El tiempo pasó volando y cuando le anunciaron que el corazón había llegado no pudo evitar echarse a llorar. Todos estaban a su lado, sus padres y sus amigos no habían querido dejarle solo en ese momento tan especial.
Había sido la hora de la comida pero a él no le habían dado nada al tener la operación tan cercana, y sentía protestar con rabia su estómago. Pero eso no era nada comparado con las mariposas que sentía en el al saber que en unas horas podría respirar con tranquilidad al pensar en la nueva vida que le esperaba.
Tuvo unos minutos para despedirse de sus amigos, dejando a sus padres para lo último. Se fundió en un fuerte abrazo con ellos prometiendo a su madre de nuevo pasar una larga temporada en su casa y dejar que le mimara tal y como ella deseaba.
Una vez a solas fue trasladado de la cama a una camilla en donde le llevaron al quirófano. Allí cubrieron sus trenzas con un gorro de plástico y le fueron preparando. Tumbado como estaba solo veía el techo blanco del quirófano con su gran lámpara apuntándole a él, apagada hasta que le operaran.
A su alrededor había un par de máquinas a las que le habían enchufado a través de electrodos, en ellas podía ver y escuchar lo débil que latía su corazón. De su gotero colgaban dos bolsas más de suero y un par de ellas con sangre de su mismo grupo. Tragó con esfuerzo, sabía que podía perder mucha sangre y podía necesitarla. No pudo evitar estremecerse bajo la sábana con la que le habían tapado hasta el cuello, se sentía desnudo e indefenso...
-Tom, ¿estás bien?
Ladeó la cabeza para ver quien le hablaba, sonriendo al ver una cara conocida.
-Si, doctor Listing-contestó con la voz ronca.
-El corazón ya está preparado y vamos a empezar a operarte-explicó Moritz haciendo una señal al anestesista-Vas a sentir mucho sueño, cierra los ojos y cuando despiertes estarás en una sala recuperándote y con tu nuevo corazón latiendo en el pecho.
Asintió al tiempo que tal y como le había dicho empezó a sentir mucho sueño. Era imposible luchar contra el, parpadeó un par de veces pero a la tercera no pudo volver a abrir los ojos y emitiendo un profundo suspiro cayó en un profundo y reparador sueño...
Se sentía muy a gusto, tumbado en una gran cama. Miró a su derecha y vio un gran espejo ovalado con una bufanda gris perla colgado de una esquina. A su izquierda había una ventana por la que se colaba el sol brillando con fuerza. Debía ser las 11 de la mañana, no lo sabía con exactitud...ni siquiera sabía que hacía en esa cama...
Un suspiro le llamó la atención, volvió la mirada a la derecha y vio que alguien caminaba con paso lento hacia el espejo. Era una chica, o eso creía. Desde donde estaba veía su largo pelo moverse al compás de sus pasos. Lo llevaba por los hombros y era de un negro azabache intenso, lo llevaba liso y perfecto. Bajó la mirada y la fijó en su espalda, tan suave al tacto...tenía un vago recuerdo de haberla acariciado minutos antes, recordaba haberla tenido bajo su cuerpo mientras le hacía el amor a un ritmo lento...
Siguió bajando y se fijó en sus nalgas, tan redondas y blancas...también recordaba haberlas acariciado, besado...
Suspiró sin poder evitarlo al tiempo que se acomodaba mejor en la cama. Vio que se paraba delante del espejo y levantando una mano lo hacía girar para poder verle. Sus ojos se cruzaron y vio como separaba los labios y soltaba una contagiosa carcajadas. Rió con ella, se sentía muy bien a su lado...nunca antes había sido tan feliz...nunca antes había estado tan enamorado...
-Tom...
Escuchó que le llamaban, pero no había sido la chica. Sus labios esbozaban una amplia sonrisa...
-Tom
Trató de abrir los ojos, pero sentía muy pesados los párpados. Sentía una mano apretar con suavidad la suya y una voz conocida que le llamaba en voz baja.
-Tom, abre los ojos.
"¡Eso intento!"-quiso gritar.
Pero sus labios no se movieron. Puso más empeño y logró pestañear. Había una luz tenue que aún así hirió sus ojos, arrugó la frente y gruñó por lo bajo.
-Bienvenido-dijo Moritz sonriendo ampliamente.
Esperó hasta que su paciente abrió los ojos y fijó en él su borrosa vista.
-Tom, la operación ha sido todo un éxito y tu nuevo corazón está latiendo con fuerza-explicó Moritz-Te hemos subido a reanimación hace media hora, te sentirás aún con sueño pero es normal. No despertarás del todo hasta dentro de un par de horas y entonces te subiremos a la habitación y podrás ver a tus padres.
Trató de asentir con la cabeza, pero sentía que le pesaba una tonelada. Logró sonreír para que el doctor Listing supiera que le había entendido.
-Bien, ahora sigue descansando-se despidió Moritz.
-James...-susurró con esfuerzo-James ha muerto....
Moritz arrugó la frente preocupado, no entendía que mencionara el nombre del donante nada más salir de la anestesia, y más que lo hiciera en ese tono. Pero sabía que se sentiría muy aturdido y atontado, ni sabría lo que estaba diciendo.
-Descansa Tom-le ordenó Moritz con suavidad-No te preocupes por nada, todo irá bien.
Esperó a que cerrara los ojos de nuevo y solo entonces le soltó la mano, dejándola a un lado con cuidado. Le habían cambiado el vendaje que le pusiera al operarle, y una nueva gasa blanca recorría su pecho de arriba a abajo. Comprobó que todo estaba en su sitio y la vía igual, donde aún no se había terminado de pasar la última bolsa de sangre que le habían puesto. Le quedaba menos de la mitad, habían usado dos y no iba a necesitar más.
Alzó la mirada y le hizo una señal a la enfermera que le acompañaba.
-Quiero un informe cada media hora-ordenó con suavidad-Y avisadme de cualquier cambio en su estado, estaré toda la noche de guardia y quiero estar al corriente de todo.
-Si, doctor Listing.
Sonrió y dejó que arropara al paciente, en su estado podría enfriarse fácilmente y no le convenía resfriarse. Salió de la UVI y se reunió con sus amigos y padres de Tom, que desde que saliera de quirófano esperaban sus noticias. De los amigos de Tom solo quedaban Gustav y su hijo, a la hora de empezar la operación se habían retirado viendo que dejaban a su amigo en buenas manos y los padres necesitaban algo de intimidad. Pero luego habían regresado ellos dos, los otros tenían que trabajar y esperaban su llamada que le informaran del estado de su amigo.
-Ha estado despierto unos minutos solo-explicó Moritz sonriendo con satisfacción-Tenía mejor color de cara y sus latidos eran fuertes. Cuando salga del todo de la anestesia le subiremos a la habitación de nuevo y allí podréis verle.
-Gracias Moritz-susurró Simone a punto de llorar.
-Esta noche tengo guardia y ya he ordenado que me informen de cualquier cambio en su estado-siguió diciendo Moritz-Pero creedme, la operación ha ido bien y su cuerpo está aceptando el nuevo corazón.
-¿Cuando podrá volver a casa?-preguntó Jörg.
-Si todo va bien, en una semana-contestó Moritz-Según se encuentre de fuerte, recordad que ha sido una operación muy delicada, ha estado muy grave y ha necesitado dos transfusiones. Estará realmente agotado y no queremos que se vaya hasta que esté completamente recuperado.
Todos asintieron, habían estado a punto de perderlo y ahora lo único que importaba era que recuperase las fuerzas y volviera a ser el de antes.
Había sido la hora de la comida pero a él no le habían dado nada al tener la operación tan cercana, y sentía protestar con rabia su estómago. Pero eso no era nada comparado con las mariposas que sentía en el al saber que en unas horas podría respirar con tranquilidad al pensar en la nueva vida que le esperaba.
Tuvo unos minutos para despedirse de sus amigos, dejando a sus padres para lo último. Se fundió en un fuerte abrazo con ellos prometiendo a su madre de nuevo pasar una larga temporada en su casa y dejar que le mimara tal y como ella deseaba.
Una vez a solas fue trasladado de la cama a una camilla en donde le llevaron al quirófano. Allí cubrieron sus trenzas con un gorro de plástico y le fueron preparando. Tumbado como estaba solo veía el techo blanco del quirófano con su gran lámpara apuntándole a él, apagada hasta que le operaran.
A su alrededor había un par de máquinas a las que le habían enchufado a través de electrodos, en ellas podía ver y escuchar lo débil que latía su corazón. De su gotero colgaban dos bolsas más de suero y un par de ellas con sangre de su mismo grupo. Tragó con esfuerzo, sabía que podía perder mucha sangre y podía necesitarla. No pudo evitar estremecerse bajo la sábana con la que le habían tapado hasta el cuello, se sentía desnudo e indefenso...
-Tom, ¿estás bien?
Ladeó la cabeza para ver quien le hablaba, sonriendo al ver una cara conocida.
-Si, doctor Listing-contestó con la voz ronca.
-El corazón ya está preparado y vamos a empezar a operarte-explicó Moritz haciendo una señal al anestesista-Vas a sentir mucho sueño, cierra los ojos y cuando despiertes estarás en una sala recuperándote y con tu nuevo corazón latiendo en el pecho.
Asintió al tiempo que tal y como le había dicho empezó a sentir mucho sueño. Era imposible luchar contra el, parpadeó un par de veces pero a la tercera no pudo volver a abrir los ojos y emitiendo un profundo suspiro cayó en un profundo y reparador sueño...
Se sentía muy a gusto, tumbado en una gran cama. Miró a su derecha y vio un gran espejo ovalado con una bufanda gris perla colgado de una esquina. A su izquierda había una ventana por la que se colaba el sol brillando con fuerza. Debía ser las 11 de la mañana, no lo sabía con exactitud...ni siquiera sabía que hacía en esa cama...
Un suspiro le llamó la atención, volvió la mirada a la derecha y vio que alguien caminaba con paso lento hacia el espejo. Era una chica, o eso creía. Desde donde estaba veía su largo pelo moverse al compás de sus pasos. Lo llevaba por los hombros y era de un negro azabache intenso, lo llevaba liso y perfecto. Bajó la mirada y la fijó en su espalda, tan suave al tacto...tenía un vago recuerdo de haberla acariciado minutos antes, recordaba haberla tenido bajo su cuerpo mientras le hacía el amor a un ritmo lento...
Siguió bajando y se fijó en sus nalgas, tan redondas y blancas...también recordaba haberlas acariciado, besado...
Suspiró sin poder evitarlo al tiempo que se acomodaba mejor en la cama. Vio que se paraba delante del espejo y levantando una mano lo hacía girar para poder verle. Sus ojos se cruzaron y vio como separaba los labios y soltaba una contagiosa carcajadas. Rió con ella, se sentía muy bien a su lado...nunca antes había sido tan feliz...nunca antes había estado tan enamorado...
-Tom...
Escuchó que le llamaban, pero no había sido la chica. Sus labios esbozaban una amplia sonrisa...
-Tom
Trató de abrir los ojos, pero sentía muy pesados los párpados. Sentía una mano apretar con suavidad la suya y una voz conocida que le llamaba en voz baja.
-Tom, abre los ojos.
"¡Eso intento!"-quiso gritar.
Pero sus labios no se movieron. Puso más empeño y logró pestañear. Había una luz tenue que aún así hirió sus ojos, arrugó la frente y gruñó por lo bajo.
-Bienvenido-dijo Moritz sonriendo ampliamente.
Esperó hasta que su paciente abrió los ojos y fijó en él su borrosa vista.
-Tom, la operación ha sido todo un éxito y tu nuevo corazón está latiendo con fuerza-explicó Moritz-Te hemos subido a reanimación hace media hora, te sentirás aún con sueño pero es normal. No despertarás del todo hasta dentro de un par de horas y entonces te subiremos a la habitación y podrás ver a tus padres.
Trató de asentir con la cabeza, pero sentía que le pesaba una tonelada. Logró sonreír para que el doctor Listing supiera que le había entendido.
-Bien, ahora sigue descansando-se despidió Moritz.
-James...-susurró con esfuerzo-James ha muerto....
Moritz arrugó la frente preocupado, no entendía que mencionara el nombre del donante nada más salir de la anestesia, y más que lo hiciera en ese tono. Pero sabía que se sentiría muy aturdido y atontado, ni sabría lo que estaba diciendo.
-Descansa Tom-le ordenó Moritz con suavidad-No te preocupes por nada, todo irá bien.
Esperó a que cerrara los ojos de nuevo y solo entonces le soltó la mano, dejándola a un lado con cuidado. Le habían cambiado el vendaje que le pusiera al operarle, y una nueva gasa blanca recorría su pecho de arriba a abajo. Comprobó que todo estaba en su sitio y la vía igual, donde aún no se había terminado de pasar la última bolsa de sangre que le habían puesto. Le quedaba menos de la mitad, habían usado dos y no iba a necesitar más.
Alzó la mirada y le hizo una señal a la enfermera que le acompañaba.
-Quiero un informe cada media hora-ordenó con suavidad-Y avisadme de cualquier cambio en su estado, estaré toda la noche de guardia y quiero estar al corriente de todo.
-Si, doctor Listing.
Sonrió y dejó que arropara al paciente, en su estado podría enfriarse fácilmente y no le convenía resfriarse. Salió de la UVI y se reunió con sus amigos y padres de Tom, que desde que saliera de quirófano esperaban sus noticias. De los amigos de Tom solo quedaban Gustav y su hijo, a la hora de empezar la operación se habían retirado viendo que dejaban a su amigo en buenas manos y los padres necesitaban algo de intimidad. Pero luego habían regresado ellos dos, los otros tenían que trabajar y esperaban su llamada que le informaran del estado de su amigo.
-Ha estado despierto unos minutos solo-explicó Moritz sonriendo con satisfacción-Tenía mejor color de cara y sus latidos eran fuertes. Cuando salga del todo de la anestesia le subiremos a la habitación de nuevo y allí podréis verle.
-Gracias Moritz-susurró Simone a punto de llorar.
-Esta noche tengo guardia y ya he ordenado que me informen de cualquier cambio en su estado-siguió diciendo Moritz-Pero creedme, la operación ha ido bien y su cuerpo está aceptando el nuevo corazón.
-¿Cuando podrá volver a casa?-preguntó Jörg.
-Si todo va bien, en una semana-contestó Moritz-Según se encuentre de fuerte, recordad que ha sido una operación muy delicada, ha estado muy grave y ha necesitado dos transfusiones. Estará realmente agotado y no queremos que se vaya hasta que esté completamente recuperado.
Todos asintieron, habían estado a punto de perderlo y ahora lo único que importaba era que recuperase las fuerzas y volviera a ser el de antes.