- Disculpa a Andreas, creo que no le gusto que me trates con tanta familiaridad, pero no me importa, no quiero que cambies tu manera de tratarme, me gusta que sea así –
- Yo no quiero problemas con tu novio Bill, lo mejor es que te llame joven Trümper y así nos evitamos malos ratos –
- No quiero que me digas joven Trümper. Soy tu jefe y como tal te ordeno que te dirijas a mí solamente por Bill, si no me obedeces tendré que despedirte –
- Eso no, sabes que necesito el empleo, no me lo quites por favor –
- Entonces no se hablara mas este tema. Para ti soy Bill y así será le duela a quien le duela. Andreas si quiere seguir siendo mi novio tiene que aceptarlo y si no le gusta pues termino con él –
- No te importa lo que él pueda sufrir por ti –
- Para nada –
- No puedo creer que tras de esa imagen angelical exista un corazón tan duro. Para ti es fácil lastimar, acaso tu mi bello ángel nunca has sentido amor en tu corazón por alguien. Nunca te has enamorado –
- Eso es algo que no te incumbe. Mejor me voy a clases –
Bill se dio la vuelta para dirigirse al aula pero Tom lo detuvo tomándolo del brazo.
- Espera –
El pelinegro se dio la vuelta y quedo frente a frente con Tom, viéndole a los ojos y teniéndole cerca sintió unos enormes e inexplicables deseos por besarlo pero trato de disimularlo e indiferentemente se dirigió al de rastas.
- Que quieres –
- Bill no me has dado aun las instrucciones que dijiste me darías –
- Ah eso, solo quería decirte que estés puntual a las 3:00 p.m. necesito que me lleves al centro comercial, te comprare algo de ropa, no me gusta nada como te queda ese uniforme, si vas a ser mi chofer personal tienes que vestir tan bien como yo –
- No gastes en mi Bill, no es necesario. El uniforme me parece bien –
- Pero a mi no. Así que a las 3:00 p.m. nos vamos de compras –
- Pero es que me da mucha pena contigo, ya me has ayudado mucho mi ángel, para mi es suficiente –
- Para mi no lo es. Te veo en la tarde Tom, debo ir a clases –
- Esta bien Bill, hasta la tarde –
El pelinegro se alejo ante la mirada del de rastas que lo siguió hasta que lo perdió de vista. Dando un fuerte suspiro exclamo:
- Hay Bill eres cruelmente encantador. No tienes ni idea de las ganas que me dieron al tenerte cerca de robarte un beso. Me gustas Bill, me gustas mucho. Pero tú jamás te fijarías en un pobretón como yo. Eres un imposible para mí –
A lo largo de todas las horas de clases Bill no logro concentrarse ni un solo momento, no pudo sacar de su mente el instante en que quedo cara a cara con Tom y sintió su respiración.
- Tom que me pasa contigo, porque me siento tan vulnerable cuando te tengo cerca, he tenido tantos novios guapísimos de excelente posición social y nunca me hicieron sentir nervioso como tu me hiciste sentir hoy. No tienes dinero y mucho menos educación pero tienes un atractivo que va mas allá de lo físico, tienes algo que me fascina. Eres un bello diamante en bruto. Me gustas mucho Tom, aunque se me haga difícil de admitir debo aceptar que me encantas – Pensaba el pelinegro mientras mordía su lápiz.
- Bill –
- Que pasa – Respondió viendo a Andreas.
- Que tienes Bill, estas como distraído. En que piensas tanto –
- En cosas de la casa, tú sabes problemas con los empleados, cuentas que pagar –
- Deja eso para después, no dejes que te desconcentren de las clases –
- Tienes razón, pero compréndeme es difícil hacerme cargo de todo –
- Te comprendo amor, que te parece si para distraerte de tanta presión te invito a mi casa, pedimos algo de comer, vemos alguna película, la que tu quieras y así pasamos un buen rato juntos –
- Me parece buena la idea Andreas pero no puedo. Tengo asuntos importantes que atender. Tom ya debe de estarme esperando, debo irme –
- Por favor Bill no te niegues, déjame disfrutar de tu hermosa compañía. Acepta mi invitación –
- Ya te dije que no puedo –
- Entonces ve a quedarte conmigo en la noche, mis padres están de viaje y los empleados no se entrometen en nada de lo que yo hago así que no hay problema en que te quedes conmigo. Bill por favor, acepta –
- Andreas no –
- Mi amor por favor, no me rechaces –
- Hay esta bien. Llego a las 8:00 p.m. a tu casa –
- No me arriesgare a que me canceles. Iré yo a traerte. A las 7:00 p.m. llegare por ti –
- Ok a las 7:00 p.m. entonces bye –
- Bill –
- Que –
- No me vas a dar un beso de despedida –
- Ah si disculpa – Se acerco al rubio y le dio un simple beso en la frente.
- Te amo Bill –
- Lo sé Andreas. Nos vemos en la noche, adiós –
- Adiós mi amor –
Andreas se quedo en el aula terminando de copiar lo que estaba escrito en la pizarra, triste ante la frialdad de Bill, éste en cambio iba feliz porque vería a Tom. Vio hacia el estacionamiento y ahí estaba ya el de rastas esperando por él.
- Que puntual Tom, eso me gusta –
- No me perdonaría nunca si te hiciera esperar mi ángel –
- Bueno vamos al centro comercial, tenemos mucho que comprar –
El pelinegro explico al de rastas como llegar al centro comercial y en pocos minutos llegaron. Camisetas, jeans, tennis, bandanas y gorras de diferentes estilos y colores del gusto del de rastas fueron comprados por Bill quien disfruto ayudándole a escoger todo.
- Gracias por todo lo que haces por mi Bill, siempre te estaré agradecido – Expreso el de rastas mientras conduce de regreso a casa.
- No es nada Tom, te gusta todo lo que llevas –
- Me gusta mucho, todo esta muy bonito, gracias por comprarme todas esas cosas –
- Te veras muy bien Tom –
- Tú crees –
- Estoy seguro –
En todo el camino el de rastas disimuladamente no dejo de admirar por medio del espejo al bello pelinegro.
- Llegamos mi ángel – Agrego Tom abriéndole la puerta al pelinegro.
- Gracias Tom, que caballeroso eres –
- No agradezcas nada mi ángel, es un placer servirte –
- Arreglas muy bien todas las cosas en tu closet Tom –
- Si mi ángel eso haré –
El pelinegro se fue a su habitación y el de rastas se dedico a ordenar todas sus nuevas cosas. Paso toda la tarde y parte de la noche en eso, luego salio a limpiar el coche para dejarlo listo para en la mañana, cuando llego Andreas en su lujoso auto deportivo.
- Buenas noches rastudo –
- Buenas noches joven y disculpe que se lo diga pero mi nombre no es rastudo sino Tom –
- Oh si Tom, es que lo había olvidado –
Bill vio por la ventana a Andreas platicando con Tom y pensó en que podría estarlo ofendiendo así que bajo inmediatamente.
- Pasa algo Tom – Pregunto serio el pelinegro.
- No Bill, todo esta bien, el joven y yo solo platicábamos –
- Nos vamos mi amor –
- Si Andreas –
- Sube cariño – Dijo el rubio abriéndole la puerta de su auto a Bill.
- No me iré contigo, me llevara Tom –
- Pero porque –
- Para que mañana temprano me vaya a traer –
- Lleva ropa mi amor, así salimos de mi casa para la universidad –
- Mañana no iré a la universidad Andreas, tengo cosas importantes que hacer –
- Esta bien amor. Tom sígueme –
- Si joven –
El de rastas abrió la puerta caballerosamente a Bill quien agradeció con una bella sonrisa. Luego comenzó a seguir el auto de Andreas a la vez que pregunto:
- Te quedaras con él en su casa –
- Porque la pregunta Tom –
- Es queee… quiero saber si te esperare –
- Acaso no escuchaste cuando le dije a Andreas que me vendrías a traer temprano mañana –
- Si lo escuche, entonces si te quedaras con él –
- Si Tom porque, te importa –
- No, solo que no recordaba que vendría a traerte mañana. Es aquí –
- Si Tom, esta es la casa de Andreas –
El de rastas quedo admirado de ver la enorme casa del rubio.
- Es bonita verdad –
- Si Bill muy bonita, tanto como la tuya –
- Entramos mi amor –
- Si Andreas. Te espero a las 8:00 a.m. Tom –
- Hasta mañana Bill, pasen buena noche –
- Gracias Tom, así será – Respondió irónicamente Andreas.
Un gran dolor invadió el pecho de Tom cuando la puerta de la casa de Andreas se cerró, Bill le estaba interesando más de lo que imaginaba. Le duele pensar que su ángel pasara la noche en los brazos de otro, cuando el muere por tenerlo entre los suyos. Sintiéndose el ser mas desdichado del universo exclamo mientras una fría brisa acariciaba su rostro:
- Bill si supieras que me he enamorado de ti. Seria el hombre más feliz del mundo si me correspondieras, pero eso nunca va a pasar. Jamás te fijarías en alguien como yo, viviré con este amor dentro de mi, soñando con que algún día pudieras enamorarte de mi aunque se que eso nunca sucederá –
El de rastas subió a la limosina y regreso a la casa con el corazón destrozado sin siquiera imaginar que Bill también estaba sintiendo lo mismo. Esta con Andreas pero su corazón con su caballeroso chofer, ese humilde chico que con su sencillez ha logrado captar su atención pero sobre todo ganar su corazón. Sin darse cuenta el pelinegro se esta enamorando de él.