Tokio Hotel World

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    Capitulo 15: Cena Entre Amigos

    Jason Von Trumper
    Jason Von Trumper
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    Mensaje  Jason Von Trumper Mar Jul 19, 2011 12:12 pm

    Cuando llega Tom, Bill inmediatamente le avisa que Georg y Gustav venían a cenar, al ver al pelinegro tan atareado, el de rastas pone manos a la obra y comienza a ayudarle, juntos entre besos y caricias terminan la cena, adornan la mesa y suben a darse una ducha, la que por supuesto no desaprovecharon, bajo el delicioso chorro de agua tibia ambos cuerpos se abatían en una exquisita batalla de lenguas, caricias ardientes y sutiles pero excitantes movimientos, ambos disfrutaban del sexo como si fuera la ultima vez que lo experimentarían, satisfechos después de alcanzar el éxtasis, salen del baño y van a su alcoba para vestirse.

    Con todo listo, esperan sentados en el sofá de la sala, acariciándose y hablándole al bebé

    que Bill llevaba en sus entrañas -hey bebé ¿me escuchas?...soy tu papá - le habla Tom apoyando su oído en vientre semi plano de Bill -no me contesta, debe estar dormido- Bill le mira con ternura y le acaricia la cabeza -es muy pequeño aun cariño, no puede...-.

    El timbre interrumpe la hermosa escena, Tom se levanta y camina hacia la puerta, la abre y se encuentra con sus nuevos amigos y una pequeña que revolotea alrededor de sus padres, les sonríe y les invita a pasar -pasen por favor, tomen asiento- les dice indicándoles el sofá, en donde hace solo unos segundos estaba sentado Bill, quien había corrido al baño sorpresivamente a devolver, después de diez minutos baja con el rostro notoriamente pálido y un poco mareado, lo que Tom nota inmediatamente, corre para ayudarle a bajar y lo lleva hasta el sofá, saluda a sus amigos y se disculpa por no haberlos recibido.

    -Lo siento, surgió un problema de último momento- se disculpa el pelinegro.

    -No te preocupes, te comprendo- le calma Georg entendiendo a la perfección lo que le había ocurrido a Bill.

    -Hola pequeña, ¿cómo te llamas? -saluda el pelinegro a la pequeña que se escondía tras su papá.

    -Vamos hija, saluda, él es tu tío Bill -dice Gustav tomándola suavemente de su manito, para acercarla al pelinegro.

    -Hola tío Bill- saluda la pequeña levantando sus pies en punta para alcanzar la mejilla del pelinegro y así dejar un suave besito en ella - mi nombe es Ambad-.

    -Ambar- le corrige Georg.

    -Es un nombre hermoso el tuyo...y tu eres preciosa -le dice acariciando sus mejillas sonrojadas y su hermoso cabello, rubio como el de su papá.

    Todos estaban encantados con la dulce pequeña, menos Georg que estaba extrañado de que su muñeca no hubiera hecho algún escándalo, como los que acostumbraba a hacer cada vez que salían, pensaba que las advertencias de castigos sin ver la tele y tiempos muertos, le habían surtido efecto.

    Conversando y conociéndose mejor, Tom avisa que es hora de cenar y les invita a sentarse a la mesa, es entonces cuando la diablilla que descansaba dentro de la dulce muñeca sale a relucir -papá...no alcanzo mi cuchada -.

    -Tom, ¿me prestarías unos cojines?, es que queda muy baja- pide de favor Gustav.

    El de rastas coge unos cojines y se los da - ¿con estos es suficiente?-

    -Si muchas gracias- le agradece el rubio acomodando a su hija.

    -Mmm, el asado está exquisito - felicita Georg.

    -Bill es el responsable, él lo cocinó -el de rastas dio todo el crédito a su novio, quien sonreía sonrojado.

    -Pues felicitaciones Bill, todo esta delicioso-le felicita Gustav esta vez.

    -No me gusta...papá, no me gusta-

    -¿Qué es lo que no te gusta, bebé?- pregunta Gustav a su pequeña.

    -La comida...no quiero comer...-

    -Pero nena...-

    -Debes comer Ambar- le ordena Georg mirándola seriamente, ya sabía que la pataleta se acercaba y no quería hacer el ridículo en casa de sus amigos.

    -¡No quiedo!- grita lanzando su tenedor a Tom, quien lo esquiva haciendo un rápido movimiento.

    -¡Ambar, eso no está bien!...lo siento Tom- se disculpa Gustav sonrojado.

    -Discúlpate con el tío Tom, de inmediato -le ordena Georg.

    -¡No lo hadé!-

    -No pasa nada, déjala- dice el de rastas.

    -Si gustas le preparo otra comida Georg, no es problema- se ofrece Bill para que la niña se tranquilizara, pero el castaño niega con la cabeza y le pide a su esposo que intente calmarla.

    La niña le mira y se cruza de brazos frunciendo el ceño, Gustav se acerca para intentar darle la comida en la boca, con paciencia enternecedora corta la carne en pequeños trocitos y los lleva a la boquita de su hija, pero ella lo rechaza manteniendo sus labios pegados, el rubio y paciente padre intenta varias veces hasta rendirse ante la mirada decepcionada de su esposo, que no entiende como es capaz de dejarse ganar por una niña malcriada. En silencio vuelve a su lugar y se sienta para seguir cenando, Tom, quien vio la tensión entre la pareja, trata de suavizar el momento continuando la conversación a medias que habían dejado en el consultorio cuando se conocieron.

    Carraspea su garganta y bebe un poco de champagne -Gustav, me gustaría que continuáramos esa conversación que dejamos a medias... ¿te acuerdas?-

    -¿En el consultorio?-

    -Si, sentí mucho interés cuando dijiste que tu hija fue un caso especial...

    -Aja-

    Gustav mira cariñosamente a Georg y ambos se regalan miradas llenas de amor, suspira antes de empezar la historia de amor entre él y su esposo- bueno...mis suegros me odian para empezar, nunca les gustó que su único hijo se enamorara de mí, pues ellos ya le tenían un futuro esposo listo y yo me metí en medio, de todas formas Georg no lo amaba...-

    -¿Te metiste en medio?- pregunto con curiosidad Bill.

    -Si, yo estaba enamorado de él hacía tiempo, pero cuando supe que se casaría...me volví loco-

    -¿Y tú sentías algo por él?- le pregunta el pelinegro a Georg.

    El castaño traga lo que tenía en la boca y contesta la pregunta del pelinegro - lo adoraba, pero nunca me atreví a engañar a mi novio en ese entonces, hasta que un día nos encontramos por casualidad en una tienda y bueno...allí empezó todo-

    -Dos semanas después ya estábamos saliendo juntos, a escondidas por supuesto, duramos así casi tres meses pero los padres de Georg nos descubrieron y amenazaron con casarlo de inmediato, nos desesperamos tanto que pensamos en escaparnos, pero pensamos en nuestras familias y bueno...hasta que un día Georg llegó desesperado a mi casa, llorando de felicidad por que había descubierto la solución a todos nuestros problemas...-

    Bill, que escuchaba atento el relato se levantó desesperado de su silla al ver que Gustav había dejado de hablar -¡¿cuál era?!-

    -Estaba esperando un bebé- responde el castaño sonriendo feliz -esa fue nuestra salvación, cuando mis padres se enteraron hicieron un escándalo de proporciones, me hicieron terminar con mi novio, y rápidamente consiguieron un juez para que me casara con Gusti -contaba mirando a su esposo con los ojitos brillosos -ustedes saben, para evitar habladurías, tenía un mes cuando lo supe-

    -Ocho meses después llegó mi princesita y al año nos mudamos aquí, por eso digo que ella es un caso especial, por que gracias a ella estamos juntos- termina Gustav.

    -¿Y tus padres quieren a Ambar?, tú sabes como no quieren a Gustav...-pregunta el pelinegro sonrojado.

    -La adoran, por suerte no mezclaron las cosas, pero siempre tenían problemas con él, siempre había alguna discusión, así que decidimos mudarnos, o los tendríamos siempre sobre nosotros, y cuando ellos quieren verla, yo viajo-

    Así ambas parejas se conocieron mejor, Bill y Tom les contaron su historia y lo felices que estaban de haberlos conocido, ahora podría compartir sus vivencias con alguien que pasaba y sentía lo mismo, Bill contaba con su madre y Gordon, pero era muy bueno tener amigos con quien pasar unos gratos momentos de vez en cuando, después de la cena se sentaron en la sala para comer el postre, helado de fresa con trocitos de fruta y salsa de caramelo, todos comieron una porción menos Bill y Georg que ya iban por la tercera, nadie había notado que la pequeña Ambar no había probado bocado de su helado hasta que la niña exclama -¡ no me gusta la salsa de cadamelo!...¡yo quedo de chocolate ahoda!-

    Todos la miran enseguida, pero Georg se pone serio y camina hacia ella - las cosas se piden por favor, no quiero que grites-

    -¡Pedo, yo quedo de chocodate!- vuelve a gritar haciendo un baile de saltos por todas partes, mientras lloraba.

    -Lo siento pequeña, te cambiaré el helado por otro con salsa de chocolate -le dice Tom para calmarla.

    -¡Tu no...mi papá!- le grita dejando caer el helado al suelo.

    -¡Ambar no seas grosera!-le grita enfadado Georg, para luego mirar a Gustav, que no hacía nada.

    -Lo siento tanto chicos- se disculpaba el castaño rojo de vergüenza.

    -No te preocupes, voy por un trapo para limpiar -

    -No, yo iré, dime donde los guardas -por fin dijo Gustav.

    -En el cuarto junto al baño -

    Tom entraba en la sala con el helado para la pequeña y Gustav limpiaba el piso, mientras Bill recogía los trastos sucios y Georg le gruñía suavemente a su hija, había sido una interesante velada entre amigos, que Bill y Tom estaban felices de volver a repetir.

    Llega la hora de despedirse, ya era tarde, así que acordaron reunirse pronto para seguir conociéndose, se despidieron y acompañaron a sus invitados a su auto y los vieron partir.

    -¿Crees que nuestro hijo será como esa pequeña?- pregunto Tom preocupado.

    -Tomy, es solo una niña, los niños suelen ser así-

    -Bill tengo miedo...-

    -¡Tomy!-

    Ambos largaron a reír y se metieron en la casa para irse a dormir.

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