-Peter- dice el pelinegro sin ninguna expresión.
-Bill, que sorpresa...encontrarte aquí...- le dice acercándose.
El pelinegro retrocede y frunce el ceño -¿qué haces aquí?-
-Cambié de trabajo y me mudé aquí hace una semana, pero no tenía idea de que tú también estabas aquí-
-Si, vivo aquí desde que... tu sabes- dice el pelinegro bajando la mirada.
-Yo, estoy muy arrepentido por lo que te hice, fui un poco hombre, tu no te merecías eso...pero me di cuenta muy tarde-
Bill levanta la mirada, siente curiosidad por saber a que se refiere y sin dudarlo
pregunta -¿a qué te refieres con eso?-
Peter se acerca y trata de tomarle una mano, pero Bill se lo impide y retrocede unos pasos más -no me toques, es mejor que me vaya, tengo cosas que hacer- dice dejando el carro para salir y alejarse de ese hombre que no le inspiraba confianza alguna. Pero él le sigue y le detiene fuera del supermercado tomándole de la muñeca -espera Bill, necesito que me escuches...te busqué por todos lados después de lo que te hice, pero no pude encontrarte-
-Suéltame, no quiero escucharte, no me importa saber nada de ti ni de tu noviecita-
-Ya no estoy con ella, no podía estar con ella, la dejé después de una semana...no podía sacarte de mi cabeza...aun no puedo-
-¡Cállate!- grita el pelinegro a vista de toda la gente - si no me dejas ir comenzaré a gritar -le amenaza.
-¿Y no lo estás haciendo ya?, no has cambiado nada Bill, sigues igual de escandaloso, igual de hermoso, aun recuerdo cuando...-
-¡Basta!, ¡ya déjame en paz!- grita y la gente vuelve a mirar.
-¿Por qué no me dejas hablarte, y explicarte todo lo que sien...-
-Por que no te serviría de nada-
-¿Por qué dices eso?... ¿tienes alguna razón?--
-Por que estoy con un hombre maravilloso, por que lo amo a morir y por que estoy esperando un hijo de él, ¿esa no es razón suficiente?-
No hay respuesta, Peter solo mira impresionado al pelinegro, se queda en su sitio viéndole avanzar hasta una parada de taxis, no le sigue aun, espera unos segundos a que Bill suba y enseguida toma otro, le paga una buena cantidad al conductor y le pide que lo siga, quería saber a donde se dirigía y con quien estaba, ahora que le había encontrado no le dejaría escapar jamás, ideas siniestras y macabras comenzaban a pasar por su cabeza, a menos que Bill decidiera perdonarlo y volver a su lado, las cosas serían muy distintas.
Finalmente el taxi de Bill se detiene frente a una hermosa casa, espera que entre y le pide al taxista que le espere allí, se baja y examina mejor el lugar, memoriza el número de la casa y observa con precisión las ventanas y cuando termina vuelve al taxi y se marcha de lugar.
Cinco horas más tarde...
Tom llega a la casa y encuentra la cena preparada y la mesa muy bien adornada -mmm, aquí huele algo rico- dijo abrazando a Bill por la espalda mientras le basa la majilla.
-Pasta, me moría por un gran plato- decía el pelinegro saboreando sus labios.
Sirve la comida y ambos se sientan a comer, Tom sirve un poco de jugo natural de naranja y le pregunta a su novio como estuvo su día, el pelinegro duda primero, pero luego decide que debe ser honesto con Tom - hoy empaqué mis cosas y mañana llegan aquí, después fui al supermercado y... y me encontré con Peter- dice de una vez esperando a que Tom reaccionara.
-¿Cómo?- pregunta el de rastas extrañado -¡Peter... tu ex novio?-
-Si, pero... fue casualidad, yo...yo estaba ahí...y...él...él-
-Bill, cálmate cielo -dijo Tom levantándose para tranquilizar al pobre pelinegro que ya estaba demasiado nervioso - ten, bebe un poco, ahora tranquilízate que yo no he dicho nada-
-Pero...-
-Te calmas y me cuentas lo que pasó, ¿si?-
Ambos vuelven a sus lugares en la mesa, y Bill comienza relatar el incomodo momento que vivió al encontrarse de nuevo con su ex novio, Tom le escucha atento y pacifico, pues no ve nada malo en esa situación, solo fue una casualidad y hasta ahí quedó todo, terminan de comer y reposan sentados en el sofá, dejan el tema en el olvido y comienzan otro, Tom se acuerda de los amigos que conocieron en el consultorio y de la conversación que había entablado con Gustav y habían dejado a medias, habló con Bill y le preguntó si le parecía bien invitarlos un día de estos, un fin de semana sería lo ideal, el pelinegro está de acuerdo y deciden llamarlos esa misma tarde para arreglar un encuentro, intentan marcando una y otra vez el número que les dio Georg, pero nadie contestaba, después de varios intentos fracasados deciden intentar otra vez al día siguiente.
Tres días pasan y aun no pueden comunicarse con sus amigos, deciden dejar de intentar y esperar a que ellos se comuniquen, si es que se acordaban. Y así más días pasaban, para Bill eran los días más terribles de su vida, pues si no estaba Tom junto a él, entonces estaba solo, para su suerte su madre y su padrastro se encontraban visitando a su abuela, sin nada que hacer se dispone a subir a observar los muebles del bebé y a planear como decoraría su habitación, pero mientras sube suena el timbre, se da media vuelta y baja para abrir, pero no hay nadie en la entrada, sale y se asoma para buscar al inepto que le ha hecho la broma, pero pisa algo y se detiene, mira el suelo y encuentra un ramo de rosas rojas, extrañado se inclina y las recoge , una gran sonrisa se dibuja en su rostro al pensar que eso era obra de Tom, ¿ pero cómo?, cuando llegara él se lo aclararía.
De vuelta en casa, Tom sube a su habitación ya que Bill no esta en la parte baja, le encuentra en la habitación del bebé mirando un catalogo de decoraciones infantiles, entra y le saluda con un beso -¿cómo estás cielo?-.
-Bien, Tomy quiero que veas estos catálogos-
-¿Y cómo está mi bebé?- pregunta divertido, hablándole a la barriguita de Bill.
-Estoy bien papá- responde el pelinegro fingiendo voz de niño.
Ambos largan a reír mientras el de rastas no se contiene y toma a su novio en sus brazos- te amo mi vida-
-Y yo a ti, mucho más...gracias por las rosas, estaban hermosas-
Inmediatamente Tom baja al pelinegro y se pone serio, le dice que él no sabe nada acerca de unas rosas y le pide una explicación a su novio, este le cuenta lo que ocurrió, pero nota en los ojos de Tom que está dudando, siente una lágrima caer por su mejilla y camina hacia la puerta, pero el de rastas se apresura y le detiene -lo siento amor -le dice abrazándolo, el pelinegro llora y le abraza también -me duele que dudes de mi -.
-Es que, es muy raro... ¿quién podría haberte dejado rosas?-
-No lo se Tom, no lo se.
Una semana después...
Suena el timbre y el pelinegro deja de lavar los platos sucios, camina a la sala y abre la puerta, pero otra vez no hay nadie, observa cuidadosamente y encuentra una cajita en el mismo lugar en donde encontró las rosas, la coge y entra cerrando la puerta detrás de si, poniéndole llave para su seguridad, pues estaba solo y tenía miedo.
Abre la cajita y en su interior encuentra un precioso anillo, no lo saca y lo deja en la mesita de centro, alguien lo está acosando y empieza a sentir miedo,
corre a mirar por las ventanas para ver si aun seguía por ahí, pero ni rastro de él, respira profundo, se tranquiliza y se sienta en el sofá, si esto seguía iría a la policía, pero debía esperar a Tom. Vuelve sus quehaceres y comienza a preparar la cena, pero el teléfono le interrumpe, deja lo que está haciendo y corre a contestar, se sorprendió mucho al escuchar la voz inolvidable de Georg.
-¡Hola Georg, que sorpresa!-
-Si, vi que no me llamaste, así que lo hice yo jajaja-
-¡Ohh, pero estuvimos llamándolos toda la semana y ustedes no contestaron!-
-¡No te puedo creer!, a ver... ¿a qué número llamaste?-
Bill le lee el número dos veces, y espera que el castaño le explique por que no contestaba.
-Oh Bill lo siento tanto, te di mi número antiguo, soy un torpe -
-No hay problema, cualquiera se equivoca -sonríe el pelinegro.
Así que se pusieron de acuerdo para juntarse esa misma noche, era viernes y al día siguiente ni Tom ni Gustav trabajaban, tenían toda la noche para divertirse...aun...
-Bill, que sorpresa...encontrarte aquí...- le dice acercándose.
El pelinegro retrocede y frunce el ceño -¿qué haces aquí?-
-Cambié de trabajo y me mudé aquí hace una semana, pero no tenía idea de que tú también estabas aquí-
-Si, vivo aquí desde que... tu sabes- dice el pelinegro bajando la mirada.
-Yo, estoy muy arrepentido por lo que te hice, fui un poco hombre, tu no te merecías eso...pero me di cuenta muy tarde-
Bill levanta la mirada, siente curiosidad por saber a que se refiere y sin dudarlo
pregunta -¿a qué te refieres con eso?-
Peter se acerca y trata de tomarle una mano, pero Bill se lo impide y retrocede unos pasos más -no me toques, es mejor que me vaya, tengo cosas que hacer- dice dejando el carro para salir y alejarse de ese hombre que no le inspiraba confianza alguna. Pero él le sigue y le detiene fuera del supermercado tomándole de la muñeca -espera Bill, necesito que me escuches...te busqué por todos lados después de lo que te hice, pero no pude encontrarte-
-Suéltame, no quiero escucharte, no me importa saber nada de ti ni de tu noviecita-
-Ya no estoy con ella, no podía estar con ella, la dejé después de una semana...no podía sacarte de mi cabeza...aun no puedo-
-¡Cállate!- grita el pelinegro a vista de toda la gente - si no me dejas ir comenzaré a gritar -le amenaza.
-¿Y no lo estás haciendo ya?, no has cambiado nada Bill, sigues igual de escandaloso, igual de hermoso, aun recuerdo cuando...-
-¡Basta!, ¡ya déjame en paz!- grita y la gente vuelve a mirar.
-¿Por qué no me dejas hablarte, y explicarte todo lo que sien...-
-Por que no te serviría de nada-
-¿Por qué dices eso?... ¿tienes alguna razón?--
-Por que estoy con un hombre maravilloso, por que lo amo a morir y por que estoy esperando un hijo de él, ¿esa no es razón suficiente?-
No hay respuesta, Peter solo mira impresionado al pelinegro, se queda en su sitio viéndole avanzar hasta una parada de taxis, no le sigue aun, espera unos segundos a que Bill suba y enseguida toma otro, le paga una buena cantidad al conductor y le pide que lo siga, quería saber a donde se dirigía y con quien estaba, ahora que le había encontrado no le dejaría escapar jamás, ideas siniestras y macabras comenzaban a pasar por su cabeza, a menos que Bill decidiera perdonarlo y volver a su lado, las cosas serían muy distintas.
Finalmente el taxi de Bill se detiene frente a una hermosa casa, espera que entre y le pide al taxista que le espere allí, se baja y examina mejor el lugar, memoriza el número de la casa y observa con precisión las ventanas y cuando termina vuelve al taxi y se marcha de lugar.
Cinco horas más tarde...
Tom llega a la casa y encuentra la cena preparada y la mesa muy bien adornada -mmm, aquí huele algo rico- dijo abrazando a Bill por la espalda mientras le basa la majilla.
-Pasta, me moría por un gran plato- decía el pelinegro saboreando sus labios.
Sirve la comida y ambos se sientan a comer, Tom sirve un poco de jugo natural de naranja y le pregunta a su novio como estuvo su día, el pelinegro duda primero, pero luego decide que debe ser honesto con Tom - hoy empaqué mis cosas y mañana llegan aquí, después fui al supermercado y... y me encontré con Peter- dice de una vez esperando a que Tom reaccionara.
-¿Cómo?- pregunta el de rastas extrañado -¡Peter... tu ex novio?-
-Si, pero... fue casualidad, yo...yo estaba ahí...y...él...él-
-Bill, cálmate cielo -dijo Tom levantándose para tranquilizar al pobre pelinegro que ya estaba demasiado nervioso - ten, bebe un poco, ahora tranquilízate que yo no he dicho nada-
-Pero...-
-Te calmas y me cuentas lo que pasó, ¿si?-
Ambos vuelven a sus lugares en la mesa, y Bill comienza relatar el incomodo momento que vivió al encontrarse de nuevo con su ex novio, Tom le escucha atento y pacifico, pues no ve nada malo en esa situación, solo fue una casualidad y hasta ahí quedó todo, terminan de comer y reposan sentados en el sofá, dejan el tema en el olvido y comienzan otro, Tom se acuerda de los amigos que conocieron en el consultorio y de la conversación que había entablado con Gustav y habían dejado a medias, habló con Bill y le preguntó si le parecía bien invitarlos un día de estos, un fin de semana sería lo ideal, el pelinegro está de acuerdo y deciden llamarlos esa misma tarde para arreglar un encuentro, intentan marcando una y otra vez el número que les dio Georg, pero nadie contestaba, después de varios intentos fracasados deciden intentar otra vez al día siguiente.
Tres días pasan y aun no pueden comunicarse con sus amigos, deciden dejar de intentar y esperar a que ellos se comuniquen, si es que se acordaban. Y así más días pasaban, para Bill eran los días más terribles de su vida, pues si no estaba Tom junto a él, entonces estaba solo, para su suerte su madre y su padrastro se encontraban visitando a su abuela, sin nada que hacer se dispone a subir a observar los muebles del bebé y a planear como decoraría su habitación, pero mientras sube suena el timbre, se da media vuelta y baja para abrir, pero no hay nadie en la entrada, sale y se asoma para buscar al inepto que le ha hecho la broma, pero pisa algo y se detiene, mira el suelo y encuentra un ramo de rosas rojas, extrañado se inclina y las recoge , una gran sonrisa se dibuja en su rostro al pensar que eso era obra de Tom, ¿ pero cómo?, cuando llegara él se lo aclararía.
De vuelta en casa, Tom sube a su habitación ya que Bill no esta en la parte baja, le encuentra en la habitación del bebé mirando un catalogo de decoraciones infantiles, entra y le saluda con un beso -¿cómo estás cielo?-.
-Bien, Tomy quiero que veas estos catálogos-
-¿Y cómo está mi bebé?- pregunta divertido, hablándole a la barriguita de Bill.
-Estoy bien papá- responde el pelinegro fingiendo voz de niño.
Ambos largan a reír mientras el de rastas no se contiene y toma a su novio en sus brazos- te amo mi vida-
-Y yo a ti, mucho más...gracias por las rosas, estaban hermosas-
Inmediatamente Tom baja al pelinegro y se pone serio, le dice que él no sabe nada acerca de unas rosas y le pide una explicación a su novio, este le cuenta lo que ocurrió, pero nota en los ojos de Tom que está dudando, siente una lágrima caer por su mejilla y camina hacia la puerta, pero el de rastas se apresura y le detiene -lo siento amor -le dice abrazándolo, el pelinegro llora y le abraza también -me duele que dudes de mi -.
-Es que, es muy raro... ¿quién podría haberte dejado rosas?-
-No lo se Tom, no lo se.
Una semana después...
Suena el timbre y el pelinegro deja de lavar los platos sucios, camina a la sala y abre la puerta, pero otra vez no hay nadie, observa cuidadosamente y encuentra una cajita en el mismo lugar en donde encontró las rosas, la coge y entra cerrando la puerta detrás de si, poniéndole llave para su seguridad, pues estaba solo y tenía miedo.
Abre la cajita y en su interior encuentra un precioso anillo, no lo saca y lo deja en la mesita de centro, alguien lo está acosando y empieza a sentir miedo,
corre a mirar por las ventanas para ver si aun seguía por ahí, pero ni rastro de él, respira profundo, se tranquiliza y se sienta en el sofá, si esto seguía iría a la policía, pero debía esperar a Tom. Vuelve sus quehaceres y comienza a preparar la cena, pero el teléfono le interrumpe, deja lo que está haciendo y corre a contestar, se sorprendió mucho al escuchar la voz inolvidable de Georg.
-¡Hola Georg, que sorpresa!-
-Si, vi que no me llamaste, así que lo hice yo jajaja-
-¡Ohh, pero estuvimos llamándolos toda la semana y ustedes no contestaron!-
-¡No te puedo creer!, a ver... ¿a qué número llamaste?-
Bill le lee el número dos veces, y espera que el castaño le explique por que no contestaba.
-Oh Bill lo siento tanto, te di mi número antiguo, soy un torpe -
-No hay problema, cualquiera se equivoca -sonríe el pelinegro.
Así que se pusieron de acuerdo para juntarse esa misma noche, era viernes y al día siguiente ni Tom ni Gustav trabajaban, tenían toda la noche para divertirse...aun...