Tokio Hotel World

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    Capitulo 9: Deseo y Antojo

    Jason Von Trumper
    Jason Von Trumper
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    Capitulo 9: Deseo y Antojo Empty Capitulo 9: Deseo y Antojo

    Mensaje  Jason Von Trumper Lun Jul 18, 2011 3:39 pm

    Ha pasado un mes y todo seguía igual, el amor parecía cobrar vida propia, pues cada día que pasaba, más se apoderaba del corazón de la joven pareja. Aprovechaban cualquier momento para entregarse y hacer el amor, no importaba la hora y muy pocas veces les importaba el lugar.

    -No podemos hacerlo aquí, hay mucha gente -reclama en susurros a su novio por pedirle que hicieran el amor mientras están en un centro de comida rápida.

    -No aquí, en el baño-

    -Nos pueden pillar, Tomy-

    -No, mira, iré yo primero, luego me sigues- dijo Tom levantándose de su asiento y poniendo marcha al baño.

    -Tomy, no...- suplicó el pelinegro nervioso.

    -Te espero- le dijo el de rastas lanzándole un beso.

    Bill esperó dos minutos, como vio que no había entrado nadie después de Tom se levantó y caminó con paso lento al baño, tratando de no ser descubierto, por que con su nerviosismo, pensaba que todo el mundo tenía la mirada clavada en él, como si adivinaran lo que haría en el baño.

    Ya dentro del lugar, se tranquilizó al ver que no había nadie, entonces se acercó al primer cubículo de los tres que había y comenzó a susurrar el nombre de su amante.

    -Tomy, Tomy...estoy aquí- susurraba.

    Al no oír respuesta, probó en la segunda puerta -Tomy...- no alcanzó a susurrar más por que la puerta del cubículo se abrió de inmediato, y Tom lo agarró para llevarlo de un tirón y cerrar la puerta con seguro.

    -Ay, me lastimas- se quejó el pelinegro.

    -Shhh...nos descubrirán, cielo-

    -Pero, no estoy muy segu...- Bill no pudo terminar, por que los tibios labios de Tom se habían apoderado de los suyos, le besaba más profundamente, mientras le aprisionaba más a la pared del cubículo, le desabrochó rápidamente el pantalón y se lo bajó, sin dejar de besarle el cuello y susurrarle palabras eróticas.

    -Tomy, ¿no vamos muy rápido?-

    -Por supuesto, cielo, no disponemos de mucho tiempo-

    -Pero, ummm- gimió el pelinegro al sentir la mano meterse dentro de sus boxers y masajear su entrepierna.

    Tom desabrochó su pantalón y se lo bajó a la altura de sus rodillas, dejando a la vista su ya muy duro y listo miembro -Bill, no tenemos lubricante, no quiero hacerte daño

    -no lo harás- dijo el pelinegro, quien llevó dos de sus dedos a su roja boca y los chupó, dejándolos muy mojados, luego y ante la vista de un asombrado Tom, los bajó hacia su entrada y los deslizó dentro, después de lubricarse a sí mismo, se volteó hacia la pared y levantó su trasero para facilitarle la entrada a su vigoroso amante.

    -Esto va a ser genial- susurró el de rastas al oído de Bill, quien de repente se acordó de algo importantísimo deteniendo a su novio antes de que le penetrara- Tom, el preservativo- dijo serio y preocupado -oh, es cierto ,que irresponsable soy- dijo sacando de su cartera un preservativo al que le quitó el envoltorio y luego se puso con sumo cuidado -ahora si -dijo Tom poniendo la punta de su miembro en la entrada de su amante, de apoco y con cuidado comenzó a penetrarlo -umm, estás tan apretado, cariño-gimió al sentir el estrecho camino que atravesaba su duro miembro -si, no te detengas, ya te siento, siento tu calidez dentro de mi aahh- gemía Bill -shh ,nos van a oír, trata de controlarte - le susurraba Tom , besándole el cuello y metiendo sus manos debajo de su camiseta para jugar con sus suaves pezones -umm Tomy, sigue...no te detengas por favor...umm- el pelinegro gemía alzando su trasero más hacia Tom para que este le penetrara más profundamente -ohh Billy si sigues así, aahh...terminaré pronto...-la respiración de la pareja se acrecentaba cada vez más, por suerte nadie había entrado en el baño aun -aahh, Tomy...ya llega...ummm -gimió Bill al sentir la eléctrica sensación del orgasmo, alzando su trasero y arqueando su espalda, le permitió a su amante experimentar esa increíble sensación también - sii...aahh, aquí viene...ummm- el de rastas no pudo evitar soltar un gemido en voz alta -shh. te van a oír - le reclamó el pelinegro -lo siento...es que esto... fue la gloria -dijo Tom con la respiración entrecortada, mientras se salía con cuidado de Bill y lo volteaba para darle un delicioso beso.

    Después de esa increíble experiencia ambos se arreglaron sus ropas y salieron de a uno, con cuidado de no ser vistos, pero el lugar aun estaba desolado.

    -Ven no hay nadie -dijo Bill más tranquilo.

    Tom salió y se lavó la cara que tenía cubierta de sudor, mientras el pelinegro le daba unos retoques a su maquillaje.

    -Vamos cielo -dijo Tom tomándole de la mano.

    -Espera, aun no termino de arreglar mi maquillaje -

    -Se ve perfecto, salgamos de aquí -

    -Ahora te urge salir de aquí ¿verdad?- dijo Bill acercándose a su novio para darle un tierno beso, que luego se convirtió en uno apasionado.

    El beso fue interrumpido por un extraño carraspeo de garganta que emitió un hombre que había entrado al baño, el cual miró con desagrado a la pareja que se besaba tan apasionadamente.

    -Oh, lo siento -se disculpó el pelinegro un poco avergonzado.

    -No tienes por que disculparte, solo fue un beso -le dijo Tom frunciendo el ceño.

    El hombre le miró a la cara y le hizo una seña de desaprobación - hay lugares privados para hacer eso, aquí también entran niños -

    -Solo fue un beso, y usted lo está haciendo parecer como algo pervertido, ni que estuviéramos teniendo sexo -alegó Tom acercándose al hombre.

    -Tomy, no...vamonos de aquí - intentó frenarlo jalándolo hacia la puerta.

    Ante la fría mirada del hombre, Tom decidió hacer caso a Bill y le siguió hacia la salida, desde adentro el hombre pudo escuchar las molestas risitas de Bill y las burlas de Tom -ni que estuviéramos teniendo sexo...ja ja ja-

    Después de salir del lugar, y como a Bill le tocaba trabajar de noche, decidieron dar un paseo por la ciudad, vitrinearon y compraron algunas cosas para la alacena, al pasar frente a un carrito de dulces, Bill sintió la extraña sensación de comer un algodón de azúcar, y fue extraña ,no por el hecho de que no comiera dulces, sino, por que se sentía desesperado por degustar ese delicioso y esponjoso dulce, la idea de sentirlo deshacerse en su boca, lo cautivó por completo.

    -Quiero un algodón de azúcar- dijo al vendedor de los dulces.

    -¿De qué color?-

    -Rosa, me encantan los de color rosa- dijo todo emocionado.

    Recibió su dulce y comenzó a devorarlo ante las miradas atentas de Tom y el vendedor, se lo acabó rapídamente y enseguida pidió otro.

    -¿Otro, Bill?- preguntó el de rastas asombrado.

    -Si, uno verde, por favor -pidió al vendedor.

    -Creí que te gustaban los de color rosa- le dijo Tom mirando como llenaba su boca con el dulce.

    -Bueno, sentí ganas de comer uno verde, ¿hay algún crimen en eso?- responde molesto.

    Tom se extrañó por el repentino cambio de humor de Bill, pero no le dio mucha importancia -ya te lo terminaste, vamos ya- dijo tomando su mano.

    -Espera Tomy...dijo soltándose para sacar unas monedas de su bolso y volver hacia el vendedor -déme dos más por favor -

    El vendedor solo le sonrió- vaya parece que hoy los algodones están irresistibles-

    Bill le devolvió la sonrisa le pagó y volvió al lado de Tom, quien ya no podía creer lo que Bill había hecho- supongo que los guardarás para comerlos después ¿verdad?-pero la respuesta nunca llegó, pues el pelinegro ya estaba devorando su tercer algodón y luego de cinco minutos el cuarto y último - ¡mmm, estaban deliciosos! -exclamó sobándose el estómago y lamiendo sus rojos labios teñidos por el tinte del dulce-¿ tengo algo en la cara?...¿por qué me miras así?- preguntó al darse cuenta de la mirada de Tom -no, es que jamás te había visto comer así, es decir, con tanta... desesperación, si esa es la palabra- dijo acercándose para tomar su mano -la tienes pegajosa - dijo soltándosela -vamos, deja de lamer tus dedos de esa manera, los harás desaparecer- exageró Tom.

    Bill le miró con un dejo de enojo - no te entiendo, a veces alegas por que no como lo suficiente, y ahora me reclamas por comer un par de dulces-

    -No fue un par...fueron cuatro y eran muy grandes, además yo te reclamo por no comer suficiente comida, eso no incluye dulces, y menos en tal cantidad-

    -No seas exagerado, solo ha sido hoy, sentí ganas de comer dulces, y no me pude resistir...por favor no te enfades conmigo Tomy- le pidió haciendo un tierno puchero.

    -Está bien, tienes razón, estoy siendo muy exagerado- aceptó, atrayendo a Bill hacia él, para darle un beso, que resultó ser uno de los más dulces que se hayan dado.

    Al volver al departamento, Bill se dio una ducha y después se arregló para irse al trabajo, Tom como siempre lo acompañó.

    -¿Hoy vendrás a dormir conmigo?- pregunta Bill camino al trabajo.

    -Lo siento cielo, esta noche no puedo, sabes que mañana vuelvo al trabajo y debo preparar mis cosas, tus sabes, mis archivos y esas cosas-

    -¿A que hora nos veremos mañana?-

    -Tampoco lo sé, creo que deberé ponerme al día en la escuela, pero es seguro que nos veremos, tú sabes que me muero sin ver tu hermosa carita-

    -Está bien- asintió Bill cabizbajo, el resto del camino no pronunció palabra alguna.

    -Ya llegamos- dijo Tom deteniéndose frente al bar y bajando de su camioneta.

    -Bueno, tengo que entrar- dijo Bill con la voz muy bajita.

    -Billy, por favor no te pongas triste, te prometo que haré lo posible para llegar temprano-

    -¿En serio?-

    -Si, en serio, bueno cielito me tengo que ir, nos vemos mañana-

    -Nos vemos, te amo Tomy- dijo Bill colgándose de su cuello y plantándole un romántico beso.

    -Yo también te amo, mmm, todavía sabes a azúcar-

    Los jóvenes amantes se despidieron y cada uno tomó tu camino, en el trabajo el dolor de cabeza de Bill se acrecentó, así que se tomó unos analgésicos y esperó a que se le pasara, pero el dolor persistía, sin esperar más volvió a sus labores de mesero, se sentía muy mal y para su mala suerte comenzó a sentir un asco terrible en su garganta, por primera vez el olor del cigarrillo le resultaba lo más repugnante del mundo, y para peor no podía escapar de el, ya que el bar estaba atestado por una densa niebla de humo.

    -Bill ¿estás bien?, traes una cara terrible- le dijo Katty.

    -No, no me siento nada de bien, de hecho me siento muy mal, la cabeza me da miles de vueltas-

    -¿Ya te tomaste algún analgésico?-

    -Si, y no me hizo resultado-

    -Creo que deberías irte a casa o ver un doctor, estás muy pálido-

    -Creo que beberé un poco de agua- dijo Bill dirigiéndose al baño.

    Dentro del baño bebió un gran vaso de agua pero sintió que eso fue un grave error, pues a su dolor de cabeza se le sumaron una ganas desesperantes de vomitar, corrió hacia un cubículo y se inclinó para devolver una gran cantidad de liquido color rosa, que le quemaba la garganta, no paró hasta vaciar su estomago por completo, cuando sintió que ya no quedaba nada en su interior más que sus órganos internos, se levantó lentamente y se enjuagó la boca en el lavabo - uf, ya me siento mejor...esto me pasa por no medirme con los dulces, mi maquillaje está todo corrido aahh- dijo con rabia.

    Después de volver a retocar su maquillaje y sentirse un poco mejor volvió a trabajar, aun estaba decaído y se le notaba cuando se tambaleaba al caminar con los tragos.

    -¿Aun te sientes mal?- preguntó Katty sosteniendo la bandeja de Bill, que amenazaba con dejar caer.

    -Me siento un poco mejor, fueron unos dulces que comí en exceso, pronto mejoraré-

    Las horas pasaron hasta que llegó la hora de ir a casa, eran las siete de la mañana y aun no se sentía recuperado, apenas tocó su cama cayó rendido por el cansancio.

    A las cuatro de la tarde recién estaba despertando, aun se sentía débil, antes de comer algo se dio un relajante baño y luego fue ala cocina para prepararse unos exquisitos emparedados de queso, los cuales engulló como si alguien se los quisiera arrebatar, para su suerte hoy tenia día libre, y con su animo no se le antojaba nada más que tumbarse en su cama y ver televisión, extrañaba a Tom, nada más tumbarse en su cama y sin saber por que unas finas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.

    Cogió una almohada y la apretó contra su pecho, no entendía por que se sentía tan raro, fue entonces cuando una nueva sensación de nausea le hizo levantarse y salir corriendo al baño para devolver todo lo que había comido.

    -¡Billy, cielo ya estoy aquí!- gritó Tom al entrar al departamento- ¿Bill?... ¿eres tú?- preguntó al escuchar unos extraños sonidos provenientes del baño.

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