Tokio Hotel World

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^-^Dediado a todos los Aliens ^-^


    Capitulo 8

    Thomas Kaulitz
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    Mensaje  Thomas Kaulitz Vie Jul 15, 2011 6:00 pm

    No podía apartar los ojos de los de Tom, empujar con suavidad su pecho con ambas manos para tratar de mantenerse lo más alejado de él posible, sin querer pensar en esa manera tan ridícula en la que estaba, como sus entrepiernas se tocaban, sintiendo el bulto grueso e hinchado que latía debajo.

    -Dime que esto no se hace-murmuró Tom sin dejar de mirarle.

    Le sostuvo por las caderas con las manos endurecidas por la tensión, los muslos rígidos bajo las nalgas de Bill, que sentía bajo su mano como le latía el corazón con fuerza, y la rigidez tentadora sobre la cual descansaba.

    Fue incapaz de negarse, lo deseaba demasiado. Al parecer, durante casi toda su vida lo había deseado. Era una idea escandalosa, vergonzosa,…pero sentía que su cuerpo ardía…

    -Tom…-murmuró con un hilo de voz.

    Bajó los ojos como si ya no pudiera sostener su mirada, pero entonces su mirada se detuvo en sus labios, lo cual fue un error. Unos labios suaves, que esbozaban una sensual sonrisa que le quitó el aliento al observarla.

    Bill-susurró Tom a su vez.

    Cuando se le acercó, los brazos de Bill se apretaron contra su pecho sin intentar siquiera resistirse, los dulces labios de Tom se acercaron más hasta detenerse a escasos milímetros de los suyos.

    Era incapaz de negarse, casi no podía respirar por esa feroz ola de deseo que recorría su cuerpo por dentro. Sus labios, secos y calientes se entre abrieron, aspirando el cálido aliento que salía de los de Tom en forma de jadeo, sintiendo como el cuerpo le comenzaba a temblar.

    -Es la última oportunidad-susurró Tom.

    Le costaba hablar, su voz salió ronca y baja. Se inclinó más hacia él, tan cerca que Bill sintió su respiración en sus sonrosadas mejillas. Pero no le besó.

    Bill alzó los párpados y por voluntad propia su mirada se encontró con la de Tom. Sus ojos de repente se habían vuelto oscuros y violentos, brillaban con la promesa de actos indecibles y placeres inconfesables.

    No pudo apartar la vista cuando le sintió deslizar las manos por sus caderas hacia abajo, llegando hasta la cremallera de sus pantalones que bajó con lentitud. Sin pensar en nada, se levantó lo suficiente para que le bajara los pantalones, dejándoselos a la altura de sus temblorosas rodillas.

    Se sentó en su regazo de nuevo, soltando un gemido incontrolado cuando sus manos se metieron bajo el elástico de sus boxers y se cerraron sobre sus nalgas. Le tenía cogido con una nalga en cada mano, apretando suavemente. Bill solo podía pensar que nunca en su vida había sentido algo más erótico que las manos de Tom Kaulitz sobre su trasero desnudo…

    Tom apretó más las manos y frotó a Bill contra él, moviéndole de atrás a adelante sobre el bulto de sus tejanos. El calor y la fricción, separados solo por la fina tela de su ropa interior volvieron loco a Bill. Gemía e hundía los dedos bajo la camiseta de Tom y arqueaba la espalda.

    -Eres mío-murmuró Tom con tono triunfal.

    Bill no estaba para pensar en esos momentos. Si entonces Tom hubiera intentado apartarle de él, se habría aferrado a su cuerpo gimiendo de deseo.

    Tom le sujetó contra sí, cambió levemente la posición y cuando le inclinó hacia atrás Bill se quedó con la espalda apoyada en el sofá. Le apretó las caderas, subiéndole la camiseta y poniendo una temblorosa y caliente mano sobre la suavidad de su vientre, para bajarla más y perderse más debajo de sus boxers.

    Cuando le acarició por encima el palpitante miembro, Bill soltó un ronco quejido con los ojos cerrados. Era como si de repente hubiera abandonado su cuerpo y observara la escena desde una distancia no muy lejana.

    Podía verse a sí mismo, sentado en el regazo de Tom con las piernas separadas a cada lado de sus caderas. Su camiseta subida casi hasta su agitado pecho, dejando al descubierto su ombligo, su vientre y ese tatuaje que sin el consentimiento de su padre se hizo en la cadera derecha, por no hablar del piercing que llevaba en su pezón…

    Una imagen escandalosa, más si se le sumaba el rubor que le subía por la cara, el deseo que daba a sus castaños ojos un brillo tan intenso que hería la vista mirarlo, con los labios entreabiertos, arqueando la espalda, estremeciéndose y retorciéndose cuando Tom le tocaba donde él quería que le tocara.

    También le vio a él, la mirada dura e intensa clavada en su rostro, la boca torcida apasionadamente al concentrarse en su placer, en su necesidad tras tantos años de sueños no hechos realidad…hasta ese mismo momento…

    Perdido en sus pensamientos, no reaccionó cuando Tom se movió con rapidez y al minuto su camiseta volaba por la habitación. Se llevó las manos al pecho por instinto en un gesto de timidez que hizo sonreír a Tom.

    Sin apartar los ojos de su sonrisa, dejó que le cogiera de nuevo por las caderas y le levantara sin esfuerzo alguno, quedando esa vez sentado en el borde del sofá. Tom le empujó de nuevo con suavidad y le hizo caer de espalda y retirar las manos de su pecho para contener su caída sobre los cojines del viejo sofá.

    Antes de que se diera cuenta, Tom ya le estaba descalzando con rapidez, bajado sus pantalones y llevado su ropa interior con ellos para arrojarlos a un lado.

    -¿Qué…?-preguntó Bill apoyándose en un codo.

    Pero no terminó la frase porque las intenciones de Tom eran muy claras. Se arrodilló enfrente de él, frente a sus rodillas que Bill había apretado instintivamente al caer de espaldas. En los ojos de Tom asomó un breve destello cuando empezó a acariciarle los muslos.

    -Solía tumbarme en mi cama cada noche cuando regresaba de clase y mi padre me castigaba sin cenar-dijo Tom sin dejar de acariciarle-Me preguntaba si tu piel era tan suave como siento que es, tan cálida…oliendo tan bien…me gustaba imaginarte echado desnudo a mi lado…

    -…ramos muy pequeño entonces…no podía ser-dijo Bill escandalizado.

    -Si puede-dijo Tom sosteniéndole la mirada.

    Sus ojos ardían y tenía las pupilas completamente dilatadas con una sensación temblorosa en la boca de su estómago. Bill comprendió que decía la verdad. El pensar que había alimentado las fantasías sexuales de un adolescente Tom Kaulitz bastó para que se estremeciera.

    Tom intuyó su reacción, porque volvió a mirarle las piernas y sus manos se juntaron de pronto mientras bajaba hacia sus rodillas por el interior de sus muslos. Cuando llegó a sus rodillas le atrajo hacia abajo hasta que su trasero quedó en el borde del sofá. Entonces le separó las piernas.

    -Tom…

    Bill susurró su nombre casi sin aliento. Pero eso no sonó como una protesta, ni siquiera para sus propios oídos, no habría protestado aunque su vida dependiera de eso.

    -Solía imaginar que te hacía esto-siguió explicando Tom-Me imaginaba como sería tu aspecto, tu sabor…que sonidos emitirías…

    -Oh, por favor…

    Bill casi no sabía lo que estaba pidiendo. La confesión de Tom le hizo aflojar los muslos. Con los ojos vidriosos de deseo, observó como le separaba más las piernas volviendo a subir sus manos para pasar la yema de sus dedos por su vientre de nuevo, hasta bajarlas para posarse en la parte interior de sus muslos.

    El deseo que despertaron en Bill le hicieron respirar profunda y temblorosamente. Tom bajó la cabeza e hizo lo que Bill sabía que iba a hacer, lo que deseaba ardientemente que hiciera y que le avergonzaba al mismo tiempo.

    Al contacto de sus labios, Bill se puso tenso, gimió y luego se volvió a desplomar sobre los cojines. Cerró los ojos, clavó los dedos en la tela y luego se aferró a él como si en ellos le fuera la vida.

    Nunca e imaginó que Tom fuer tan…delicado, explorando con su lengua ardiente su intimidad hasta hacerle echarse a temblar. Cuando le tuvo loco de excitación, arqueó la espalda en el sofá pidiendo en silencio más cuando sintió que uno de los dedos de Tom jugueteaba con su entrada.

    Con las manos enredadas en las trenzas de Tom, intentó apartarle pero sin mucho esfuerzo. …l ya no se detendría, y Bill solo pudo lanzar un grito antes de perder el último vestigio de si mismo.

    Cuando regresó al mundo fue para comprobar que Tom aún tenía la cara entre sus piernas y que su lengua seguía haciéndole sentir flotar como si estuviera en una nube. No lo pudo evitar y cerrando los ojos con fuerza se dejó derramar jadeando con esfuerzo.

    Terminó y cerró las piernas por instinto, pero Tom le detuvo poniendo una mano sobre sus muslos.

    -Ah, no-murmuró alzando la cara.

    -Pero…yo…-empezó a decir Bill muy avergonzado.

    -¿Te has corrido? Lo sé…lo he sentido-dijo Tom muy satisfecho, con el sabor de Bill aún en sus labios-Quiero que te corras para mí una y otra vez…

    Le sujetó por la cintura, le atrajo a sus rodillas y se dio al vuelta junto con él de modo que Bill quedó tendido se espaldas sobre la alfombra con las manos aferradas a los hombros de Tom, abriendo las piernas mientras que él se arrodillaba entre sus muslos.

    Le vio inclinarse y le sintió pasarle la lengua por su pecho, haciendo círculos y besando cada centímetro de su piel. Permaneció con la respiración contenida mientras le sentía moverse por su piel besando aquí y allá. La humedad de su cálida boca le hizo estremecer y sus ojos se cerraron solos cuando le tomó un pezón que introdujo en su boca con lentitud.

    Volvió a entregarse a las atenciones de Tom, mientras gemía y se arqueaba consumido por el placer.

    Tom se inclinó más sin dejar de lamer, entrelazando los dedos con los de Bill, quedando él como si le hubiesen atado. Estaba tendido debajo de él, con las piernas abiertas, nada de él oculto a sus ojos, sus labios o sus manos, tan tembloroso de placer que una vez más era incapaz de negarle lo que él le pidiera.

    Tom le recorrió el pecho con la lengua. Chupó, mordisqueó y jugó con el piercing de su pezón hasta que Bill empezó a retorcerse debajo de él olvidando toda vergüenza, alzando las caderas y frotándose contra la dureza de la entrepierna de Tom.

    -Ah…Bill…-le oyó decir.

    Entonces Tom se tendió sobre él. Bill podía sentir su peso aplastándole contra la suave alfombra, el roce de su ropa contra su desnudez y la avidez con la que su lengua le acariciaba la mejilla buscando sus labios, hallándoles e invadiéndole la boca. Sintió una oleada de placer que le recorrió el cuerpo por dentro, haciéndola rodearle con las manos el cuello y devolverle cada beso.

    El sabor a whisky, que él siempre había aborrecido, era dulce y excitante en los labios y en la lengua de Tom, que le besaba con voracidad, penetrando en su boca con su lengua y apoderándose de ella, rozándole con la punta ese piercing que Bill también se puso en contra de sus padres.

    Bill no pudo más y se aferró con más fuerza a su cuello, rodeándole la espalda con las piernas, gimiendo de impaciencia mientras que Tom se abría el cierre de los pantalones, dejaba libre al fin esa erección que se apretaba contra la dura tela y alzando con suavidad sus caderas le penetró en profundidad, arrancándole un pequeño gemido.

    Sintió como le clavaba las uñas en la piel mientras que se movía dentro de él, embistiéndole con rapidez hasta derramarse en su interior y sentirle a él hacerlo contra sus cuerpos.

    Se desplomó encima de él, aprisionándole con su peso. Cayó en un profundo sueño abrazado a Bill, que solo pudo jadear mientras le acariciaba la espalda.

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