Tokio Hotel World

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^-^Dediado a todos los Aliens ^-^


    Capitulo 10

    Thomas Kaulitz
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    Fecha de inscripción : 11/07/2011
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    Mensaje  Thomas Kaulitz Vie Jul 15, 2011 6:08 pm

    Esa noche apenas pudo dormir, cada vez que cerraba los ojos veía la cara de Tom, sonriéndole antes de apoderarse de sus labios temblorosos. Sentía un hormigueo que le recorría el cuerpo de arriba a abajo, necesitaba volver a estar en sus brazos…con él dentro de su cuerpo mientras le hacía el amor lentamente…

    Suspiró y se dio la vuelta en la cama. Ya eran las 8 de la mañana y aunque nunca se levantaba antes de las 10 ese día hizo una excepción. Se dio una ducha rápida y bajó a desayunar con su padre.

    -Buenos días-saludó con una amplia sonrisa.

    Gordon se la devolvió de inmediato, aun sabiendo quien era el culpable de que su hijo estuviera en ese estado. Pero no podía hacer nada por impedirlo, más si estaba por medio la felicidad de su hijo. Solo quería que encontrara a la persona adecuada, que no le hicieran daño,…y parecía que Tom era el elegido.

    -¿Qué tal has dormido?-preguntó Gordon a su hijo.

    -Muy bien-mintió, a medias.

    Cuando pudo conciliar el sueño, tuvo uno muy especial que estaba deseando que se hiciera realidad en cuando esa tarde se reuniera con Tom. Pero no tuvo que esperar…

    -¿Quieres ayudarme tú hoy en la tienda?-preguntó Gordon de repente.

    Se quedó mirando a su padre sin comprender. Un día le prohibía acercarse a ella y al otro le daba su permiso.

    -David necesita la mañana libre-explicó Gordon-Y no quisiera molestar a Tom, pero si no quieres….

    -Voy-gritó Bill sin poderlo evitar.

    Se terminó el desayuno y cuando bajó su madre le dio un beso en la mejilla antes de que ella se lo pidiera.

    -Papá me necesita en la tienda-explicó por encima-Ya comeré con él y luego…he quedado con Georg.

    -No te retrases para la cena-advirtió Simone.

    Asintió y subió a ponerse una cazadora. Su padre le esperaba en el coche, al que subió sonriendo sin poder evitarlo.

    -¿Cuándo le contarás a tu madre que Georg y tú lo habéis dejado?-preguntó Gordon poniendo el coche en marcha.

    Se encogió de hombros como respuesta, tenía mucho miedo de la reacción de su madre, pondría el grito en el cielo al saber que se había acostado con un asesino…aunque esa parte se la podía pasar por alto, y Tom no era ningún asesino.

    -Ya veo-murmuró Gordon.

    Siguieron el resto de camino en silencio. Aparcó delante de la tienda y entró en ella seguido de su hijo. Era viernes y solo abrían por la mañana, y no esperaban mucha gente. Mientras repasaba unas facturas dejó a su hijo al cargo de la tienda, dejando su trabajo a un lado cuando alguien le pedía algo que Bill no entendía.

    Se le daba muy bien atender a los clientes, no sabía porque no quería hacerse cargo de la tienda. Sabía que vivían en un pueblo pequeño, pero aún tenía la esperanza que a su hijo se le quitara esa loca idea de la cabeza de salir de allí algún día e irse a vivir a la ciudad.

    -¿Papá?

    La voz de su hijo le sacó de sus pensamientos. Se levantó y atendió a una señora que buscaba una batería para su sobrino.

    Mientras que su padre se encargaba de ella, Bill cogió un paño y se puso a limpiar los escaparates, momento en el que Tom apareció por la puerta.

    -Vaya, que sorpresa-susurró Tom echando una mirada dentro de la tienda.

    -Mi padre me necesitaba-explicó Bill retorciéndose las manos.

    -Tengo la tarde libre, ahora tengo que hacer un recadito y luego soy todo tuyo-explicó Tom guiñándole un ojo.

    -¿A dónde vas?-preguntó Bill sin poderse contener.

    -A ver a Andreas-contestó Tom con total naturalidad.

    -¿Cómo?-gritó Bill si poderse contener de nuevo.

    -No es lo que crees-se apresuró a decir Tom-Llevo dos días sin saber nada de él y estoy algo preocupado.

    -No me tienes que explicar nada-murmuró Bill encogiéndose de hombros.

    Tom le miró sonriendo, nunca llegó a pensar que Bill fuera tan celoso…

    -¿Cómo puedes estar tan tranquilo aquí y riéndote?

    Una voz de mujer hizo que los dos chicos se giraran y miraran a la mujer que les hablaba. Cuando Bill a atendió hacía unos minutos no la reconoció, pero una vez al lado de Tom y al escuchar un gran dolor en su voz…

    -Señora Schäfer-murmuró con un hilo de voz.

    -Mataste a mi hijo, ¿qué te da el derecho de estar en libertad?-estalló en lágrimas la Señora Schäfer.

    Nadie pudo impedir que abofeteara a Tom con todas sus fuerzas antes de pasar por su lado rompiendo a llorar con más fuerza.

    -Tom…-susurró Bill asustado.

    Su padre también había salido al escuchar la bofetada. Cogió a Tom de un brazo y a su hijo del otro y los hizo entrar en a tienda antes de que la gente se les quedara mirando. Cerró la puerta y colgó el cartel de cerrado.

    -Siéntate Tom-ordenó señalando un taburete.

    Tom le obedeció y esperó con la vista clavada en el suelo hasta que el padre de Bill le trajo una toalla mojada en agua fría que aplicó a su sonrojada mejilla.

    -Me la merecía-susurró Tom suspirando.

    -Le ha impresionado verte, es normal que reaccionara así-comentó Gordon-Bill, aquí ya no haces nada. Es casi hora de cerrar, ¿por qué no acompañas a Tom para que le de un poco el aire? Yo se lo diré a tu madre.

    -Gracias papá-susurró Bill.

    Cogió a Tom del brazo y le ayudó a levantarse. Salieron de la tienda y empezaron a andar en silencio. Parecía que Tom sabía a donde iba, porque al llegar al cruce giró a la derecha hacia las afueras del pueblo.

    -¿Vamos a ver a Andreas?-preguntó Bill en voz baja.

    -Si, pero si te molesta…-empezó a decir Tom.

    -No, es tu amigo. Vamos a verle-dijo Bill con firmeza.

    Siguieron en silencio hasta que llegaron al motel en donde Andreas se hospedaba. No era de los mejores, Bill sabía a la clase de gente que se llevaba sobre todo por las noches…

    -Quédate aquí mientras veo si está-dijo Tom al sentirle ponerse tenso a su lado.

    Asintió en silencio y le vio rodear el motel. A los pocos minutos le vio volver y entrar en la recepción, señal de que Andreas no estaba en su habitación.

    -Buenos días, ¿puedo hacerle unas preguntas?-preguntó al hombre de recepción

    Vio como levantaba la mirada del periódico que leía y le hacía un repaso de arriba abajo, sonriendo con una fea sonrisa.

    -Tu cara me suena, el otro día estuviste aquí….con Andreas-dijo el hombre sin dejar de sonreír.

    -Si, y he ido a su habitación y no está. ¿Le ha visto salir? ¿Le dijo algo?-preguntó Tom esperanzado.

    -No soy la niñera de nadie, y tu amigo ya es mayor de edad-masculló el hombre.

    -¿Podría echar un vistazo a su habitación? Tal vez vea algo que me diga donde está mi amigo-dijo Tom tratando de mantener la calma.

    El hombre le dirigió una fea mirada, mirando más allá de su hombro. Le había visto llegar y sabía que no estaba solo. Desde donde estaba podía ver a su acompañante, aunque le daba la espalda. Solo veía una larga melena negra que el viento agitaba…

    -Mira, si lo que quieres es una habitación gratis para ti y esa putita…-empezó a decir.

    -Déjelo, no me haga ningún maldito favor-estalló Tom.

    Salió de la recepción y cuando llegó a la altura de Bill le cogió del brazo y emprendió el camino de vuelta al pueblo.

    -¿Qué ha pasado?-preguntó Bill tratando de seguir su ritmo.

    -No saben nada-murmuró Tom.

    -¿Estás enfadado conmigo?-insistió Bill en voz baja.

    -No, jamás lo estaría-dijo Tom parándose de golpe.

    Puso ambas manos en las mejillas de Bill y le acercó a sus labios, apoderándose de los suyos que se separaron por instinto.

    -Quiero que vengas mañana a comer a casa-soltó Bill de golpe cuando sus labios se separaron.

    Casi se atragantó al escucharlo.

    -¿Estás seguro? A tu madre no creo que le haga mucha ilusión-dijo en voz baja.

    -Estoy cansado de hacer todo lo que mi madre quiera, por una vez tomaré una decisión por mí mismo. Te amo Tom, y nada ni nadie me hará cambiar de opinión-dijo Bill con firmeza.

    Tom sonrió y le besó de nuevo en los labios. Se cogieron de las manos y regresaron al pueblo caminando despacio.





    Pasó con Tom el resto del día. Regresaron a su apartamento y decidieron comer en el. Bill volvió a cocinar, sorprendido al ver que Tom le echaba una mano y cocinaba mucho mejor que él.

    -Aprendí cuando era niño-explicó Tom encogiéndose de hombros.

    Bill asintió en silencio, sabiendo que se refería a todas las veces que su padre le pegaba o estaba lo bastante borracho como para hacer él la comida.

    Hicieron algo fácil, pasta. Comieron sentados muy juntos en la mesa de la cocina, planeando que podían hacer esa tarde, pero no tuvieron que pensar mucho. Solo había una cosa que ambos deseaban con todas su ganas, y era compartir una cama blanda.

    -Pero solo pasa descansar-advirtió Tom muy serio-Aún debes estar algo resentido y no quiero que…

    -Tom por favor, no sigas-le paró Bill muy cortado.

    Tom rió al ver que se había puesto rojo de pies a cabeza. Le gustaba eso de Bill, que fuera tan inocente…

    Le tendió una mano y entre los dos abrieron el sofá. Se tumbó en el y e tendió una mano de nuevo para que se acostara a su lado. Le atrajo a sus brazos y cubrió sus cuerpos con una manta.

    Se quedaron en silencio, entrelazando sus dedos y cada uno perdido en sus pensamientos, hasta que Bill se apoyó en el codo y se quedó mirando a Tom fijamente.

    -¿Quieres preguntarme algo? Lo que sea-le animó Tom con una sonrisa.

    -¿Tú nunca….? Quiero decir, que si tú siempre has….-empezó a decir Bill.

    La sonrisa de Tom se esfumó de inmediato, dejando paso a una mueca de dolor que Bill no pasó por alto.

    -Perdona, olvida mi estúpida curiosidad-se disculpó Bill tumbándose de nuevo a su lado.

    -Me violaron la primera noche, Bill-contestó Tom en voz baja-Y las siguientes, me decían que así aprendería, que el pobre Gustav había pasado por lo mismo y yo lo haría siempre que alguno de los guardias quisiera…

    -¿No los pudiste denunciar?-preguntó Bill ahogando un sollozo.

    -¿Quién me iba a creer? Pero eso fueron los dos primeros años, luego nadie más me volvió a tocar.

    -Siento mucho habértelo hecho recordar-susurró Bill.

    -Ya pasó, solo lo quiero olvidar. Y gracias a ti, he vuelto a sonreír-dijo Tom atrayéndole más a sus brazos.

    Apoyó la cara en su cuello y se lo besó suspirando. Cerró los ojos y no pudo evitar caer dormido en sus brazos, sin sentir como le acariciaban la espalda y velaban su sueño, maldiciendo por lo bajo su falta de tacto.




    Le acompañó a casa una vez que se despertaron. Se despidieron con un profundo beso a escasos metros de la puerta. Vio como entraba y solo entonces regresó al apartamento.

    Por el camino no pudo evitar sonreír, al día siguiente no abrían la tienda y había hecho planes para pasar todo el día con Bill. Se le ocurrió coger la moto, una manta y algo de comer.

    Y Bill sería el postre…

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