos minutos, agotados por ese arrebato de pasión mientras que sus respiraciones se hacían más lentas y sus cuerpos se relajaban.

    Sin poder quedarse quieto ni un minuto más, ya que el peso de Tom le impedía respirar con normalidad, Bill se retorció para escapar de debajo de él. Tom alzó la cabeza y con la cara a escasos milímetros de la de Bill, le sostuvo la mirada.

    Mirando esos ojos también castaños como los suyos, Bill sintió que le ardían las mejillas.

    -¿Podrías levantarte, por favor?-pidió en un susurro.

    -Eso no es muy romántico-comentó sonriendo Tom.

    -Lo siento, me estás aplastando y no puedo respirar-se explicó Bill.

    Tom suspiró y obedeció. Salió de su cuerpo a la vez que Bill bajaba las piernas que aún mantenía alrededor de su cintura. Se levantó y le tendió una mano para ayudarle, que Bill aceptó con una sonrisa. Le puso en pie y una vez a su altura le besó en los labios antes de inclinarse y recuperar sus ropas.

    Le imitó y empezó a buscar sus boxers por el suelo, hallándolos a escasos metros. Fue a por ellos y se los puso con rapidez, por si alguien pasaba en esos momentos y les pillaba a los dos completamente desnudos.

    Terminó de vestirse el primero y mientras veía como Bill se sentaba en el suelo para volver a calzarse sus botas, fue hacia donde habían dejado la moto y recuperó la mochila con los bocadillos. Era algo pronto para comer, pero el sexo le había abierto el apetito.

    Abrió la mochila y sacó la manta que tendió bajo la sombra de los árboles donde habían hecho el amor.

    -Ahora extiendes la manta-comentó Bill con una sonrisa burlona.

    -¿A qué no ha sido tan grave?-preguntó Tom imitándole-Sentir la hierba bajo tu cuerpo, tan suave mientras que yo…

    -Vale, mensaje captado-le cortó Bill levantando una mano.

    No quería que le recordara lo que acababan de hacer a plena luz del día. ¿Cuándo lo harían como el resto de las personas? En una cómoda cama, cubiertos por una delgada sábana…no en el suelo del apartamento o allí en mitad de la nada.


    Dejó de pensar en eso y se sentó en la manta aceptando el bocadillo que Tom le pasaba. Comieron en silencio, y una vez saciados se tumbaron presos del sueño. Se quedaron profundamente dormidos el uno en los brazos del otro, despertando horas más tarde.

    Volvieron al pueblo en la moto y Tom le llevó a su casa. Se les había hecho algo tarde y no quería que le riñeran sus padres. Paró la moto a escasos metros de la casa, por si la madre de Bill estaba casualmente asomada a la ventana. Esperó a que bajara él primero y luego lo hizo él, quitándose el casco y ayudándole con el suyo.

    -Acuérdate de lo de mañana-dijo Bill mientras se alisaba el pelo con las manos.

    -¿Aún sigues con eso?-preguntó Tom resoplando.

    -Es solo una comida, pero muy importante para mí-le pidió Bill haciendo un puchero.

    ¿Cómo resistirse si se lo pedía de esa manera? Asintió resoplando de nuevo a la vez que se apoderaba de sus labios y le daba un profundo beso.

    -¿Tengo que traer algo?-preguntó suspirando.

    -Nada, solo….bueno, solemos vestirnos de una manera más formal solo por ser domingo, pero…

    -No me digas más, cogeré mi smoking del tinte-bromeó Tom.

    Bill le fulminó con la mirada al tiempo que le sacaba la lengua, lo que hizo que Tom le cogiera en sus brazos y besara de nuevo. Sonrió contra sus labios, no le gustaba que le tomaran el pelo, pero a Tom se lo permitía si luego se disculpaba de tan dulce manera.

    Pasados unos minutos se separaron y Tom esperó hasta verle entrar en la casa, diciéndole adiós con la mano cuando se giró y le lanzó un beso con sus dedos. Entonces subió a la moto y la puso en marcha, regresando a su solitario apartamento.




    -¿Bill? ¿Eres tú?

    La voz de Simone Trümper hizo que su hijo maldijera por lo bajo. No acababa de poner un pie en casa y ya le estaban llamando. Se volvió para mirarse en el espejo de la entrada, maldiciendo de nievo al ver como en su pelo había ramitas secas y sus mejillas estaban sonrosadas. Trató de adecentarse antes de que su madre le preguntara si se había peleado con alguien o revolcado por el suelo.

    -¿No me oyes?-repitió Simone tras su hijo.

    Se giro resoplando al mismo tiempo que miraba a su madre.

    -¿Dónde has estado todo el día?-preguntó Simone echándole un repaso de arriba a abajo.

    -En el campo-contestó con rapidez.

    -¿Tú solo?-inquirió Simone alzando una ceja.

    -Con Tom-murmuró conteniendo el aliento.

    -Pero Bill… ¿qué ha pasado entre Georg y tú? Os he notado distantes, y me tienes muy preocupada…

    -Mamá, lo mío con Georg no iba a ninguna parte-explicó Bill a su madre-No era feliz a su lado…

    -Ya, y con Tom si lo eres. A pesar de lo que es-cortó Simone cruzándose de brazos.

    -Tom no ha matado a nadie-aseguró Bill con firmeza-Ha sido acusado injustamente y lo ha pasado muy mal en el reformatorio. Y te agradecería que mañana no sacaras ese tema de conversación en la comida de mañana.

    -¿Cómo?-preguntó Simone.

    -Le he invitado a comer a casa-contestó Bill poniendo un pie en la escalera-Me gustaría que le conocieras y vieras el buen muchacho que es, de la misma manera que yo lo vi el primer día que nuestras miradas se cruzaron.

    No le dio tiempo a su madre a responder. Huyó escaleras arriba sabiendo que iría a contárselo a su padre y él la convencería. Se encerró en su habitación suspirando y se desnudó camino del baño. Necesitaba una buena ducha, sentía la ropa sucia por haber estado rodando por el suelo…pero volvería a hacerlo si Tom se lo pidiera, repetiría una y mil veces ese día tan estupendo…

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