El de rastas corre fuera de si hacia el patio trasero, esta vez Bill no se escaparía y tendría que decirle toda la verdad. Abre la puerta trasera de una patada y camina furioso hacia Bill se para frente a él y le pone el paquete casi sobre su cara, el pelinegro se sorprende y se echa para atrás, de inmediato comprendió que algo andaba mal al ver la expresión enfadada de Tom -¿qué... es eso? -preguntó notoriamente asustado.
-Eso mismo me pregunto yo...pero creo que tu sabes de que se trata no?-
-No te entiendo Tomy...-dice con miedo, retrocediendo un paso mientras Tom avanzaba otro.
El de rastas abre el paquete y saca la rosa y la tarjeta del interior, con rabia y pena desmedida se las lanza al pelinegro -¡¿quién mierda te ha mandado esto Bill?!-
El pelinegro sabe que ya no puede seguir escondiendo la verdad, y el miedo se apodera de cada uno de sus sentidos y lo bloquea, no le permite hablar, y esto desespera aun más a Tom, quien comienza a imaginar un sin número de situaciones en las que Bill podría estar envuelto -¡dime de una vez¡...¡se que algo me escondes maldita sea! -le grita sacudiéndolo por los hombros.
-¡No se quien los manda!... ¡nunca dice de quien son!-grita llorando el pelinegro soltándose de Tom.
El de rastas se queda en silencio, ¿acaso Bill ha hablado en plural?...habían más obsequios, entonces, un recuerdo llega a su cabeza, recuerda que una mañana él había despertado por unos ruidos y había observado a Bill mientras guardada algo en el armario, y que cuando le habló de repente, él se había asustado, claramente Bill le estuvo ocultando esto por mucho tiempo, se hizo camino haciendo a Bill a un lado y subió a su alcoba corriendo y pidiendo estar equivocado, Bill corre tras él con dificultad y llega arriba viendo como sacaba y tiraba toda su ropa , al vaciar casi todos lo cajones llega al último y para agravar más su desconfianza lo encuentra con llave -quiero la llave- ordena mirando al pelinegro seriamente.
-Tom...escúchame...-
-¡¡Ahora!!- le grita interrumpiéndolo.
Bill se da por vencido, busca la llave y se la da a Tom, solo esperaba que su novio fuera capaz de escuchar y comprender todo lo que tenía que explicar, porque después de todo él no había hecho nada malo, cuando Tom abre el cajón solo encuentra un bolso, lo saca y lo vacía sobre la cama, impresionado mira las cosas que había dentro de ese viejo bolso, una cajita con un anillo y una gargantilla los obsequios tan caros indicaban claramente que Bill lo engañaba, pues para él no había otra explicación, voltea su mirada hacia el pelinegro y se acerca lentamente hacia él - no escucharé ninguna de tus explicaciones, por que de seguro serán mentiras... como nuestra relación- dice tristemente.
-Tomy, lo nuestro es real...no digas eso, yo jamás te mentiría...- dice tomando las manos de Tom.
-¡No me toques!- grita soltándose -¿que me dirás?... ¿que tienes algún admirador secreto?-
-Te juro que no tengo idea de quien me manda esas cosas, yo estaba muy asustado y tu estabas en época de exámenes...no quería preocuparte, creí que no volvería a pasar-
-Pero pasó, más obsequios te mandó y no me lo dijiste... ¿sabes por qué?, por que no sabrías que decirme...-
-¡No tengo nada que ocultar!- grita el pelinegro llorando más alto.
-¡Pues no te creo nada!... ¡es más, ahora dudo que ese bebé sea mío!-
Bill no soporta ese horrible cometario de Tom y le da una estruendosa cachetada que le deja un ardor desesperante- no voy a permitir que me hables así- le amenaza.
-¿Y qué quieres que piense?-.
-¡No quiero que pienses nada, solo créeme!-
-¡No puedo!... ¡no confío en ti!, ¡entiéndeme!-
-¡No puedes decir eso, yo nunca te he dado razones para que desconfíes de mí!-
-¡Tú viste mucho tiempo libre mientras yo trabajaba, podías hacer lo que se te antojara!-
-¡Vete a la mierda Tom!-
-Si...-dice ya sin gritar -me voy, pero a otra parte, lejos de ti-
Bill se queda en silencio, no puede creer que Tom lo vaya a dejar solo, ni que no le crea, pero sabe que fue su culpa, por no decirle la verdad cuando debió, le dolía que Tom pensara que le había sido infiel pero, que dijera que dudaba de su paternidad, le hacía desilusionarse por completo, aun así, no quería que se fuera, intentó acercarse y tomar su mano para arreglar o por lo menos alivianar el peso de la discusión, pero Tom no quería nada con Bill, se alejó y buscó un poco de ropa que guardó luego en una mochila, la cerró y se dispuso a bajar haciendo a un lado al pelinegro, pero este le toma de un brazo y le suplica para que se quede junto a él.
-Lo siento, tengo que pensar algunas cosas- le dice el de rastas soltándose.
-No me dejes...te necesito aquí, nuestro hijo te necesita-
-Te voy a pedir que no metas a ese bebé inocente en esto, me voy y no hay nada que puedas hacer para remediarlo-
-Pero Tom...-intenta llorando.
-Necesito estar solo para pensar bien las cosas-
El pelinegro, sin dejar de llorar, asiente con la cabeza, lo ama pero no le volverá a pedir que se quede -si es lo que quieres hacer, yo no te detendré...pero quiero que sepas que te amo y que aceptaré cualquier decisión que tomes, aun que eso signifique que debamos separarnos-
-Bill yo...-
-No Tom, acepto que esto ha pasado por mi culpa, no debí esconderte lo que sucedía-
El de rastas solo agachó la cabeza, se colgó su mochila al hombro y salió de la casa, sin siquiera mirar atrás, sin mirar al chico que le veía marchar con los ojos llenos de lágrimas y sin saber que le estaba dejando el camino libre al acosador que podría destruir sus vidas.
Tres semanas después...
Bill ha cumplido cinco meses de embarazo, y aun sigue sin Tom a su lado, hablan constantemente por teléfono y de vez en cuando después de las clases lo va a ver a la casa y lo ayuda con los quehaceres, pero nunca tocaban el tema de si volvería a casa o no, Bill no preguntaba por que tenía miedo de que la respuesta fuera no, y Tom no hablaba nada al respecto por que veía al pelinegro muy tranquilo y despreocupado, ignorando que por dentro se moría por volver a sentir sus besos y compartir la cama que desde que se había ido estaba fría.
Cada vez que Tom se iba, solo le besaba la mejilla a Bill, algo que le aseguraba al acosador que había conseguido lo que tanto buscaba, tener el camino libre, cada día desde la primera vez que siguió a Bill, pagaba a un chico para que le dejara los obsequios procurando que nadie se diera cuenta y como ese era uno de los barrios más tranquilos tenía todo a su favor, ya que los vecinos se mantenían encerrados en sus casas la mayoría del tiempo y solo salían a regar el jardín o a sus trabajos, con toda esta ventaja, nunca hubieron testigos y aunque los hubiera habido, nadie habría sospechado.
-Mañana me retiraré antes de clases, para acompañarte a la cita- le sonríe levemente Tom.
-Es a las 2 de la tarde, no te retrases por favor-
-No lo haré, no te preocupes...bueno me voy, hasta mañana- se despide con un beso suave en la mejilla.
-Hasta mañana Tomy- se despide Bill, cerrando sus ojos al momento que recibe el calido beso de su amado.
Tom sube a su camioneta y arranca sin dejar de mirar a Bill, quien parado en marco de la puerta le sonríe hasta verlo desaparecer, inconscientes ambos del peligro que tan solo unos metros más allá le acechaba al pelinegro.
Quince minutos después, y ya seguro de que el de rastas no volvería, el acosador conduce sigilosamente su auto y lo estaciona frente a la casa, se baja y camina seguro, se para frente a la puerta, toca el timbre y espera. Sonríe cuando ve que la puerta se abre
Y entre ella se asoma el bello chico que ha deseado recuperar por tanto tiempo, sin dejar de sonreír, mira la expresión de asombro y miedo que refleja el rostro de Bill y antes de que el pelinegro cierre la puerta la detiene con un pie dándose paso a dentro de la casa.
-Al fin puedo admirar el hermoso rostro que tanto extrañé- le dice acariciando su mejilla.
-Peter... ¿qué haces aquí?...- pregunta envuelto por el miedo.
-He venido a buscarte, para rehacer nuestras vidas juntos mi amor... ¿te gustaron mis obsequios?- le dice con una sonrisa que asusta.
-Tu los mandabas...era obvio, como pude ser tan tonto...
-¿Qué?... ¿no te gustaron?- le sonrió inocentemente.
Dándose cuenta de que a Peter le cabeza no le andaba bien, Bill trata de no molestarlo y le habla calmadamente, tratando de ocultar el miedo que le invadía - necesito ir al baño, vuelvo enseguida- dice mientras sube las escaleras.
Cuando entra al baño pone el seguro y se sienta para llamar a Tom desde su celular, pero Peter le había seguido y estaba esperándolo afuera, Bill marca y ruega para que Tom conteste pero nada -¡Bill ¡...¿ por qué te tardas tanto?, ya deberíamos empacar tus cosas para irnos- le dice el rubio.
-S, si...ya salgo es que...-
-Si, lo se...el bebé te hace ir al baño muy seguido, lo se por que he estado leyendo libros de paternidad...me servirán de mucho cuando nuestro hijo nazca-
Bill escuchaba y seguía marcando el maldito número de Tom, no comprendía por que no contestaba, se preguntaba qué lo tendría tan ocupado como para no contestar, la desesperación le hace llorar sin poder contenerse, tratando de no dejar salir los sollozos.
Cuando se rinde y deja el celular, este suena de vuelta y le hace saltar del susto, y afuera Peter ya no era el mismo hombre paciente que esperaba feliz a que Bill saliera, al escuchar el celular se llevó las manos al rostro y lo masajeo desfigurándolo por momentos, sin medir su fuerza pateó la puerta abriéndola a la segunda patada, entró y encontró a Bill arrinconado en una esquina con las manos en su vientre, esperando a lo que él creía sería su fin.
-Eso mismo me pregunto yo...pero creo que tu sabes de que se trata no?-
-No te entiendo Tomy...-dice con miedo, retrocediendo un paso mientras Tom avanzaba otro.
El de rastas abre el paquete y saca la rosa y la tarjeta del interior, con rabia y pena desmedida se las lanza al pelinegro -¡¿quién mierda te ha mandado esto Bill?!-
El pelinegro sabe que ya no puede seguir escondiendo la verdad, y el miedo se apodera de cada uno de sus sentidos y lo bloquea, no le permite hablar, y esto desespera aun más a Tom, quien comienza a imaginar un sin número de situaciones en las que Bill podría estar envuelto -¡dime de una vez¡...¡se que algo me escondes maldita sea! -le grita sacudiéndolo por los hombros.
-¡No se quien los manda!... ¡nunca dice de quien son!-grita llorando el pelinegro soltándose de Tom.
El de rastas se queda en silencio, ¿acaso Bill ha hablado en plural?...habían más obsequios, entonces, un recuerdo llega a su cabeza, recuerda que una mañana él había despertado por unos ruidos y había observado a Bill mientras guardada algo en el armario, y que cuando le habló de repente, él se había asustado, claramente Bill le estuvo ocultando esto por mucho tiempo, se hizo camino haciendo a Bill a un lado y subió a su alcoba corriendo y pidiendo estar equivocado, Bill corre tras él con dificultad y llega arriba viendo como sacaba y tiraba toda su ropa , al vaciar casi todos lo cajones llega al último y para agravar más su desconfianza lo encuentra con llave -quiero la llave- ordena mirando al pelinegro seriamente.
-Tom...escúchame...-
-¡¡Ahora!!- le grita interrumpiéndolo.
Bill se da por vencido, busca la llave y se la da a Tom, solo esperaba que su novio fuera capaz de escuchar y comprender todo lo que tenía que explicar, porque después de todo él no había hecho nada malo, cuando Tom abre el cajón solo encuentra un bolso, lo saca y lo vacía sobre la cama, impresionado mira las cosas que había dentro de ese viejo bolso, una cajita con un anillo y una gargantilla los obsequios tan caros indicaban claramente que Bill lo engañaba, pues para él no había otra explicación, voltea su mirada hacia el pelinegro y se acerca lentamente hacia él - no escucharé ninguna de tus explicaciones, por que de seguro serán mentiras... como nuestra relación- dice tristemente.
-Tomy, lo nuestro es real...no digas eso, yo jamás te mentiría...- dice tomando las manos de Tom.
-¡No me toques!- grita soltándose -¿que me dirás?... ¿que tienes algún admirador secreto?-
-Te juro que no tengo idea de quien me manda esas cosas, yo estaba muy asustado y tu estabas en época de exámenes...no quería preocuparte, creí que no volvería a pasar-
-Pero pasó, más obsequios te mandó y no me lo dijiste... ¿sabes por qué?, por que no sabrías que decirme...-
-¡No tengo nada que ocultar!- grita el pelinegro llorando más alto.
-¡Pues no te creo nada!... ¡es más, ahora dudo que ese bebé sea mío!-
Bill no soporta ese horrible cometario de Tom y le da una estruendosa cachetada que le deja un ardor desesperante- no voy a permitir que me hables así- le amenaza.
-¿Y qué quieres que piense?-.
-¡No quiero que pienses nada, solo créeme!-
-¡No puedo!... ¡no confío en ti!, ¡entiéndeme!-
-¡No puedes decir eso, yo nunca te he dado razones para que desconfíes de mí!-
-¡Tú viste mucho tiempo libre mientras yo trabajaba, podías hacer lo que se te antojara!-
-¡Vete a la mierda Tom!-
-Si...-dice ya sin gritar -me voy, pero a otra parte, lejos de ti-
Bill se queda en silencio, no puede creer que Tom lo vaya a dejar solo, ni que no le crea, pero sabe que fue su culpa, por no decirle la verdad cuando debió, le dolía que Tom pensara que le había sido infiel pero, que dijera que dudaba de su paternidad, le hacía desilusionarse por completo, aun así, no quería que se fuera, intentó acercarse y tomar su mano para arreglar o por lo menos alivianar el peso de la discusión, pero Tom no quería nada con Bill, se alejó y buscó un poco de ropa que guardó luego en una mochila, la cerró y se dispuso a bajar haciendo a un lado al pelinegro, pero este le toma de un brazo y le suplica para que se quede junto a él.
-Lo siento, tengo que pensar algunas cosas- le dice el de rastas soltándose.
-No me dejes...te necesito aquí, nuestro hijo te necesita-
-Te voy a pedir que no metas a ese bebé inocente en esto, me voy y no hay nada que puedas hacer para remediarlo-
-Pero Tom...-intenta llorando.
-Necesito estar solo para pensar bien las cosas-
El pelinegro, sin dejar de llorar, asiente con la cabeza, lo ama pero no le volverá a pedir que se quede -si es lo que quieres hacer, yo no te detendré...pero quiero que sepas que te amo y que aceptaré cualquier decisión que tomes, aun que eso signifique que debamos separarnos-
-Bill yo...-
-No Tom, acepto que esto ha pasado por mi culpa, no debí esconderte lo que sucedía-
El de rastas solo agachó la cabeza, se colgó su mochila al hombro y salió de la casa, sin siquiera mirar atrás, sin mirar al chico que le veía marchar con los ojos llenos de lágrimas y sin saber que le estaba dejando el camino libre al acosador que podría destruir sus vidas.
Tres semanas después...
Bill ha cumplido cinco meses de embarazo, y aun sigue sin Tom a su lado, hablan constantemente por teléfono y de vez en cuando después de las clases lo va a ver a la casa y lo ayuda con los quehaceres, pero nunca tocaban el tema de si volvería a casa o no, Bill no preguntaba por que tenía miedo de que la respuesta fuera no, y Tom no hablaba nada al respecto por que veía al pelinegro muy tranquilo y despreocupado, ignorando que por dentro se moría por volver a sentir sus besos y compartir la cama que desde que se había ido estaba fría.
Cada vez que Tom se iba, solo le besaba la mejilla a Bill, algo que le aseguraba al acosador que había conseguido lo que tanto buscaba, tener el camino libre, cada día desde la primera vez que siguió a Bill, pagaba a un chico para que le dejara los obsequios procurando que nadie se diera cuenta y como ese era uno de los barrios más tranquilos tenía todo a su favor, ya que los vecinos se mantenían encerrados en sus casas la mayoría del tiempo y solo salían a regar el jardín o a sus trabajos, con toda esta ventaja, nunca hubieron testigos y aunque los hubiera habido, nadie habría sospechado.
-Mañana me retiraré antes de clases, para acompañarte a la cita- le sonríe levemente Tom.
-Es a las 2 de la tarde, no te retrases por favor-
-No lo haré, no te preocupes...bueno me voy, hasta mañana- se despide con un beso suave en la mejilla.
-Hasta mañana Tomy- se despide Bill, cerrando sus ojos al momento que recibe el calido beso de su amado.
Tom sube a su camioneta y arranca sin dejar de mirar a Bill, quien parado en marco de la puerta le sonríe hasta verlo desaparecer, inconscientes ambos del peligro que tan solo unos metros más allá le acechaba al pelinegro.
Quince minutos después, y ya seguro de que el de rastas no volvería, el acosador conduce sigilosamente su auto y lo estaciona frente a la casa, se baja y camina seguro, se para frente a la puerta, toca el timbre y espera. Sonríe cuando ve que la puerta se abre
Y entre ella se asoma el bello chico que ha deseado recuperar por tanto tiempo, sin dejar de sonreír, mira la expresión de asombro y miedo que refleja el rostro de Bill y antes de que el pelinegro cierre la puerta la detiene con un pie dándose paso a dentro de la casa.
-Al fin puedo admirar el hermoso rostro que tanto extrañé- le dice acariciando su mejilla.
-Peter... ¿qué haces aquí?...- pregunta envuelto por el miedo.
-He venido a buscarte, para rehacer nuestras vidas juntos mi amor... ¿te gustaron mis obsequios?- le dice con una sonrisa que asusta.
-Tu los mandabas...era obvio, como pude ser tan tonto...
-¿Qué?... ¿no te gustaron?- le sonrió inocentemente.
Dándose cuenta de que a Peter le cabeza no le andaba bien, Bill trata de no molestarlo y le habla calmadamente, tratando de ocultar el miedo que le invadía - necesito ir al baño, vuelvo enseguida- dice mientras sube las escaleras.
Cuando entra al baño pone el seguro y se sienta para llamar a Tom desde su celular, pero Peter le había seguido y estaba esperándolo afuera, Bill marca y ruega para que Tom conteste pero nada -¡Bill ¡...¿ por qué te tardas tanto?, ya deberíamos empacar tus cosas para irnos- le dice el rubio.
-S, si...ya salgo es que...-
-Si, lo se...el bebé te hace ir al baño muy seguido, lo se por que he estado leyendo libros de paternidad...me servirán de mucho cuando nuestro hijo nazca-
Bill escuchaba y seguía marcando el maldito número de Tom, no comprendía por que no contestaba, se preguntaba qué lo tendría tan ocupado como para no contestar, la desesperación le hace llorar sin poder contenerse, tratando de no dejar salir los sollozos.
Cuando se rinde y deja el celular, este suena de vuelta y le hace saltar del susto, y afuera Peter ya no era el mismo hombre paciente que esperaba feliz a que Bill saliera, al escuchar el celular se llevó las manos al rostro y lo masajeo desfigurándolo por momentos, sin medir su fuerza pateó la puerta abriéndola a la segunda patada, entró y encontró a Bill arrinconado en una esquina con las manos en su vientre, esperando a lo que él creía sería su fin.