Tokio Hotel World

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    Capitulo 11

    Alisson Kaulitz
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    Mensaje  Alisson Kaulitz Miér Jul 20, 2011 1:34 pm

    Al día siguiente se levantó más animado. Había pasado una buena noche, más con su hermano cuidándole a su lado. Le había sentido vigilarle cada vez que se daba la vuelta y gemía en voz baja. Al momento sentía como le acariciaba una mejilla y se tenía que morder los labios para no sonreír y delatarse.

    Le gustaba que se “aprovechara”, que le creyera dormido profundamente y diera rienda suelta a sus sentimientos.

    Cada día crecía más la idea de que el amor que sentía por él era correspondido, que su hermano sentía lo mismo….solo necesitaba hallar el momento y las palabras necesarias, un gran problema si no podían salir de sus labios hasta dentro de una semana.

    Le daba miedo escribirlas en la libreta y que alguien las leyera, que descubriera que se amaban de una prohibida manera.

    Dejó a un lado sus remordimientos y se concentró en lo que estaba sintiendo en aquellos momentos. Tumbado boca abajo, sentía como su hermano le acariciaba la espalda metiendo la mano bajo su camiseta. Quería quedarse muy quieto, dejarle que siguiera pero su cuerpo le traicionó.

    Sintió un escalofrío y no pudo evitar estremecerse. Su hermano lo sintió y se apartó con rapidez. Le sintió levantarse de la cama y abandonar la habitación. Abrió los ojos con pesar y se incorporó frotándoselos. Acababa de salir del mejor sueño que hubiera podido tener jamás….


    Se quedó en la cama media hora más, hasta que entró su madre bandeja en mano con su desayuno en ella. Se sentó en la cama y se recostó contra el cabecero mientras la veía dejarlo todo en la mesilla y sentarse a su lado.

    -Nada de fiebre-dijo Simone poniendo una mano en su frente-¿Alguna molestia o dolor?

    Tuvo que asentir. Aparte de su garganta, le dolía el corazón….

    Se tomó el desayuno despacio mientras su madre le contaba lo que le había planeado para su primer día sin pronunciar palabra. Sabiendo que estaría bajo de ánimos, había llamado a Andreas y él a los muchachos, y los esperaba para la hora de comer.

    Eso obtuvo la respuesta que su madre esperaba. Logró esbozar una sonrisa con esfuerzo mientras se bebía el vaso de leche que le había preparado.

    -Llamó David, quería saber que tal estabas y ponerse de inmediato con la nota de prensa. Le dije que llamase más tarde, que aún estabas en la cama-siguió diciendo Simone.

    Dejó el vaso sobre la bandeja y cogió la libreta, escribiendo con letra clara.

    -“Me gustaría salir a dar una vuelta, prometo abrigarme bien. No quiero pasarme todo el día en la cama, me duele el cuerpo….”

    Simone leyó sus palabras arrugando la frente. Tenía miedo de que saliera y se resfriara, más al ser su primer día tras la operación. Pero al ver como le suplicaba con la mirada se tuvo que dar por vencida.

    -Haremos lo siguiente, te levantas, te duchas y tras la visita de tus amigos si no te has cansado puedes dar un paseo con ellos-dijo Simone muy seria.

    Casi aplaudió al escucharlo. Se apresuró a terminarse el desayuno y entró en el baño para ducharse. Se miró al espejo y casi gritó al verse. Desde que regresara del hospital no se le pasó por al cabeza mirarse en uno, y en ese momento su aspecto era terrible.

    Tenía el pelo lacio y despeinado, mechones rebeldes se erizaban y quedaban de punta. Bajo sus ojos sus ojeras estaban muy marcadas, y la boca la tenía aún ligeramente hinchada.

    Se pasó una mano por los labios frunciendo al frente. Así no pensaba salir de casa, más valía que luego se encontrara en mejor estado o se negaría en rotundo a salir.

    Se desnudó y entró en la ducha, gimiendo con los ojos cerrados cuando comenzó a caer el agua por su espalda, relajando cada músculo dolorido. Se lavó el pelo y una vez limpio se secó y pudo un cómodo chándal preguntándose donde se había metido su hermano esa mañana….


    -¿Me has escuchado?-repitió Simone a su hijo mayor.

    Tom alzó la cabeza parpadeando como si saliera de un sueño. Desde que abandonó la cama de su hermano, no se había movido de la cocina, negando con la cabeza cuando su madre le dijo que subiera a desayunar los dos juntos.

    Se sentía mal por lo ocurrido, aprovecharse de que su hermano estaba profundamente dormido para subirle la camiseta y pasar una mano por su suave espalda. No pudo contenerse, le vio tumbado boca abajo a su lado y sus dedos se movieron como si tuvieran vida propia.

    Levantaron el borde de su camiseta y lentamente dibujaron un corazón en su espalda, hasta que le sintió estremecer y maldiciéndose por lo bajo huyó de su contacto.

    -¿Estás bien?-preguntó Simone al ver que no le contestaba, con la mirada perdida en la pared de enfrente.

    Temiéndose que hubiera caído enfermo también, se apresuró a ponerle una mano en la frente negando con la cabeza.

    -No tienes fiebre, pensé que al dormir con tu hermano te hubiera contagiado algo-dijo retirándola.

    No pudo evitar reír por lo bajo, lo único que le podía haber contagiado su hermano, era su amor, en el caso de que fuera correspondido…

    -No es nada-dijo levantándose de la silla.

    Se acercó al fregadero y tiró el resto de la leche que no se pensaba tomar. Sentía un nudo en el estómago, que le impedía hasta respirar. Se secó las manos a un paño que había siempre colgado a un lado y se giró de improvisto, descubriendo a su hermano en el quicio de la puerta.

    Con el paño aún en las manos, le recorrió con la mirada de arriba abajo. Se acababa de duchar, y llevaba el pelo aún húmedo, aplastado contra la cara. Vestía un cómodo chándal bajo de cadera, que le dejaba al descubierto media estrella de su cadera.

    -Cariño, no te quedes ahí quieto-llamó Simone a su hijo pequeño.

    Asintió con la cabeza y se sentó en la silla que había dejado libre su hermano. No se atrevía a levantar la mirada, se había sentido cortado cuando nada más entrar por la puerta le vio de espaldas en el fregadero, apretando en sus manos un paño con fuerza.

    Y cuando se giró fue peor, le recorrió de arriba abajo y sus ojos se quedaron fijos en su cadera derecha. Sabía de sobra que estaba mirando su tatuaje, imaginándose como sería ver su estrella en todo su esplendor…

    -Me voy-anunció de repente Tom.

    Alzó la cabeza con brusquedad, interrogándole con la mirada a falta de palabras.

    -Necesito…comprar una cosa-dijo la primera excusa que se le pasó por la cabeza.

    -Pues no tardes, que tus amigos vendrán en 3 horas-le dijo su madre.

    Dejó el paño, o más bien lo arrojó sobre la mesa y pasó al lado de su hermano, peno no contó con que se levantara y le cogiera del brazo. Se volvió de inmediato, viendo en sus ojos que le quería decir algo muy importante.

    Antes de ponerse a “hablar”, dirigió una mirada a su madre, que estaba entretenida haciendo el postre que tomarían en la comida. Asintió con la cabeza y soltándose del agarre de su hermano subió a la habitación que compartían con él pisándole los talones.

    Se sentó en su cama mientras hacia como que se ataba las playeras, esperando a que empezara a hablar. Estaba concentrado en no alzar la mirada, que no se dio cuenta de que le tendía la libreta hasta que le golpeó en el hombro con ella.

    En es momento sus ojos le miraron con firmeza y esbozó una sonrisa de culpabilidad.

    -Perdona, no me acordaba-dijo cogiendo la libreta que aún le tendía.

    En la primera hoja había escrita una sola pregunta.

    -“¿A dónde vas?”-leyó en voz baja.

    -Ya te lo he dicho, necesito comprar una cosa, con urgencia-contestó de malas maneras.

    Le devolvió la libreta y se levantó con rapidez. Entró en el baño y se rehizo la coleta con temblorosas manos, más al ver que a su espalda su hermano le espiaba tendiéndole de nuevo la libreta.

    Antes de volverse y cogerla, sus miradas conectaron en el reflejo del espejo. En sus ojos, brillaba….el miedo. Y los dos se sorprendieron al verlo…

    -¿Qué quieres ahora?-preguntó otra vez molesto girándose.

    Cogió la libreta que le tendía con manos temblorosas y sintió que se estremecía, le costaba respirar y fijar la vista. Parpadeó un par de veces y se concentró en la menuda letra de su hermano.

    -“¿Me traes algo?”-había escrito.

    Rió al leerlo. Su hermano actuaba como un niño pequeño, pidiendo que a la vuelta le trajeran un regalito…como si le hubiera leído el pensamiento.

    -Quien sabe-contestó sonriendo.

    Le devolvió la libreta y salió del baño cogiendo una sudadera por el camino. Bajo las escaleras mientras se a ponía, con su hermano pegado a sus talones de nuevo. Entró en la cocina y le preguntó a su madre que si quería que comprara algo, el pan o alguna cosa más.

    Enseguida Simone le preparó una pequeña lista, mirando a su hijo pequeño por si él necesitaba algo, pero al verle negar con la cabeza le entregó la nota una vez terminada.

    -Esto me va a llevar toda la mañana-se quejó Tom al leerla.

    -Bueno, cariño…te has ofrecido, Gordon está trabajando y como vas a salir, así yo me quedo en casa cuidando de Bill-dijo Simone sin aliento.

    -Lo sé, solo espero que me de tiempo a comprar lo que necesito-murmuró guardándose la nota en un bolsillo.

    -¿Qué es?-preguntó Simone con curiosidad.

    -Nada-contestó de inmediato-Cosas mías….bueno, espero venir antes que los muchachos.

    Se despidió de su madre y se giró para salir de la cocina, chocando con su silencioso hermano.

    -Perdón-murmuró sin alzar la mirada.

    Siguió su camino y salió de la casa suspirando una vez en la calle. Necesitaba que le diera el aire, que su mente se despejara y poder pensar con claridad. ¿De verdad lo iba a hacer? ¿Se lo iba a confesar tras haber sopesado todas y cada una de las consecuencias?

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