Andreas esta feliz por tener en su casa a su amado pelinegro, tanto que ordeno preparar una deliciosa cena especialmente para la ocasión. Bill quedo totalmente satisfecho, luego de la cena el rubio puso la película favorita del pelinegro en su cine personal pero Bill parecía no estar disfrutando, estaba ausente, muy pensativo y Andreas lo noto.
- Mi amor por favor trata de olvidar por lo menos esta noche todas tus obligaciones, aleja todo de tu mente y céntrate en mi, piérdete en mis brazos –
El rubio tiernamente empezó a besar el cuello de Bill mientras lo acariciaba, hasta unir sus labios. Pero el beso no duraría mucho.
- Déjame Andreas, lo siento no puedo –
- Mi amor que te ocurre –
- No puedo pasar la noche contigo, no me siento bien –
- Pero mi vida, esta es nuestra noche de amor –
- Lo será para ti porque para mi no lo es. Esta es una noche como cualquier otra –
- No es cualquier noche Bill, es especial porque estas compartiéndola conmigo. Permíteme amarte mi amor, no desperdiciemos esta hermosa y mágica noche –
- De veras lo siento Andreas pero no estoy de humor. Quiero irme a casa ahora mismo –
- Pero Bill… -
- No hay pero que me haga cambiar de opinión Andreas, llamare a Tom para que venga a traerme –
- No es necesario que llames a ese, yo puedo irte a dejar –
- Ok vamonos. Lamento haber arruinado tu noche especial – Expreso Bill dirigiéndose a la salida.
Tom se encuentra tumbado sobre la cama sin poderse dormir. El saber que Bill en estos momentos esta en los brazos de Andreas no le permite conciliar el sueño.
- Bill, Bill, Bill, que me has hecho para tenerme así de enamorado, nunca había sentido esto por nadie, por primera vez sé que es amar pero también por primera vez sé que es sufrir por amor. Como quisiera tenerte entre mis brazos y admirar tu angelical rostro, pero noooo… estas en los brazos de otro. Le perteneces a otro y yo no puedo hacer nada para cambiar esta situación. Tengo que tragarme toda esta rabia que siento por saberte con otro, tengo que disimular para que no te des cuenta de mi amor por ti pues si lo supieras estoy seguro que te burlarías de mis sentimientos, por eso mejor guardo silencio aunque quisiera gritar a los cuatro vientos todo esto que siento –
Mientras sacaba toda su rabia de amor el de rastas se despojo de toda su ropa quedando únicamente en bóxer, se acostó sin cobijarse y continuo pensando en su adorado tormento hasta quedarse dormido.
- Llegamos Bill, ya te sientes mejor –
- Si Andreas, estoy muy cansado lo único que quiero es dormir. Discúlpame por arruinarte los planes –
- No te preocupes, otro día será –
- Si claro. Pasa buenas y noches y de nuevo gracias por traerme –
- De nada mi amor, te veo mañana –
- No, mañana no iré a clases ya lo olvidaste –
- No mi cielo, es que al salir de clases vendré a verte. ¿Puedo? –
- Si por supuesto, hasta mañana –
- Bill –
- Que quieres – Respondió el pelinegro malhumorado.
- No me darás un beso de despedida –
- Hay Andreas ahora no estoy de ánimos para besos, adiós –
El pelinegro se dirigió a la puerta y entro sin hacer nada de ruido.
- Todos están dormidos ya. Tom estará dormido, no pierdo nada con ir a ver – Expreso el pelinegro a la vez que camino hasta la habitación del de rastas y suavemente abrió la puerta, quedo perplejo al admirar el bello y masculino cuerpo de Tom descansando sobre la cama.
- Waoooo… Tom, si que eres bellísimo. Que cara, que pecho (suspira), que abdomen, que… - En ese momento el de rastas comenzó a moverse y el pelinegro antes de que se despertara cerró la puerta y se fue a su habitación, pero el ruido de la puerta al cerrarse despertó a Tom.
- ¿Quién anda ahí? – Pregunto con algo de miedo el rastudito, al no recibir respuesta decidió ir a ver de quien se trataba, así que se levanto de la cama y salio tal como estaba en bóxer. Reviso toda la primera planta y no encontró nada por lo que subió y empezó a caminar afuera de las habitaciones, pero se percato que de la habitación de Bill salía música. El pelinegro para calmar un poco su agitado corazón después de lo que había visto puso algo de música, luego sus pensamientos fueron invadidos nuevamente por el de rastas.
- Quien estará escuchando música en el cuarto de Bill, será que se le olvido apagar el radio cuando se fue. Eso debe ser, entrare a apagárselo –
El de rastas entro sin llamar a la puerta y gran sorpresa se llevo cuando encontró sentado sobre la cama a Bill.
- ¿Qué haces aquí? –
- Eso mismo te pregunto yo a ti Tom, que haces en mi habitación y en ese estado, como te atreves a andar semidesnudo por mi casa, que te crees, que esto es un hotel –
- No Bill perdóname, es que yo estaba en mi cuarto y escuche como si alguien cerró mi puerta, salí a ver de quien se trataba y así fue como llegue hasta afuera de tu habitación, escuche música y creí que habías olvidado apagar el radio y entre a apagarlo –
- Aja y porque andas así, semidesnudo, que falta de respeto –
- Discúlpame Bill, es que en mi casa estaba acostumbrado a dormir así y andar de noche por mi casa de igual manera, como solo estaba con mi padre no había ningún problema –
- Pero aquí si lo hay. Esta no es tu casa y yo no soy tu padre así que deja de andarte exhibiendo, puede verte la cocinera o Dunja, que sea primera y última vez que andas así en mi casa Tom –
- Si mi ángel descuida, no lo volveré a hacer –
- Y encontraste a quien te cerró la puerta de tu cuarto –
- No mi ángel, yo creo que me equivoque y escuche mal o a lo mejor y estaba soñando –
- Eso ha de haber sido –
- Pero mi ángel que haces aquí, yo te hacia en casa de tu novio –
- No me sentía bien Tom, por eso vino a dejarme –
- Que tienes Bill. ¿Estas enfermo? –
- Estoy bien Tom, solo que no quería pasar la noche con Andreas –
- Y con quien te gustaría pasar la noche mi bello ángel –
- Eh… en mi cama, quería pasar la noche en mi cama por eso me vine, la extrañaba –
- Ah ya veo. Te dejo entonces para que descanses. Irás mañana a la universidad –
- No Tom. No iré –
- Bueno entonces duérmete que ya es bien noche –
- Si eso haré, buenas noches Tom –
- Buenas noches mi ángel –
El de rastas regreso a su cuarto y con una gran sonrisa en el rostro exclamo:
- Te viniste mi ángel. No pasaste la noche con tu enamorado. Me has hecho muy feliz – Tom se acostó, abrazo fuertemente su almohada imaginando que era Bill y se quedo profundamente dormido.
Una hora mas tarde el de rastas fue despertado por alguien que llamaba a su puerta, todo adormitado pregunto:
- ¿Quién es? –
Para su sorpresa se trataba de su adorado tormento el pelinegro.
- Soy yo Tom, abre por favor – El de rastas al escuchar esa dulce voz abrió inmediatamente.
- Mi ángel que haces aquí –
- Oh Tom creo que vi algo debajo de mi cama, tengo mucho miedo –
- Que viste Bill –
- Creo que… un animal, si era un animal muy feo –
- Que animal era –
- No lo sé, pero era peludo, mmmm… creo que era un sapo –
- ¡Un sapo! Mi ángel pero los sapos no son peludos –
- No, no, me equivoque, un ratón creo que era, es que no lo vi bien –
- Hay mi ángel, no temas, vamos a tu cuarto yo me desharé de ese animal que te provoca miedo –
- Tú harás eso por mí –
- Claro mi ángel, me ofende que lo dudes. Ven vamos – Sin darse cuenta el rastudito tomo de la mano a Bill, quien se sentía en el cielo al ser llevado así por su caballeroso chofer. Al llegar a la habitación el valiente rastudito busco debajo de la cama y en toda la habitación pero no había rastros de ningún ratón.
- Mi ángel estas seguro que viste un animal, revise en todo tu cuarto y no hay nada. No lo habrás soñado –
- Puede ser. Eso quizá fue que lo soñé –
- Bueno pues ahora te acuestas y duerme tranquilo, porque no hay nada a que temer –
- Si pero mi sueño me dejo temeroso. Tom… -
- Dime mi ángel –
- Será que puedes quedarte conmigo, solo por esta noche. Es que tengo miedo a volver a tener pesadillas con el ratón –
- Comprendo. No hay ningún problema yo me quedare aquí contigo –
- De veras –
- Si mi ángel – Dijo el de rastas dirigiéndose a la alfombra y acostándose sobre ella.
- ¿Qué haces Tom? –
- Acostarme para dormir mi ángel. ¿Por? –
- Tom quiero que duermas conmigo en mi cama, no ahí –
El de rastas se quedo sin habla ante tal proposición, no tenia ni idea de que el pelinegro había tramado todo el teatro del ratón para tenerlo cerca de él. En los únicos brazos en los que Bill quería pasar la noche eran en los de su caballeroso chofer.