Tokio Hotel World

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    Capitulo 7: Por Un Minuto o Para Siempre

    Alisson Kaulitz
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    Mensaje  Alisson Kaulitz Miér Jul 20, 2011 1:04 pm

    La lluvia caía estruendosamente, formando grandes charcos en la acera de la ciudad. El cielo estaba revestido de color gris oscuro, y él sentía frío, mucho frío.

    Su corazón pesaba como mil piedras en su cuerpo. Su alma se sentía vacía.

    Ya era tarde, y se había pasado toda la mañana sentado en el sofá observando por la ventana las gotas de agua caer estrenduosamente. Su celular estaba encendido después de un largo tiempo de inactividad, y en él habían registros de cientos de llamadas perdidas de la que había sido su novia, que había cortado con él hace 3 días mediante un mensaje de texto, sin que si quiera se enterara. Le dolía, pero no lo suficiente como para pedirle disculpas o intentar arreglar las cosas con ellas. No tanto como la necesidad de llamar a su gemelo y obtener alguna donde estaba. Pero sabía que sería inútil. Su gemelo no lo quería ver y él no podía luchar contra eso, no después de todo lo que había pasado entre ellos.

    Una a una las lágrimas iban apareciendo en sus ojos, cayendo delicadamente por sus pómulos, dejando un sabor salado y doloroso en sus labios.

    Sólo quedaba esperar… esperar a que su gemelo decidiera volver a su lado…




    .

    El viento corría pesadamente alrededor del, casi intentándolo detener, pero Bill no lo sentía. Los pulmones le ardían, el sudor resbalaba por su frente y sus músculos ardían de dolor.

    Bill corría, tan rápido como le era posible, intentando dejar atrás sus pensamientos, queriendo perder su mente en la oscuridad, y que sus pensamientos se marchitaran en ella.

    Pero no podía lograrlo. En su mente el beso de su hermano seguía acechándolo, como una sombra de la cual nunca se iba a poder deshacer.

    Fue un beso, sólo el contacto de sus labios, el sabor de su boca, la suavidad de su lengua… Bill jadeó.

    Tanto tiempo que había gastado imaginándolo, tantos minutos soñando con una fantasía en la cual Bill amaba y Bill era amado, y todo era rosa, todo era perfecto.

    Y cuando el momento llegaba, no podía sentir lo mismo.

    No habían chispas, no había explosión ni pensamientos claros en su mente…. Sólo el extraño sabor de la confusión, del miedo y un poco más escondido, pero no menos profundo, el amor.

    El inquebrantable amor que había sentido desde antes incluso que supiera lo que significaba y que sólo había conseguido agrandarse con el paso del tiempo.

    Ese tipo de amor, que aunque trates de correr lejos del, te atrapa y te lleva de vuelta a su camino. Ese tipo de amor que su hermano había ultrajado, jugado con él durante tanto tiempo.

    Su hermano no era el príncipe azul que quisiera que fuera. No era cariñoso, era testarudo y nunca se daba el tiempo de notar algunas cosas, o de darse cuenta de lo que existía entre ellos. Se equivocaba mucho, le había hecho tanto daño sin darse cuenta.

    Pero le amaba. Tenía certeza que Tom le amaba de verdad.

    Tal vez Bill podía dejar de amar a su hermano. El problema era que no quería hacerlo.

    Se dejó resbalar al suelo, dejando caer todo su peso sobre las rodillas.

    Estaba exhausto, pero guardó su último aliento para retomar el camino a casa.

    El camino de vuelta hacia su hermano…



    Epílogo:



    Bill se refugió en los brazos de Tom, ambos sintiéndose más cansados que nunca en sus vidas. Sus pechos dolían, pero guardaban la alegría de haber logrado superar el más grande de los obstáculos de su vida; encontrar la respuesta a los gritos de sus almas, haberse acercado al fin el uno al otro. Tom pasó su mano por el cabello de Bill, acariciándole lentamente.

    -Soy un idiota…-murmuró Tom.

    -Lo eres- respondió Bill. Tom colocó una de sus manos en la nuca de su hermano, presionando suavemente sus labios con los ajenos. El sabor de su gemelo inundó su boca, provocando que su corazón se acelerara y que su piel se erizara.

    -Pero aún así me amas, ¿cierto?-preguntó Tom. Su gemelo asintió, y antes de que pudiera reaccionar Tom se había apoderado nuevamente de su boca, besándole desesperadamente, con pasión, hambriento de llenarse de su ser.

    Bill sintió que su gemelo le tumbaba delicadamente en la cama, posicionándose justo encima del, sin separar sus labios en ningún momento. Sus lenguas se encontraron rápidamente, saboreándose sin pudor, sin vergüenza, sin miedo. Tom besó el cuello de su gemelo, haciéndole estremecer y coló una de sus manos por debajo de la camiseta de Bill, recorriendo hambrientamente su piel suave y pálida.

    No pasó mucho tiempo en que ambos estuvieran sin la parte superior de sus ropas, y pronto también sin las inferiores. Cuando sintieron que el momento había llegado, que sus cuerpos iban a complementarse y a unirse para siempre, Tom se detuvo a examinar la mirada de Bill.

    En ella ya no había vacío; el dolor y la melancolía habían sido reemplazados por la felicidad de saberse correspondido. Procedió con su acción, untó uno de sus dedos en un frasco que estaba en el velador, y fue introduciendo uno a uno en la entrada de su gemelo. Cuando le sintió suficientemente dilatado presionó su miembro dentro de Bill, haciendo que éste gimiera sonoramente del más puro placer, que sólo podría proporcionarle alguien que lo conociera más que si mismo, su gemelo. Continuaron de esa forma, desplazándose por el cuerpo de su gemelo, sintiendo el placer desbordarse por sus poros, amándole sin miedo hasta que la noche se volvió día, los días se volvieron semanas y las semanas se volvieron meses.

    Ya no había de qué escaparse. La respuesta había estado siempre enfrente de ellos, llamándole inconscientemente, abriéndoles las puertas a la felicidad. Sólo tenían que aprender a acercarse a ella.

    Y por fin lo había hecho.

    FIN

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