Los días pasaron y por suerte todo el mundo olvidó ese pequeño altercado. Para cuando Bill se armó de valor y salió de la cocina, los dos chicos ya habían terminado de comer e ido. Uno de los camareros a los que preguntó le dijo que pidieron el postre para llevar y dejaron una generosa propina. Cuando preguntó cual de los dos había pagado, si el rubio de gesto hosco o el moreno de la amplia sonrisa, el camarero le dijo que el segundo.
Se mordió el labio para no sonreír y en vista de que su padre no le necesitaba subió al apartamento a descansar. Se tumbó en la cama de espaldas y se quedó pensando. Era el primer chico por el que se sentía atraído, aunque no debía hacerse ilusiones. No sabía si sus sentimientos eran correspondidos ni que la diferencia de edad no fuera ningún problema. Saltaba a al vista que ese chico debía tener unos 25 años y él...aún era menor de edad.
Resopló con los ojos cerrados, el amor era muy complicado...
Se concentró en sus estudios y cuando llegó los exámenes finales los pasó todos con muy buena nota. Su padre estaba muy orgulloso de él y sabía que se merecía una recompensa.
-¿Qué me vaya de viaje?-repitió Bill desconcertado.
-Has sacado el curso con buenas notas-empezó a decir Gordon-Has trabajado duro y no has parado ni para divertirte un minuto. Pensé que te gustaría salir de Alemania, ver algo de mundo antes de reincorporarte a tus estudios.
-Papá, no es que no te lo agradezca pero piensa. Estamos en verano, es cuando más se llena el restaurante y no te puedo dejar tirado-explicó Bill.
-Cogeré un par de camareros más-apuntó Gordon-Bill, no quiero que...por "culpa" mía te mates a trabajar cuando al gente de tu edad...
-Me encanta trabajar en el restaurante-cortó Bill-Y me da igual lo que haga la gente de mi edad. Yo me divierto a mi manera y punto.
Gordon resopló sabiendo que era inútil hacer razonar a su hijo, cuando se le metía algo entre ceja y ceja era imposible hacerle cambiar de opinión.
-Te quedas, de acuerdo-cedió a regañadientes-Pero aún así pienso contratar un camarero estos meses, quiero que tengas más tiempo para salir con tus amigos.
-Sabes que...que no tengo amigos-murmuró Bill algo cortado.
-Tienes a Andreas, y tus compañeros de clase-dijo Gordon.
Asintió en silencio, bien podía salir con Andreas una noche de esas pero sabía que corría el peligro de hacerle creer algo que no era. Y en cuanto a sus compañeros de clase, no se llevaba bien con ninguno de ellos. Todos le veían como un bicho raro con la nariz siempre metida en los libros.
Bueno, ya pensaría que haría con todo ese tiempo libre que le daría su padre. De momento seguiría haciendo lo que más le gustaba. Esa tarde se esperaba una gran cena y su padre había comprado nuevos uniformes a sus cameros y camareras. Los chicos irían con pantalón negro y camisa de manga larga blanca, y las chicas igual pero con falda. Además, llevarían una plaquita en el pecho con su nombre y así no se tendrían que estar presentando cada vez que atendieran una mesa.
-Como siempre, luces muy guapo-comentó silbando Andreas.
Había bajado a la cocina vestido con su nuevo uniforme y nada más poner un pie en la cocina todos los ojos se dirigieron a él. Carraspeó y trató de ponerse la plaquita con su nombre, pero no acertaba a dejarla derecha y Andreas corrió a echarle una mano. Se la sujetó en el pecho arriba a la derecha y una vez puesta se permitió el lujo de rozarle la mejilla.
-Gracias-murmuró Bill retrocediendo un paso.
Andreas sintió que le había molestado y se maldijo por ello, pero no podía evitarlo. Era muy duro trabajar a su lado ignorando sus sentimientos.
-El plato de hoy son canalones con carne y queso-explicó carraspeando.
Bill asintió y salió de la cocina. En el restaurante ya reinaba un agradable ambiente...que se intensificó cuando vio que estaba acodado en la barra. Era el chico de la otra vez, y por suerte venía solo. Estaba muy arreglado, con traje y corbata y no pudo evitar pasarse las manos por el pelo y retocarse la coleta que llevaba.
Le vio alzar la mirada y sonreírle ampliamente al verle. Se le acercó por detrás de la barra y puso un posavasos sobre ella.
-¿Qué va a tomar?-preguntó con educación.
-Una copa de vino por favor. Y tutéame, Bill-dijo James sonriendo ampliamente.
Bill asintió al tiempo que le servía la copa y la dejaba sobre la barra.
-Tengo una cena-explicó James resoplando.
-¿Es por negocios?-preguntó Bill.
-Casi-respondió James riendo-Son mis compañeros de universidad, celebramos que hemos terminado el curso y hemos salido vivos.
-Yo también terminé las clases-explicó Bill.
-¿Tú que estudias?-preguntó James muy interesado.
-Oh, yo estoy con la preparatoria, y terminé también mis clases-contestó Bill sonrojándose.
"Ahora me dirá que lo siente mucho, que le están esperando y se tiene que marchar"-pensó con tristeza-"Una manera suave de decirme que soy muy niño para él, que será todo un experimentado"
-Recuerdo esa época-murmuró James resoplando-Lo que me costó sacar ese curso, se me daban fatal las ecuaciones.
-Pues a mi me encantan-dijo Bill sonriendo.
James le imitó soltando un suspiro incontrolado. Era la sonrisa más dulce que había visto jamás, haciendo que los ojos de Bill se iluminaran bajo esa sombra azul que se había aplicado. Se le quedó mirando en silencio, sin notar que había dejado de sonreír y le miraba desconcertado. Carraspeó al darse cuenta y miró la hora en su reloj de pulsera.
-Mejor voy cogiendo sitio-murmuró sacando la cartera.
-Invita la casa-dijo Bill al momento.
-Muchas gracias, Bill-susurró James.
-De nada...-dijo Bill dejando la frase sin terminar, esperando que se le presentara.
-James...me llamo James-se presentó.
-James-repitió Bill sonriendo.
Le devolvió la sonrisa y cogiendo la copa de vino se dirigió a la mesa donde le esperaban sus compañeros. Bill le siguió con la mirara y aunque no estaban en su zona le pidió a una de las camareras que se la dejara. La chica asintió sonriendo, conocía a Bill dese hacía dos años y ya se había percatado de como charlaba amigablemente con uno de los chicos que estaba en esa mesa.
Se acercó a ella y esperó a que se decidieran, recomendándoles el mejor vino de la casa y de postre las famosas fresas con chocolate. Comprobó aliviado que entre los compañeros de James no se encontraba el desagradable chico del otro día y pudo hacer con tranquilidad su trabajo.
Fueron de los últimos en irse. Eran unos 15 y se encontraban disfrutando de una segunda ronda de chupitos por gentileza de la casa. Algunos se les notaba ya algo bebidos y eso le preocupaba a Bill.
-Tranquilo-dijo James en una de las ocasiones que se le acercó-La mitad de nosotros no hemos bebido y nos encargaremos de la otra mitad.
Bill asintió respirando más aliviado y le entregó la cuenta. Todos habían puesto dinero y James era el encargado de pagar, no olvidándose de una generosa propina que Bill agradeció algo cortado. Regresó a la barra y dejó el dinero en la caja mientras que los chicos se levantaban y trataban de salir del restaurante sin llamar más la atención de lo que la llamaban.
Como ya pensaba, James se escapó un momento a la barra a volver a despedirse de él....o eso era lo que pensaba.
-Bill... ¿a qué hora sales?-preguntó James armándose de valor.
Le miró todo cortado, no se esperaba que le estuviera...pidiendo una cita...
-Pensé que te podría llevar a casa-se explicó James al verle sonrojarse.
-Vivo en el restaurante-explicó Bill con torpeza-En el piso de arriba, con mi padre.
Vio la decepción pintada en la cara de James, realmente quería pasar un tiempo a solas con él y le acababa de dar calabazas.
-Pero mañana no trabajo-se apresuró a decir.
-Oh, eso es estupendo-dijo James sonriendo-¿Quieres que demos un paseo?
-Si-contestó si pensárselo dos veces.
James asintió y quedó en recogerle en el restaurante. Se despidió de él y se fue con sus compañeros de universidad, a los que tendría que llevar a 4 de ellos en su coche rezando para que no echaran la cena en los asientos traseros...
-Bill, ¿qué has hecho?
Cogió aire y se giró para enfrentarse a Andreas, que le miraba con los ojos abiertos como platos.
-Me han invitado a dar un paseo y he aceptado-dijo Bill resoplando.
-Es el mismo chico del otro día-explicó Andreas, como si no fuera obvio.
-Lo sé...y deja de espiarme-resopló Bill de nuevo.
Pasó por su lado y viendo a su padre descansando en la cocina se le acercó y sentó a su lado.
-¿Quieres algo?-preguntó Gordon al verle.
-¿Puedo tener libre la tarde de mañana?-pidió Bill con los dedos cruzados.
-¡Claro que sí!-dijo Gordon con firmeza-Ya sabes que no tienes que decirlo.
-Gracias, es que...he quedado-explicó por encima.
-¿Con quién?-preguntó Gordon con mucho interés.
-Oh...un compañero de clase-mintió Bill sintiéndolo mucho-Necesita ayuda con las ecuaciones y estando los exámenes de recuperación tan cerca me ha pedido que le echara una mano.
Gordon asintió sin creérselo mucho, jamás hablaba de sus compañeros de clase y le daba la impresión de que no se llevaba bien con ninguno. Pero era su hijo y debía confiar en él, y no hacer más preguntas como si eso fuera un interrogatorio.
Se mordió el labio para no sonreír y en vista de que su padre no le necesitaba subió al apartamento a descansar. Se tumbó en la cama de espaldas y se quedó pensando. Era el primer chico por el que se sentía atraído, aunque no debía hacerse ilusiones. No sabía si sus sentimientos eran correspondidos ni que la diferencia de edad no fuera ningún problema. Saltaba a al vista que ese chico debía tener unos 25 años y él...aún era menor de edad.
Resopló con los ojos cerrados, el amor era muy complicado...
Se concentró en sus estudios y cuando llegó los exámenes finales los pasó todos con muy buena nota. Su padre estaba muy orgulloso de él y sabía que se merecía una recompensa.
-¿Qué me vaya de viaje?-repitió Bill desconcertado.
-Has sacado el curso con buenas notas-empezó a decir Gordon-Has trabajado duro y no has parado ni para divertirte un minuto. Pensé que te gustaría salir de Alemania, ver algo de mundo antes de reincorporarte a tus estudios.
-Papá, no es que no te lo agradezca pero piensa. Estamos en verano, es cuando más se llena el restaurante y no te puedo dejar tirado-explicó Bill.
-Cogeré un par de camareros más-apuntó Gordon-Bill, no quiero que...por "culpa" mía te mates a trabajar cuando al gente de tu edad...
-Me encanta trabajar en el restaurante-cortó Bill-Y me da igual lo que haga la gente de mi edad. Yo me divierto a mi manera y punto.
Gordon resopló sabiendo que era inútil hacer razonar a su hijo, cuando se le metía algo entre ceja y ceja era imposible hacerle cambiar de opinión.
-Te quedas, de acuerdo-cedió a regañadientes-Pero aún así pienso contratar un camarero estos meses, quiero que tengas más tiempo para salir con tus amigos.
-Sabes que...que no tengo amigos-murmuró Bill algo cortado.
-Tienes a Andreas, y tus compañeros de clase-dijo Gordon.
Asintió en silencio, bien podía salir con Andreas una noche de esas pero sabía que corría el peligro de hacerle creer algo que no era. Y en cuanto a sus compañeros de clase, no se llevaba bien con ninguno de ellos. Todos le veían como un bicho raro con la nariz siempre metida en los libros.
Bueno, ya pensaría que haría con todo ese tiempo libre que le daría su padre. De momento seguiría haciendo lo que más le gustaba. Esa tarde se esperaba una gran cena y su padre había comprado nuevos uniformes a sus cameros y camareras. Los chicos irían con pantalón negro y camisa de manga larga blanca, y las chicas igual pero con falda. Además, llevarían una plaquita en el pecho con su nombre y así no se tendrían que estar presentando cada vez que atendieran una mesa.
-Como siempre, luces muy guapo-comentó silbando Andreas.
Había bajado a la cocina vestido con su nuevo uniforme y nada más poner un pie en la cocina todos los ojos se dirigieron a él. Carraspeó y trató de ponerse la plaquita con su nombre, pero no acertaba a dejarla derecha y Andreas corrió a echarle una mano. Se la sujetó en el pecho arriba a la derecha y una vez puesta se permitió el lujo de rozarle la mejilla.
-Gracias-murmuró Bill retrocediendo un paso.
Andreas sintió que le había molestado y se maldijo por ello, pero no podía evitarlo. Era muy duro trabajar a su lado ignorando sus sentimientos.
-El plato de hoy son canalones con carne y queso-explicó carraspeando.
Bill asintió y salió de la cocina. En el restaurante ya reinaba un agradable ambiente...que se intensificó cuando vio que estaba acodado en la barra. Era el chico de la otra vez, y por suerte venía solo. Estaba muy arreglado, con traje y corbata y no pudo evitar pasarse las manos por el pelo y retocarse la coleta que llevaba.
Le vio alzar la mirada y sonreírle ampliamente al verle. Se le acercó por detrás de la barra y puso un posavasos sobre ella.
-¿Qué va a tomar?-preguntó con educación.
-Una copa de vino por favor. Y tutéame, Bill-dijo James sonriendo ampliamente.
Bill asintió al tiempo que le servía la copa y la dejaba sobre la barra.
-Tengo una cena-explicó James resoplando.
-¿Es por negocios?-preguntó Bill.
-Casi-respondió James riendo-Son mis compañeros de universidad, celebramos que hemos terminado el curso y hemos salido vivos.
-Yo también terminé las clases-explicó Bill.
-¿Tú que estudias?-preguntó James muy interesado.
-Oh, yo estoy con la preparatoria, y terminé también mis clases-contestó Bill sonrojándose.
"Ahora me dirá que lo siente mucho, que le están esperando y se tiene que marchar"-pensó con tristeza-"Una manera suave de decirme que soy muy niño para él, que será todo un experimentado"
-Recuerdo esa época-murmuró James resoplando-Lo que me costó sacar ese curso, se me daban fatal las ecuaciones.
-Pues a mi me encantan-dijo Bill sonriendo.
James le imitó soltando un suspiro incontrolado. Era la sonrisa más dulce que había visto jamás, haciendo que los ojos de Bill se iluminaran bajo esa sombra azul que se había aplicado. Se le quedó mirando en silencio, sin notar que había dejado de sonreír y le miraba desconcertado. Carraspeó al darse cuenta y miró la hora en su reloj de pulsera.
-Mejor voy cogiendo sitio-murmuró sacando la cartera.
-Invita la casa-dijo Bill al momento.
-Muchas gracias, Bill-susurró James.
-De nada...-dijo Bill dejando la frase sin terminar, esperando que se le presentara.
-James...me llamo James-se presentó.
-James-repitió Bill sonriendo.
Le devolvió la sonrisa y cogiendo la copa de vino se dirigió a la mesa donde le esperaban sus compañeros. Bill le siguió con la mirara y aunque no estaban en su zona le pidió a una de las camareras que se la dejara. La chica asintió sonriendo, conocía a Bill dese hacía dos años y ya se había percatado de como charlaba amigablemente con uno de los chicos que estaba en esa mesa.
Se acercó a ella y esperó a que se decidieran, recomendándoles el mejor vino de la casa y de postre las famosas fresas con chocolate. Comprobó aliviado que entre los compañeros de James no se encontraba el desagradable chico del otro día y pudo hacer con tranquilidad su trabajo.
Fueron de los últimos en irse. Eran unos 15 y se encontraban disfrutando de una segunda ronda de chupitos por gentileza de la casa. Algunos se les notaba ya algo bebidos y eso le preocupaba a Bill.
-Tranquilo-dijo James en una de las ocasiones que se le acercó-La mitad de nosotros no hemos bebido y nos encargaremos de la otra mitad.
Bill asintió respirando más aliviado y le entregó la cuenta. Todos habían puesto dinero y James era el encargado de pagar, no olvidándose de una generosa propina que Bill agradeció algo cortado. Regresó a la barra y dejó el dinero en la caja mientras que los chicos se levantaban y trataban de salir del restaurante sin llamar más la atención de lo que la llamaban.
Como ya pensaba, James se escapó un momento a la barra a volver a despedirse de él....o eso era lo que pensaba.
-Bill... ¿a qué hora sales?-preguntó James armándose de valor.
Le miró todo cortado, no se esperaba que le estuviera...pidiendo una cita...
-Pensé que te podría llevar a casa-se explicó James al verle sonrojarse.
-Vivo en el restaurante-explicó Bill con torpeza-En el piso de arriba, con mi padre.
Vio la decepción pintada en la cara de James, realmente quería pasar un tiempo a solas con él y le acababa de dar calabazas.
-Pero mañana no trabajo-se apresuró a decir.
-Oh, eso es estupendo-dijo James sonriendo-¿Quieres que demos un paseo?
-Si-contestó si pensárselo dos veces.
James asintió y quedó en recogerle en el restaurante. Se despidió de él y se fue con sus compañeros de universidad, a los que tendría que llevar a 4 de ellos en su coche rezando para que no echaran la cena en los asientos traseros...
-Bill, ¿qué has hecho?
Cogió aire y se giró para enfrentarse a Andreas, que le miraba con los ojos abiertos como platos.
-Me han invitado a dar un paseo y he aceptado-dijo Bill resoplando.
-Es el mismo chico del otro día-explicó Andreas, como si no fuera obvio.
-Lo sé...y deja de espiarme-resopló Bill de nuevo.
Pasó por su lado y viendo a su padre descansando en la cocina se le acercó y sentó a su lado.
-¿Quieres algo?-preguntó Gordon al verle.
-¿Puedo tener libre la tarde de mañana?-pidió Bill con los dedos cruzados.
-¡Claro que sí!-dijo Gordon con firmeza-Ya sabes que no tienes que decirlo.
-Gracias, es que...he quedado-explicó por encima.
-¿Con quién?-preguntó Gordon con mucho interés.
-Oh...un compañero de clase-mintió Bill sintiéndolo mucho-Necesita ayuda con las ecuaciones y estando los exámenes de recuperación tan cerca me ha pedido que le echara una mano.
Gordon asintió sin creérselo mucho, jamás hablaba de sus compañeros de clase y le daba la impresión de que no se llevaba bien con ninguno. Pero era su hijo y debía confiar en él, y no hacer más preguntas como si eso fuera un interrogatorio.