-¿No llevan mucho rato?-preguntó Tom por enésima vez.
Simone solo le abrazó suspirando. Llevaban casi una hora exacta esperando, y nadie había salido a decirle nada, ni como iba ni si ya habían terminado.
-¿Alguien quiere un café?-ofreció Silke.
Todos negaron, esperaban que de un momento a otro la puerta del quirófano se abriera y saliera el cantante aún bajo los efectos de la anestesia. Pero la puerta se abrió y el que salió fue el doctor Kauffman, con una amplia sonrisa que iluminaba su cara.
Todos se pusieron en pie de inmediato, haciendo un corro a su alrededor sin encontrar las palabras adecuadas para hacer la pregunta que todos tenían en mente.
¿Ha salido todo bien?
-Tranquilos, ha ido muy bien-les tranquilizó el doctor-Conseguimos quitarle todo el quiste sin tocar sus cuerdas vocales más de lo necesario. En estos momentos le están reanimando y en cuanto despierte le llevaremos a su habitación.
-¿Cuándo le podremos ver?-preguntó un emocionado Jörg.
-En cuanto se recupere del todo-contestó Kauffman-Pero solo la familia más directa, sé que los demás también lo queréis ver, pero va a estar muy molesto todo el día de hoy y es mejor dejar las visitas para cuando vuelva a casa.
-¿Podrá irse a casa hoy?-preguntó Tom.
-Depende de cómo pase el día, habrá que ver los resultados de las pruebas-contestó Kauffman.
Todos asintieron en silencio. Simone le dio las gracias por toda su atención y le dejaron volver al quirófano en donde el joven cantante arrugaba la frente al sentir que le llamaban.
-Bill.
Una dulce voz le llamaba con suavidad, cogiéndole la mano y estrechándosela con cuidado.
-Bill, si puedes escucharme apriétame la mano, pero no intentes decir nada-le aconsejó una de las enfermeras.
Se sentía flotar en una nube, no quería despertar. En esos momentos no sentía ningún tipo de dolor, de hecho…no sentía nada. Ni amor ni sufrimiento, solo una paz que le embargaba el alma.
-¿Bill?-le llamó de nuevo la enfermera apretando su mano con más fuerza.
Le devolvió el apretón por instinto, aunque el suyo fue más suave. Escuchó un murmullo de alivio a su alrededor y sintió como le cogían entre dos y le pasaban a la cama en la que llegó, acostándolo con suavidad y tapándole para que no cogiera frío alguno.
Abrió los ojos con esfuerzo, pestañeando primero hasta ver una fuerte luz que le hizo cerrarlos de nuevo frunciendo el ceño.
-Ahora te vamos a llevar de nuevo a la habitación-le siguió explicando la misma enfermera guardándose la linterna con la que el acababa de examinar los ojos-En ella podrás descansar pero recuerda que nada de hablar.
Solo pudo levantar levemente el pulgar como respuesta. Sentía comos si el cuerpo le pesara mil kilos. Sintió que la cama se movía y en unos minutos estuvo en el pasillo rodeado de su familia.
-Cariño-susurró Simone nada más verle salir.
Todos corrieron y se pusieron alrededor de la cama en la que el joven cantante pestañeó de nuevo y abrió los ojos con esfuerzo, esbozando una débil sonrisa. Su instinto fue tratar de decirles que estaba bien, pero una suave punzada le impidió susurrar, solo separó los labios y enseguida un dedo se posó sobre ellos.
-Recuerda que no puedes hablar-le dijo Tom sin quitar el dedo.
Sentía su calidez en su yema, como le temblaba el inferior de la emoción que sentía en esos momentos.
-Nos alegramos que estés bien-dijo Silke por todos.
Asintió sin desviar los ojos de su hermano, que le miraba con ellos empañados.
-Es mejor que le llevemos ya a su habitación-anunció el doctor Kauffman.
Todos asintieron y dejaron que los enfermeros siguieran su camino. Viendo que ya no podían hacer nada, los chicos se despidieron. Silke y Dunja se fueron con ellos y también se llevaron a Andreas. David aún se quedó un momento para asegurar a los padre que solo publicarían una nota de prensa cuando ellos dieran su permiso, y él se encargaría de redactarla y hacer que se publicara.
Se despidió de todos y salió del hospital con el móvil ya de la mano. Tenía que avisar a la discográfica que la operación ya había terminado y que ya solo quedaba cruzar los dedos…..
Esperaron unos minutos hasta que una enfermera les dio permiso, solo entonces entraron los padres al ver al joven paciente. Descansaba en la cama con los ojos fuertemente cerrados. Una expresión de cansancio le recorría la cara, y nada más verla Tom se le acercó de inmediato y cogiendo una de sus manos entre las suyas, llevándosela a los labios y besándosela con suavidad.
-Tom, cuidado-le pidió su madre-No le vayas a quitar la vía.
Tom se dio cuenta de que su madre tenía razón, las enfermeras le habían cogido la vía en el dorso de su mano derecha, la misma que besó con sumo cuidado. La dejó sobre el colchón, pero no la soltó. Se sentó en la silla que le acercó su padre y solo esperó.
Esperó en silencio viendo como su hermano se removía en la cama, gimiendo en sueños cada vez que separaba los labios y se le olvidaba que no debía mencionar ni una sola palabra.
Casi dos horas después de la operación, comenzó a despertarse del todo. Ya podía mantenerse más tiempo con los ojos abiertos. La anestesia comenzó a dejar de hacer efecto y ya empezaba a sentir unas dolorosas punzadas.
El doctor Kauffman fue avisado por Simone de inmediato. Entró y se sentó en el borde de la cama, en donde su paciente estaba semi recostado en las almohadas. Cogiendo una pequeña linterna le enfocó la dolorida garganta, encontrándosela hinchada y enrojecida.
-Todo marcha perfectamente-dijo sonriendo-Cuando sientas dolor, tómate los calmantes que te voy a recetar. Descansa una hora más y te puedes ir a casa. Y recuerda, nada de hablar en una semana.
-Eso será como unas vacaciones para todos-logró bromear Tom-No escuchar tus protestas por todo….
Todos rieron en voz alta, incluso el cantante lo intentó, pero una dolorosa punzada de dolor se lo impidió. Arrugó la frente y se llevó una mano a la garganta y se la frotó con suavidad resoplando.
-Si, reír también te es molesto-dijo el doctor Kauffman-Creo que la cuarentena de no hablar en una semana se aplicará también a tu hermano. No quiero que le hagas hablar ni reír.
-Lo siento-se disculpó Tom con sinceridad.
Viendo lo mal que sentía su hermano, el joven cantante miró al doctor Kauffman y por señas le pidió que le pasara la libreta que llevaba en un bolsillo de su bata. Sonrió cuando le entendió y se al ofreció, junto con un boli que copio de inmediato y se puso a escribir las primeras palabras que le dirigiría a su hermano tras la operación.
Viendo que el mensaje era privado, el doctor Kauffman se levantó y habló en voz baja con los padres, explicándole que hacer en caso de que no soportara el dolor o la fiebre fuera muy alta.
-“No tienes la culpa de nada”-escribió en la libreta.
-No quiero que sufras por mí…quiero decir, hacerte daño con mis palabras….-tartamudeó Tom en voz baja.
Resopló. Odiaba no encontrar las palabras adecuadas para hablar con su hermano en esos momentos que tanto necesitaba para explicarle lo que le pasaba a su corazón.
Pero no era el único. Mordiéndose los labios frustrado, el cantante garabateó en la libreta, escribiendo y tachando lo que no podía expresar en voz alta.
“Siento amarte demasiado”
Simone solo le abrazó suspirando. Llevaban casi una hora exacta esperando, y nadie había salido a decirle nada, ni como iba ni si ya habían terminado.
-¿Alguien quiere un café?-ofreció Silke.
Todos negaron, esperaban que de un momento a otro la puerta del quirófano se abriera y saliera el cantante aún bajo los efectos de la anestesia. Pero la puerta se abrió y el que salió fue el doctor Kauffman, con una amplia sonrisa que iluminaba su cara.
Todos se pusieron en pie de inmediato, haciendo un corro a su alrededor sin encontrar las palabras adecuadas para hacer la pregunta que todos tenían en mente.
¿Ha salido todo bien?
-Tranquilos, ha ido muy bien-les tranquilizó el doctor-Conseguimos quitarle todo el quiste sin tocar sus cuerdas vocales más de lo necesario. En estos momentos le están reanimando y en cuanto despierte le llevaremos a su habitación.
-¿Cuándo le podremos ver?-preguntó un emocionado Jörg.
-En cuanto se recupere del todo-contestó Kauffman-Pero solo la familia más directa, sé que los demás también lo queréis ver, pero va a estar muy molesto todo el día de hoy y es mejor dejar las visitas para cuando vuelva a casa.
-¿Podrá irse a casa hoy?-preguntó Tom.
-Depende de cómo pase el día, habrá que ver los resultados de las pruebas-contestó Kauffman.
Todos asintieron en silencio. Simone le dio las gracias por toda su atención y le dejaron volver al quirófano en donde el joven cantante arrugaba la frente al sentir que le llamaban.
-Bill.
Una dulce voz le llamaba con suavidad, cogiéndole la mano y estrechándosela con cuidado.
-Bill, si puedes escucharme apriétame la mano, pero no intentes decir nada-le aconsejó una de las enfermeras.
Se sentía flotar en una nube, no quería despertar. En esos momentos no sentía ningún tipo de dolor, de hecho…no sentía nada. Ni amor ni sufrimiento, solo una paz que le embargaba el alma.
-¿Bill?-le llamó de nuevo la enfermera apretando su mano con más fuerza.
Le devolvió el apretón por instinto, aunque el suyo fue más suave. Escuchó un murmullo de alivio a su alrededor y sintió como le cogían entre dos y le pasaban a la cama en la que llegó, acostándolo con suavidad y tapándole para que no cogiera frío alguno.
Abrió los ojos con esfuerzo, pestañeando primero hasta ver una fuerte luz que le hizo cerrarlos de nuevo frunciendo el ceño.
-Ahora te vamos a llevar de nuevo a la habitación-le siguió explicando la misma enfermera guardándose la linterna con la que el acababa de examinar los ojos-En ella podrás descansar pero recuerda que nada de hablar.
Solo pudo levantar levemente el pulgar como respuesta. Sentía comos si el cuerpo le pesara mil kilos. Sintió que la cama se movía y en unos minutos estuvo en el pasillo rodeado de su familia.
-Cariño-susurró Simone nada más verle salir.
Todos corrieron y se pusieron alrededor de la cama en la que el joven cantante pestañeó de nuevo y abrió los ojos con esfuerzo, esbozando una débil sonrisa. Su instinto fue tratar de decirles que estaba bien, pero una suave punzada le impidió susurrar, solo separó los labios y enseguida un dedo se posó sobre ellos.
-Recuerda que no puedes hablar-le dijo Tom sin quitar el dedo.
Sentía su calidez en su yema, como le temblaba el inferior de la emoción que sentía en esos momentos.
-Nos alegramos que estés bien-dijo Silke por todos.
Asintió sin desviar los ojos de su hermano, que le miraba con ellos empañados.
-Es mejor que le llevemos ya a su habitación-anunció el doctor Kauffman.
Todos asintieron y dejaron que los enfermeros siguieran su camino. Viendo que ya no podían hacer nada, los chicos se despidieron. Silke y Dunja se fueron con ellos y también se llevaron a Andreas. David aún se quedó un momento para asegurar a los padre que solo publicarían una nota de prensa cuando ellos dieran su permiso, y él se encargaría de redactarla y hacer que se publicara.
Se despidió de todos y salió del hospital con el móvil ya de la mano. Tenía que avisar a la discográfica que la operación ya había terminado y que ya solo quedaba cruzar los dedos…..
Esperaron unos minutos hasta que una enfermera les dio permiso, solo entonces entraron los padres al ver al joven paciente. Descansaba en la cama con los ojos fuertemente cerrados. Una expresión de cansancio le recorría la cara, y nada más verla Tom se le acercó de inmediato y cogiendo una de sus manos entre las suyas, llevándosela a los labios y besándosela con suavidad.
-Tom, cuidado-le pidió su madre-No le vayas a quitar la vía.
Tom se dio cuenta de que su madre tenía razón, las enfermeras le habían cogido la vía en el dorso de su mano derecha, la misma que besó con sumo cuidado. La dejó sobre el colchón, pero no la soltó. Se sentó en la silla que le acercó su padre y solo esperó.
Esperó en silencio viendo como su hermano se removía en la cama, gimiendo en sueños cada vez que separaba los labios y se le olvidaba que no debía mencionar ni una sola palabra.
Casi dos horas después de la operación, comenzó a despertarse del todo. Ya podía mantenerse más tiempo con los ojos abiertos. La anestesia comenzó a dejar de hacer efecto y ya empezaba a sentir unas dolorosas punzadas.
El doctor Kauffman fue avisado por Simone de inmediato. Entró y se sentó en el borde de la cama, en donde su paciente estaba semi recostado en las almohadas. Cogiendo una pequeña linterna le enfocó la dolorida garganta, encontrándosela hinchada y enrojecida.
-Todo marcha perfectamente-dijo sonriendo-Cuando sientas dolor, tómate los calmantes que te voy a recetar. Descansa una hora más y te puedes ir a casa. Y recuerda, nada de hablar en una semana.
-Eso será como unas vacaciones para todos-logró bromear Tom-No escuchar tus protestas por todo….
Todos rieron en voz alta, incluso el cantante lo intentó, pero una dolorosa punzada de dolor se lo impidió. Arrugó la frente y se llevó una mano a la garganta y se la frotó con suavidad resoplando.
-Si, reír también te es molesto-dijo el doctor Kauffman-Creo que la cuarentena de no hablar en una semana se aplicará también a tu hermano. No quiero que le hagas hablar ni reír.
-Lo siento-se disculpó Tom con sinceridad.
Viendo lo mal que sentía su hermano, el joven cantante miró al doctor Kauffman y por señas le pidió que le pasara la libreta que llevaba en un bolsillo de su bata. Sonrió cuando le entendió y se al ofreció, junto con un boli que copio de inmediato y se puso a escribir las primeras palabras que le dirigiría a su hermano tras la operación.
Viendo que el mensaje era privado, el doctor Kauffman se levantó y habló en voz baja con los padres, explicándole que hacer en caso de que no soportara el dolor o la fiebre fuera muy alta.
-“No tienes la culpa de nada”-escribió en la libreta.
-No quiero que sufras por mí…quiero decir, hacerte daño con mis palabras….-tartamudeó Tom en voz baja.
Resopló. Odiaba no encontrar las palabras adecuadas para hablar con su hermano en esos momentos que tanto necesitaba para explicarle lo que le pasaba a su corazón.
Pero no era el único. Mordiéndose los labios frustrado, el cantante garabateó en la libreta, escribiendo y tachando lo que no podía expresar en voz alta.
“Siento amarte demasiado”