El celular de Amy seguía sin anunciar un mensaje nuevo. Amy llevaba esperando por más de tres horas que Tom le contestara el mensaje que le envió en la mañana, preguntándole donde estaba, que hacía, etcétera. Pero Tom no contestaba. Las uñas de sus manos sufrían, siendo destrozadas por sus dientes. Su espalda dolía, mucho, puede que por que haya estado sentada en la misma posición por todo este tiempo. "Es suficiente" pensó Amy, "¿Qué tal si está con otra?" Las imágenes de Tom rodeado de mujeres le provocaron los más ardientes celos que jamás había sentido, haciéndola enfurecer.
Amy jamás fue una persona celosa, ni manipuladora, pero en este momento temía que eso fuera a cambiar. Mordía sus uñas con fuerza, intentando controlar el llanto, que desesperadamente trataba de salir.
--En algún punto de Alemania...--
Bill cerraba los parpados lo más fuerte que podía, a la vez que estrujaba el cuello de su hermano. Estaba parado en las puntas de los pies, inclinado sobre Tom. Su sonrisa no podría ser mas grande. Sorbió fuerte por la nariz, dejando que Tom lo escuchara.
-Bill...-Tom susurraba, intentando no arruinar el momento.
-¿Mmm?
Se separaron, y se miraron a los ojos, justo como lo habían hecho la primera vez que se conocieron, sin decir nada. Bill parpadeaba mucho, pero ninguno de los dos se movía.
-Yo mmm... en verdad no sé qué decirte ahora. Podría disculparme, pero no creo que aceptes la disculpa, o podría irme, pero no tengo a donde, o podría...
-Tom-interrumpió Bill-, te perdono.
Bill solo sonreía, pero Tom realmente no sabía qué hacer. Sentía la necesidad de abrazarlo de nuevo, de proteger a esa pequeña criatura con sus brazos de males que ni siquiera él conocía. Pero algo le decía que no lo hiciera, que estaba en una situación delicada. Finalmente, uno de los dos luchadores peleando en la cabeza de Tom ganó, y su mente lo obligó a lanzarse sobre esa persona que tenía frente a él.
Sus pies se movieron torpemente hacia su hermano, y su rostro no tenía expresión alguna, puede que algo de confusión o preocupación, pero en general su cara era inexpresiva. Una de sus manos agarró la nuca de su gemelo, y la otra se posó en su espalda, pasando por debajo de su brazo. Y lo acercó hacia él, apretándolo contra sí.
Bill no hizo nada, tenía los brazos colgando a cada lado de su cuerpo, y la boca enterrada en el hombro de su igual. Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendido por las acciones de Tom.
-Bill...
Bill no dijo nada, solo hizo un pequeño ruidito parecido a un "¿Mmm?", pero más agudo.
-No te voy a dejar.
Los ojos de Bill, que ya se estaban entrecerrando siendo arrullados por el cálido abrazo, volvieron a abrirse como platos. Por el rabillo del ojo veía un poco las rastas y gorra de Tom, no sabía que las extrañaría tanto con tan solo no verlas un día. Una vez más, le contestó a su hermano con un ruidito similar al anterior, pero en tono afirmativo.
-Qué bonitos-susurró Gustav, viendo la escena desde la entrada del departamento.
-Shhhh-gruñó Georg.
De nuevo, los gemelos olvidaron poner el candado de la puerta de entrada, permitiendo que Georg y Gustav, que condujeron hasta la casa de Bill para asegurarse de que haya llegado, pudieran -otra vez- ver a través de ella.
El reloj de la pared, situado sobre la televisión, marcaba las 6:42 de la tarde. Los gemelos preparaban la cena para cuatro, Georg y Gustav finalmente entraron después de ver su novela personal a través del arco semi-abierto de la puerta. Bill pelaba unas papas teniendo algo de problemas, menores, pero problemas. Tom lavaba unos tomates vigorosamente. Varias veces, Tom volteaba a ver a Bill, como si fuera a decir algo, pero callaba y volvía a un acostumbrado silencio.
-Tom...
-¿Qué? - Tom se exaltó al oír a su hermano llamarle y soltó el tomate sobre el fregadero.
-No los laves tan fuertemente, los abollarás.
-S-sí, perdón
-Oigan, tortolos- Georg jugaba videojuegos con su amigo sentado en el sillón grande cual gato viejo.
-¿Qué?-Gritaron los gemelos al unísono, desconcertados por la palabra que su amigo usó.
-Nada, quería romper el hielo.
Ambos se ruborizaron, volviendo la cabeza rápidamente de vuelta a sus respectivas tareas.
El ambiente de la cocina era tenso-a diferencia del de la sala donde Georg y Gustav jugaban videojuegos, la nueva versión del Rock Band-. Tom sentía cierta preocupación, sabía que sus problemas no estaban aún del todo resueltos, pero Bill estaba feliz, sonreía cada vez que las torpes manos de Tom dejaban caer el tomate al fregadero.
-Es muy difícil para mí cocinar-Bill seguía sin quitarle los ojos de encima a la papa que se encontraba pelando, mientras que Tom dejó el tomate a un lado y prestó mucha atención a lo que Bill decía, analizando cada palabra-, yo jamás cocino nada, suelo comer puros dulces cuando tengo hambre.
"Muy bien, ahora tengo que decir algo amable, tal vez algo gracioso..." Tom se preocupaba mucho pensando exactamente qué diría ahora. Sintió como pasaba el tiempo, sentía cada nanosegundo transcurrir, aunque solo pasó medio segundo antes de que pudiera contestarle a su hermano.
-N-nung-Fue todo lo que Tom pudo pronunciar, estaba bloqueado.
Un silencio incomodo inundó la habitación, Bill volteó a ver a Tom, con los ojos entrecerrados en señal de confusión.
-¿Nung?
-Nun-nunca había conocido a alguien así- Tom improvisó lo primero que se le vino a la mente.
-Si, por eso es que la cocina no se me da muy bien.
Tom solo se quedó mirando a Bill, lo observó detalladamente, distinguiendo cada rasgo físico. En verdad que son gemelos. "Es como un muñequito de trapo" imágenes de antiguos muñecos de Brenda se acomodaron en la cabeza de Tom junto con este pensamiento. Pequeños, delgados y muy blancos... iguales a su hermano. Sus ojos bajaron hasta las manos de Bill, sangraban.
-¡Bill, tus manos!
-Sí, me corté un poco intentando pelar la papa-sonrió, inocente, acariciando las heridas.
-¿Te traigo algo? ¿Dónde guardas el botiquín?-Tom estaba más preocupado que el mismo Bill y buscaba con la mirada una pequeña cruz roja.
-Tranquilo, me pasa siempre.
-Bueno, al menos déjame a mi pelar las papas.
-Oigan-la voz vacilante de Gustav sonó desde la sala-¿Están seguros de que saben lo que hacen?
-Eso... eso creo-Bill cambiaba de lugar con Tom, observaba los tomates ya lavados, preguntándose que hará ahora.
La olla más grande de la cocina emanaba un extraño olor, procedente de su interior. Una masa verde y pastosa burbujeaba arrogante en el fondo. Bill la revolvía con una cuchara de madera, intentando imaginar cómo podría arreglarla. Finalmente, después de agregar y agregar ingredientes, el olor desapareció, pero la pasta se seguía viendo muy desagradable. Suspiró y tapó la olla, procurando que nadie pudiera ver el interior.
-Le faltan unos diez minutos aún-anunció Bill, sentándose al lado de Tom en uno de los acogedores sillones de la sala.
-Grandioso- Tom aplaudió una vez.
-Me... ¿me permiten un minutito? -Bill se levantó del sillón sin esperar respuesta de los demás y se dirigió a su habitación.
Georg frotó sus manos buscando que decir para ahuyentar la tensión.
-Entonces... Tom... ¿por qué fue que regresaste?
Tom rió un poco y pasó su lengua por los labios antes de contestar.
-Pues buscaba el camino de regreso a casa de Simonne y... me perdí. Y en un callejón vi a unos tipos con una pistola rodeando a alguien. Al principio quise salir corriendo, pero me di cuenta de que ese alguien era Bill.
-¿Y?
-¿Y qué más pude haber hecho? Golpeé a uno de los tipos en la nuco y Bill derribó al otro y corrimos hasta acá.
-Que lindos- Gustav canturreó un poco.
-¿Qué? -Tom pareció confundido, pero sabía a qué se refería.
-Nada.
Bill llegó feliz desde su habitación y, de nuevo, se dejó caer sobre el sillón junto a su hermano.
-¿Quién quiere cenar?
Georg y Gustav se miraron un poco.
-Es que yo comí bastante hace rato y...
-Sí, y yo estoy a dieta porque últimamente he subido un poco de peso y... -los dos comenzaron a explicarse al mismo tiempo, haciendo obvias sus intenciones de no probar esa curiosa cena que Bill preparó.
-Ordené comida china.
-...Me parece que aún hay algo de espacio en mi estómago después de todo-Georg intentaba sonar lo más inocente posible.
-Ay, yo me muero de hambre-Gustav tuvo que confesar.
-Sí, yo igual-Georg se rindió también.
-Tontos-Bill cruzó los brazos y se recargó en el respaldo del sillón, ofendido.
Tom dio una palmadita a la rodilla de Bill.
-Déjalos, son unos niños.
La mesa estaba ya lista para la cena. La bolsa de la comida china descansaba inmodesta en el centro de la mesa.
Todos se sentaron, con los gemelos a un lado y Georg y Gustav al otro.
-Dios mío, que hambre tengo- Gustav alargó el brazo y tomó un tazón de fideos. Todos le imitaron y comenzaron a comer.
-Oigan-Bill acababa de masticar y tragar un rollo primavera-estaba hablando con David y dice que debemos conseguirnos un guitarrista, el que tenemos de estudio se muda.
-¿De estudio? -Tom no entendía la expresión.
-Si-Georg comenzó a explicar- no es de la banda. Lo contratamos para que él toque la guitarra cuando grabamos, pero no va de gira con nosotros ni es en sí parte de la banda.
-Ah.
-Entonces-continuó Bill-tenemos que empezar a buscar uno nuevo.
-Harán... ¿audiciones?
-No, eso es solo por si entrará en la banda-Gustav se metió mas fideos a la boca.
-Oigan, ¿y si buscamos un guitarrista oficial? Sería lindo tener un nuevo integrante-Bill detuvo los palillos chinos llenos de fideos frente a su boca para hablar.
-Es...-Georg frotaba sus manos frente a su boca, recargando los codos en la mesa. -Es una buena idea.
-Sí, deberíamos buscar un nuevo integrante- La boca de Gustav estaba llena, lo que le complicó pronunciar su frase, pero aun así lo hizo.
-¡Bien! Debemos comenzar las audiciones cuanto antes.
Bill estaba realmente entusiasmado, no sabía que esa nueva idea, que apenas tomaba forma, era el primer escalón de las escaleras que bajan.
Amy jamás fue una persona celosa, ni manipuladora, pero en este momento temía que eso fuera a cambiar. Mordía sus uñas con fuerza, intentando controlar el llanto, que desesperadamente trataba de salir.
--En algún punto de Alemania...--
Bill cerraba los parpados lo más fuerte que podía, a la vez que estrujaba el cuello de su hermano. Estaba parado en las puntas de los pies, inclinado sobre Tom. Su sonrisa no podría ser mas grande. Sorbió fuerte por la nariz, dejando que Tom lo escuchara.
-Bill...-Tom susurraba, intentando no arruinar el momento.
-¿Mmm?
Se separaron, y se miraron a los ojos, justo como lo habían hecho la primera vez que se conocieron, sin decir nada. Bill parpadeaba mucho, pero ninguno de los dos se movía.
-Yo mmm... en verdad no sé qué decirte ahora. Podría disculparme, pero no creo que aceptes la disculpa, o podría irme, pero no tengo a donde, o podría...
-Tom-interrumpió Bill-, te perdono.
Bill solo sonreía, pero Tom realmente no sabía qué hacer. Sentía la necesidad de abrazarlo de nuevo, de proteger a esa pequeña criatura con sus brazos de males que ni siquiera él conocía. Pero algo le decía que no lo hiciera, que estaba en una situación delicada. Finalmente, uno de los dos luchadores peleando en la cabeza de Tom ganó, y su mente lo obligó a lanzarse sobre esa persona que tenía frente a él.
Sus pies se movieron torpemente hacia su hermano, y su rostro no tenía expresión alguna, puede que algo de confusión o preocupación, pero en general su cara era inexpresiva. Una de sus manos agarró la nuca de su gemelo, y la otra se posó en su espalda, pasando por debajo de su brazo. Y lo acercó hacia él, apretándolo contra sí.
Bill no hizo nada, tenía los brazos colgando a cada lado de su cuerpo, y la boca enterrada en el hombro de su igual. Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendido por las acciones de Tom.
-Bill...
Bill no dijo nada, solo hizo un pequeño ruidito parecido a un "¿Mmm?", pero más agudo.
-No te voy a dejar.
Los ojos de Bill, que ya se estaban entrecerrando siendo arrullados por el cálido abrazo, volvieron a abrirse como platos. Por el rabillo del ojo veía un poco las rastas y gorra de Tom, no sabía que las extrañaría tanto con tan solo no verlas un día. Una vez más, le contestó a su hermano con un ruidito similar al anterior, pero en tono afirmativo.
-Qué bonitos-susurró Gustav, viendo la escena desde la entrada del departamento.
-Shhhh-gruñó Georg.
De nuevo, los gemelos olvidaron poner el candado de la puerta de entrada, permitiendo que Georg y Gustav, que condujeron hasta la casa de Bill para asegurarse de que haya llegado, pudieran -otra vez- ver a través de ella.
El reloj de la pared, situado sobre la televisión, marcaba las 6:42 de la tarde. Los gemelos preparaban la cena para cuatro, Georg y Gustav finalmente entraron después de ver su novela personal a través del arco semi-abierto de la puerta. Bill pelaba unas papas teniendo algo de problemas, menores, pero problemas. Tom lavaba unos tomates vigorosamente. Varias veces, Tom volteaba a ver a Bill, como si fuera a decir algo, pero callaba y volvía a un acostumbrado silencio.
-Tom...
-¿Qué? - Tom se exaltó al oír a su hermano llamarle y soltó el tomate sobre el fregadero.
-No los laves tan fuertemente, los abollarás.
-S-sí, perdón
-Oigan, tortolos- Georg jugaba videojuegos con su amigo sentado en el sillón grande cual gato viejo.
-¿Qué?-Gritaron los gemelos al unísono, desconcertados por la palabra que su amigo usó.
-Nada, quería romper el hielo.
Ambos se ruborizaron, volviendo la cabeza rápidamente de vuelta a sus respectivas tareas.
El ambiente de la cocina era tenso-a diferencia del de la sala donde Georg y Gustav jugaban videojuegos, la nueva versión del Rock Band-. Tom sentía cierta preocupación, sabía que sus problemas no estaban aún del todo resueltos, pero Bill estaba feliz, sonreía cada vez que las torpes manos de Tom dejaban caer el tomate al fregadero.
-Es muy difícil para mí cocinar-Bill seguía sin quitarle los ojos de encima a la papa que se encontraba pelando, mientras que Tom dejó el tomate a un lado y prestó mucha atención a lo que Bill decía, analizando cada palabra-, yo jamás cocino nada, suelo comer puros dulces cuando tengo hambre.
"Muy bien, ahora tengo que decir algo amable, tal vez algo gracioso..." Tom se preocupaba mucho pensando exactamente qué diría ahora. Sintió como pasaba el tiempo, sentía cada nanosegundo transcurrir, aunque solo pasó medio segundo antes de que pudiera contestarle a su hermano.
-N-nung-Fue todo lo que Tom pudo pronunciar, estaba bloqueado.
Un silencio incomodo inundó la habitación, Bill volteó a ver a Tom, con los ojos entrecerrados en señal de confusión.
-¿Nung?
-Nun-nunca había conocido a alguien así- Tom improvisó lo primero que se le vino a la mente.
-Si, por eso es que la cocina no se me da muy bien.
Tom solo se quedó mirando a Bill, lo observó detalladamente, distinguiendo cada rasgo físico. En verdad que son gemelos. "Es como un muñequito de trapo" imágenes de antiguos muñecos de Brenda se acomodaron en la cabeza de Tom junto con este pensamiento. Pequeños, delgados y muy blancos... iguales a su hermano. Sus ojos bajaron hasta las manos de Bill, sangraban.
-¡Bill, tus manos!
-Sí, me corté un poco intentando pelar la papa-sonrió, inocente, acariciando las heridas.
-¿Te traigo algo? ¿Dónde guardas el botiquín?-Tom estaba más preocupado que el mismo Bill y buscaba con la mirada una pequeña cruz roja.
-Tranquilo, me pasa siempre.
-Bueno, al menos déjame a mi pelar las papas.
-Oigan-la voz vacilante de Gustav sonó desde la sala-¿Están seguros de que saben lo que hacen?
-Eso... eso creo-Bill cambiaba de lugar con Tom, observaba los tomates ya lavados, preguntándose que hará ahora.
La olla más grande de la cocina emanaba un extraño olor, procedente de su interior. Una masa verde y pastosa burbujeaba arrogante en el fondo. Bill la revolvía con una cuchara de madera, intentando imaginar cómo podría arreglarla. Finalmente, después de agregar y agregar ingredientes, el olor desapareció, pero la pasta se seguía viendo muy desagradable. Suspiró y tapó la olla, procurando que nadie pudiera ver el interior.
-Le faltan unos diez minutos aún-anunció Bill, sentándose al lado de Tom en uno de los acogedores sillones de la sala.
-Grandioso- Tom aplaudió una vez.
-Me... ¿me permiten un minutito? -Bill se levantó del sillón sin esperar respuesta de los demás y se dirigió a su habitación.
Georg frotó sus manos buscando que decir para ahuyentar la tensión.
-Entonces... Tom... ¿por qué fue que regresaste?
Tom rió un poco y pasó su lengua por los labios antes de contestar.
-Pues buscaba el camino de regreso a casa de Simonne y... me perdí. Y en un callejón vi a unos tipos con una pistola rodeando a alguien. Al principio quise salir corriendo, pero me di cuenta de que ese alguien era Bill.
-¿Y?
-¿Y qué más pude haber hecho? Golpeé a uno de los tipos en la nuco y Bill derribó al otro y corrimos hasta acá.
-Que lindos- Gustav canturreó un poco.
-¿Qué? -Tom pareció confundido, pero sabía a qué se refería.
-Nada.
Bill llegó feliz desde su habitación y, de nuevo, se dejó caer sobre el sillón junto a su hermano.
-¿Quién quiere cenar?
Georg y Gustav se miraron un poco.
-Es que yo comí bastante hace rato y...
-Sí, y yo estoy a dieta porque últimamente he subido un poco de peso y... -los dos comenzaron a explicarse al mismo tiempo, haciendo obvias sus intenciones de no probar esa curiosa cena que Bill preparó.
-Ordené comida china.
-...Me parece que aún hay algo de espacio en mi estómago después de todo-Georg intentaba sonar lo más inocente posible.
-Ay, yo me muero de hambre-Gustav tuvo que confesar.
-Sí, yo igual-Georg se rindió también.
-Tontos-Bill cruzó los brazos y se recargó en el respaldo del sillón, ofendido.
Tom dio una palmadita a la rodilla de Bill.
-Déjalos, son unos niños.
La mesa estaba ya lista para la cena. La bolsa de la comida china descansaba inmodesta en el centro de la mesa.
Todos se sentaron, con los gemelos a un lado y Georg y Gustav al otro.
-Dios mío, que hambre tengo- Gustav alargó el brazo y tomó un tazón de fideos. Todos le imitaron y comenzaron a comer.
-Oigan-Bill acababa de masticar y tragar un rollo primavera-estaba hablando con David y dice que debemos conseguirnos un guitarrista, el que tenemos de estudio se muda.
-¿De estudio? -Tom no entendía la expresión.
-Si-Georg comenzó a explicar- no es de la banda. Lo contratamos para que él toque la guitarra cuando grabamos, pero no va de gira con nosotros ni es en sí parte de la banda.
-Ah.
-Entonces-continuó Bill-tenemos que empezar a buscar uno nuevo.
-Harán... ¿audiciones?
-No, eso es solo por si entrará en la banda-Gustav se metió mas fideos a la boca.
-Oigan, ¿y si buscamos un guitarrista oficial? Sería lindo tener un nuevo integrante-Bill detuvo los palillos chinos llenos de fideos frente a su boca para hablar.
-Es...-Georg frotaba sus manos frente a su boca, recargando los codos en la mesa. -Es una buena idea.
-Sí, deberíamos buscar un nuevo integrante- La boca de Gustav estaba llena, lo que le complicó pronunciar su frase, pero aun así lo hizo.
-¡Bien! Debemos comenzar las audiciones cuanto antes.
Bill estaba realmente entusiasmado, no sabía que esa nueva idea, que apenas tomaba forma, era el primer escalón de las escaleras que bajan.