Llego corriendo a casa, no le importaba nada mas en ese momento que llegar rápido y poder evitar que su padre le maltratara de nuevo, subió corriendo las escaleras que daban hasta la puerta de su habitación, entro y cerro la puerta de golpe, poniéndole el seguro de paso, su corazón aun latía desesperado por aquella carrera que había emprendido sin ver atrás, sabia que el joven de trenzas lo estaba siguiendo así que por eso no se detuvo, no quería que viera las cosas que pasaban en su casa, no quería que el viera como lo maltrataban ahi... no quería que el también terminara burlándose de el... no...
Camino lento mientras aventaba su morral en un rincón de la habitación, camino pesadamente, arrastrando sus pies hasta la cama donde se desplomo, aun llevaba la cazadora de aquel joven, se le había olvidado devolvérsela... ya seria mañana...
Se quedo pensando en lo que Tom le había dicho en la escuela, el podía ayudarlo pero el se lo negó... no quería que su padre le hiciera algo malo, aunque... ¿quien era el para que el se preocupara?, comenzó a sentir sueño, así que dejo que sus parpados se volvieran mas pesados a cada minuto, relajándose y dejándose llevar, el sueño lo venció, quedándose con una hermosa expresión de paz.
Por otro lado en una gran mansión, Tom se paseaba de un lado a otro, estaba impaciente, tenia esa sensación de preocupación, y no saber del pelinegro lo estaba matando, tenia que saber si estaba bien solo bien, y ya dejaría eso de lado, pero no podía, simplemente no paraba de pensar en el, su madre al verlo tan impaciente le pregunto
-¿que pasa amor estas bien? – dijo preocupada
- no mama, estoy muy preocupado acerca de un asunto que tengo que resolver con un compañero – dijo mientras se sentaba en uno de los sofás de color blanco.
- mmm... si es tan importante ¿por que no le llamas por teléfono?
Se quedo pensativo unos momentos, esa era la respuesta, llamarle por teléfono, pero daba la curiosa situación de que el no lo tenia por ninguna parte, solo quedaba la esperanza de que alguno de sus amigos lo tuviera, ya que habían hecho una agenda ese mismo día que el entro recién a clase, así que esperanzado corrió hacia su habitación y saco su agenda y busco el numero de Georg.
Bajo volando las escaleras, hasta llegar al teléfono, lo descolgó y marco el número, esperó a que contestaran del otro lado de la línea.
- ¿hallo? – contesto una voz agitada por el otro lado del teléfono
- ¿Georg?- pregunto no muy seguro - ¿Qué estas haciendo?
- aquí con mi conejito compartiendo ¿y tu? – contesto un poco mas tranquilo
- pues parece que están compartiendo otra cosa jajaja- rio el trenzadito
- mmm pues si… - dijo el castaño por teléfono – ¿y a que se debe tu hermosa llamada? jajaja – rio el castaño
- jajaja… muy gracioso, llamo para saber si tu tienes el numero de el chico nuevo – pregunto mas serio y mas interesado, manteniendo la esperanza de que su mejor amigo lo tuviera
- No… lo siento amigo, no se quiso anotar en mi agenda
- ah… que decepción… ¿no lo tiene tu novio?- preguntó con esperanza
- ¿Andy?... no lo creo… deja le pregunto
- ok
El joven de trenzas se quedo en el teléfono esperando hasta que de nuevo respondió el castaño
- no… dice que no lo tiene
- bueno gracias – contesta el joven un poco triste
- por nada… lo siento Tom
El trenzadito colgó el teléfono y se froto el rostro con una de sus manos en señal de frustración y desesperación, ¿ahora como conseguiría el maldito numero?, no pudo estar tranquilo en toda la noche, las ansias lo estaban matando, se volvió a sentar en el sofá para meditar bien las cosas.
Por otro lado un joven pelinegro seguía durmiendo tranquila y pacíficamente, hasta que un fuerte sonido lo despertó, el sonido de su puerta siendo tocada con brutalidad, con tal fuerza que parecía querer caer, no muy seguro, cuestiono para ver de quien se trataba
- quien…. – dijo nervioso y aterrorizado, sabiendo que quizá se trataba de su padre
- abre maldita marica – se escucho un fuerte grito desde afuera
el joven se sobresalto y se encogió sobre si mismo, la voz de su padre se escuchaba como si hubiera tomado y eso le daba mucho miedo, no quería abrirle la puerta, no sabia lo que era capaz de hacer en ese estado, se quedo en esa posición sin saber cuanto tiempo cuando la puerta se abrió violentamente, dejando ver en el marco de esta, a un hombre algo desarreglado, con sus cabellos desordenados y con una botella en la mano, lo sabia, el sabia que su padre estaba tomando, porque esa voz no le daba buena espina, ahora tenia mas miedo que antes, no estaba seguro de que podría pasar en ese mismo instante.
Aquel hombre se acercó muy lentamente bajo la mirada aterrada de el joven, se acerco hasta el inicio de su cama, el morenito estaba pegado a la pared, temblando y sudando frio, tenia mucho miedo, no podía salir de ese trance, lo único que se le ocurría era levantarse y salir corriendo, pero su cuerpo no obedecía a su cerebro que pedía agritos que lo hiciera, una parte de el decía que no podía enfrentarse a el… solo.
El hombre lo tomo de la muñeca y lo atrajo violentamente, ocasionando que el joven se cayera al suelo y se golpeara muy fuerte, abriéndose de nueva cuenta aquellas heridas que estaban por cicatrizarse… lo levanto de su cabello para robarle un beso de esos rosados labios, el joven comenzó a resistirse, pero aquel hombre era mas fuerte que el, no sabia como hacer para que lo dejara en paz, aquel contacto finalizo, y el lo miro.
- eres como tu madre… no saben defenderse de nada… - dijo con la respiración un poco agitada
El joven sintió nauseas, nauseas al sentir aquella boca rasposa sobre la suya, al sentir aquel asqueroso aliento chocar con su fina nariz, sus cabellos le dolían demasiado, lo estaba halando muy fuerte, opuso mucha resistencia por su parte no logrando ningún resultado, solo lastimarse mas su precioso cuero cabelludo si se podía. Su padre no tomo mucha importancia a esa resistencia y volvió a besar sus finos labios, desgarrándolos, lastimándolos, haciendo sentir a aquel joven un dolor tan punzante e intenso y Bill pudo sentir como un hilo de sangre corría por su comisura.
Lo tomo de el brazo, fuertemente, dejando así de halar su cabello, lo llevo hasta el baño y lo lanzo a la bañera violentamente, escuchando un sonido muy fuerte provenir de esta y un quejido de dolor, se acerco rápidamente a esta, para tratar de desnudarlo.
- si cooperas, no te lastimare – le dijo
- ¡¡No quiero hacerlo!! – Le grito el pelinegro - ¡¡aléjate de mi!!
- vamos no seas así - comenzó a quitarle la cazadora y la lanzo en algún lugar de la habitación.
- ¡¡¡dije que no!!! – se quito violentamente aquellas manos de su cuerpecito, obteniendo como resultado una fuerte cachetada que le dejo la mejilla roja, sentía arder su piel blanquecina.
Comenzó a desnudarlo violentamente, rasgando y rompiendo su camiseta que hasta ahora llevaba completa, dejándole varios rasguños en su pecho. Sintió como le mordía el cuello, no pudo evitar dar un pequeño grito ahogado, eso le dolía y mucho. Trato de resistirse pero no podía lograr quitárselo de encima, lo empujo fuertemente, y salió corriendo del baño pero en su carrera hacia la puerta alguien lo tomo del tobillo y lo tumbó golpeándose de nuevo en su rostro y lo halaron hacia dentro, raspando su suave y tersa piel con el frio y rasposo concreto.
- Tú no vas a ninguna parte marica – dijo mientras lo tomaba de los cabellos y lo metía de nuevo a la bañera.
- ¡¡¡¡¡¡No No No!!!!!! – repetía a gritos el pelinegro al sentir como era halado nuevamente y arrastrado a la bañera su suave rostro aun sangraba por todas aquellas heridas.
Bill no lo sabia pero todo aquello estaba haciendo que creciera la excitación de aquel tipo que lo tenía en ese cuarto.Bajo la atenta mirada del pelinegro aquel sujeto puso el tapón a la bañera, su respiración era entrecortada, debido a la excitación de verlo tan sumiso y aterrado como un pequeño niño. Se levanto de su lado para buscar algo en el espejo, algo que no tardo en encontrar.
- No…. no… papa… por favor no me hagas nada… - suplico el pelinegro
- ¿crees que te voy a hacer caso alguno? – tomo una vela y se arrodillo a su lado, dejando el espejo abierto, donde se miraban todas los calmantes que el pelinegro escondía allí.
Aquel sujeto termino por dejarlo desnudo frente a el.
- tienes un cuerpo hermoso… ¿lo sabias? – dijo con una sonrisa asquerosa, retorcida y sádica mientras acariciaba su blanca y suave piel de nieve.
Bill no podía hacer nada, solamente tragarse sus lágrimas y tratar de mantener su dignidad, miraba con temor la vela, no sabia que tipo de planes eran los que tenia su padre en mente.
- es mas, te propongo un juego… - le dijo – tu quieres irte, pero yo quiero tocarte, dime… ¿que seria lo mas conveniente? – dijo con ese tono de voz que aun le recordaba que estaba un poco tomado, no al grado de perder la consciencia.
El pelinegro no dijo nada y aquel hombre aprovecho para encender la vela, todo bajo aquella atenta y temerosa mirada, después de un rato tomo la vela, la cual ya tenía un poco de cera derretida y mirando al joven con una sonrisa enferma comenzó a verter la cera caliente en su piel que se torno rojiza al instante.
Bill ahogo un grito de dolor, dolía y mucho estar así, después de eso, aquel hombre decidió que ya era hora de tomar lo que deseaba, así que le abrió las piernas al chico violentamente , escuchándolo quejarse, se coloco entre ellas, bajando sus pantalones, exponiendo el producto de la excitación que estaba sintiendo en aquel momento. El joven trataba de quitárselo de encima con sus manos y piernas pero este no se movía ningún centímetro. Lo único que quedaba era resignarse y dejarse hacer si quejarse de nada, ya que sabía que le iría peor.
Se introdujo fuertemente en el, sin darle el previo aviso y sin preparación alguna, Bill ahogo un grito de dolor y dirigió su vista hacia otro punto de la habitación, no había dejado de oponer resistencia en todo momento pero ahora dolía mucho como para hacer algo.
Lloraba silenciosamente, sentía como era empujado hacia arriba con cada salvaje embestida que su padre le daba, sentía desgarrarse y sangrar, su padre no dejaba de morder su cuello y rasguñarlo, dejándole marcas muy intensas, quiso hacer reaccionar al pelinegro tomando su miembro flácido y frio, masturbándolo violentamente. Aquellas caricias lejos de darle placer le daban nauseas y dolor intenso, solamente lo estaba lastimando aun más.
Sintió, después de unos minutos de sufrimiento intensos, que para el parecieron eternos como se derramaba en su interior con un ronco gemido, y si antes le ardía, ahora le quemaba sentir la escencia de el en su interior. Salió igual a como había entrado, observando satisfecho como de la antes virgen entrada de el pelinegro se escurría su asquerosa semilla mezclada con sangre, ambos respiraban agitados, el hombre se acomodo la ropa y tomó al pelinegro de su brazo levantándolo.
No conforme con lo que acababa de hacer, abrió la llave de la bañera de agua helada, espero a que se llenara y una ves listo, obligó al pelinegro que se hincara en el frio suelo, Bill sentía aquellas incomodas mariposas en el estómago y esas dolorosas punzadas en su entrada, de la cual no dejaba de escurrir la sangre, no había dejado de llorar en cada momento, ahora no sabia porque estaba allí y de esa forma o tal vez si.
Tomó la nuca del pelinegro y de un solo movimiento la hundió en el agua fría, el pelinegro comenzó a mover mucho sus brazos tratando de liberarse, dentro de la bañera, su rostro se mostraba desesperado, de vez en cuando tomaba a su padre de la camisa y cuando le faltaba el aire luchaba por salir. Su padre saco su cabeza del agua, el pelinegro respiraba agitado, y antes de que pudiera reponerse o tomar algo de aire su padre lo volvió a hundir, el pelinegro desesperado luchaba por respirar. No lo saco hasta que dejó de moverse, se quedo con la cabeza metida en el agua, el sujeto respiraba agitado después de haber arremetido contra el inocente joven que se había quedado inmóvil ya cansado de tanto pelear, después, sin decir nada y sin ayudarlo se fue de allí.
Tom ya cansado de estar impaciente en su casa, se va a su habitación, y se encerró en ella, pero no pudo obtener la calma que necesitaba. Se le cruzo una buena idea por su cabecita de niñito precioso, iría a la casa de Bill. Abrió la ventana y se bajo con mucho cuidado por una rama de el árbol, se bajó de el y corrió por el jardín hacia la salida, esperanzado trato de hacer memoria de donde se tomaba el camino que llevaba a la casa del pelinegro, después de meditar y ver hacia la dirección donde se encontraba un parque se encamino por allí.
No sabía pero sentía que algo andaba mal con Bill
Corrió hasta donde encontró el punto donde se había separado del pelinegro, cuando el había corrido para separarse y perderlo, llegó a un final de camino hasta seguir derecho… vio una casa blanca y despintada, se acerco y se guio por el nombre que estaba pintado en el buzón algo roto y despintado, muy descuidado, ahora solo faltaba saber cual era su habitación.
Caminó rodeando la construcción, donde pudo observar una escalera blanca que daba a una ventana, la cual tenia una enredadera seca y sin vida, se acerco y se aventuro a trepar por ella, dando a una ventana cuarteada y abierta, una habitación fría y obscura, se atrevió a entrar.
- ¿B…Bill? – llamo no muy seguro, pero nadie contestó.
Vio una puerta abierta, de la cual emanaba la tenue luz de una vela, no muy seguro y con un presentimiento de preocupación cada vez mas creciente en su pecho, comenzó a acercarse, con su mano temblorosa tomo el pomo y abrió quedándose helado al ver una frágil figura que tenia su cabeza dentro de una bañera y sus brazos colgando a cada lado, no tardo en darse cuenta que se trataba de Bill al ver unos mechones negros caer de su espalda, apresurado corrió hacia el y lo saco de el agua, lo recostó en el suelo con mucho cuidado y se quito la chaqueta presuroso y lo cubrió, toco su cuello y se dio cuenta de que no tenia pulso, se apresuro a darle rehabilitación pero el no respondía... comenzó a preocuparse y a sentir una enorme depresión, pero no dejo de intentarlo.
Ése ángel no podía dejarlo solo… tendría que ver el mañana con el, porque… ¿si habrá uno o no?
Camino lento mientras aventaba su morral en un rincón de la habitación, camino pesadamente, arrastrando sus pies hasta la cama donde se desplomo, aun llevaba la cazadora de aquel joven, se le había olvidado devolvérsela... ya seria mañana...
Se quedo pensando en lo que Tom le había dicho en la escuela, el podía ayudarlo pero el se lo negó... no quería que su padre le hiciera algo malo, aunque... ¿quien era el para que el se preocupara?, comenzó a sentir sueño, así que dejo que sus parpados se volvieran mas pesados a cada minuto, relajándose y dejándose llevar, el sueño lo venció, quedándose con una hermosa expresión de paz.
Por otro lado en una gran mansión, Tom se paseaba de un lado a otro, estaba impaciente, tenia esa sensación de preocupación, y no saber del pelinegro lo estaba matando, tenia que saber si estaba bien solo bien, y ya dejaría eso de lado, pero no podía, simplemente no paraba de pensar en el, su madre al verlo tan impaciente le pregunto
-¿que pasa amor estas bien? – dijo preocupada
- no mama, estoy muy preocupado acerca de un asunto que tengo que resolver con un compañero – dijo mientras se sentaba en uno de los sofás de color blanco.
- mmm... si es tan importante ¿por que no le llamas por teléfono?
Se quedo pensativo unos momentos, esa era la respuesta, llamarle por teléfono, pero daba la curiosa situación de que el no lo tenia por ninguna parte, solo quedaba la esperanza de que alguno de sus amigos lo tuviera, ya que habían hecho una agenda ese mismo día que el entro recién a clase, así que esperanzado corrió hacia su habitación y saco su agenda y busco el numero de Georg.
Bajo volando las escaleras, hasta llegar al teléfono, lo descolgó y marco el número, esperó a que contestaran del otro lado de la línea.
- ¿hallo? – contesto una voz agitada por el otro lado del teléfono
- ¿Georg?- pregunto no muy seguro - ¿Qué estas haciendo?
- aquí con mi conejito compartiendo ¿y tu? – contesto un poco mas tranquilo
- pues parece que están compartiendo otra cosa jajaja- rio el trenzadito
- mmm pues si… - dijo el castaño por teléfono – ¿y a que se debe tu hermosa llamada? jajaja – rio el castaño
- jajaja… muy gracioso, llamo para saber si tu tienes el numero de el chico nuevo – pregunto mas serio y mas interesado, manteniendo la esperanza de que su mejor amigo lo tuviera
- No… lo siento amigo, no se quiso anotar en mi agenda
- ah… que decepción… ¿no lo tiene tu novio?- preguntó con esperanza
- ¿Andy?... no lo creo… deja le pregunto
- ok
El joven de trenzas se quedo en el teléfono esperando hasta que de nuevo respondió el castaño
- no… dice que no lo tiene
- bueno gracias – contesta el joven un poco triste
- por nada… lo siento Tom
El trenzadito colgó el teléfono y se froto el rostro con una de sus manos en señal de frustración y desesperación, ¿ahora como conseguiría el maldito numero?, no pudo estar tranquilo en toda la noche, las ansias lo estaban matando, se volvió a sentar en el sofá para meditar bien las cosas.
Por otro lado un joven pelinegro seguía durmiendo tranquila y pacíficamente, hasta que un fuerte sonido lo despertó, el sonido de su puerta siendo tocada con brutalidad, con tal fuerza que parecía querer caer, no muy seguro, cuestiono para ver de quien se trataba
- quien…. – dijo nervioso y aterrorizado, sabiendo que quizá se trataba de su padre
- abre maldita marica – se escucho un fuerte grito desde afuera
el joven se sobresalto y se encogió sobre si mismo, la voz de su padre se escuchaba como si hubiera tomado y eso le daba mucho miedo, no quería abrirle la puerta, no sabia lo que era capaz de hacer en ese estado, se quedo en esa posición sin saber cuanto tiempo cuando la puerta se abrió violentamente, dejando ver en el marco de esta, a un hombre algo desarreglado, con sus cabellos desordenados y con una botella en la mano, lo sabia, el sabia que su padre estaba tomando, porque esa voz no le daba buena espina, ahora tenia mas miedo que antes, no estaba seguro de que podría pasar en ese mismo instante.
Aquel hombre se acercó muy lentamente bajo la mirada aterrada de el joven, se acerco hasta el inicio de su cama, el morenito estaba pegado a la pared, temblando y sudando frio, tenia mucho miedo, no podía salir de ese trance, lo único que se le ocurría era levantarse y salir corriendo, pero su cuerpo no obedecía a su cerebro que pedía agritos que lo hiciera, una parte de el decía que no podía enfrentarse a el… solo.
El hombre lo tomo de la muñeca y lo atrajo violentamente, ocasionando que el joven se cayera al suelo y se golpeara muy fuerte, abriéndose de nueva cuenta aquellas heridas que estaban por cicatrizarse… lo levanto de su cabello para robarle un beso de esos rosados labios, el joven comenzó a resistirse, pero aquel hombre era mas fuerte que el, no sabia como hacer para que lo dejara en paz, aquel contacto finalizo, y el lo miro.
- eres como tu madre… no saben defenderse de nada… - dijo con la respiración un poco agitada
El joven sintió nauseas, nauseas al sentir aquella boca rasposa sobre la suya, al sentir aquel asqueroso aliento chocar con su fina nariz, sus cabellos le dolían demasiado, lo estaba halando muy fuerte, opuso mucha resistencia por su parte no logrando ningún resultado, solo lastimarse mas su precioso cuero cabelludo si se podía. Su padre no tomo mucha importancia a esa resistencia y volvió a besar sus finos labios, desgarrándolos, lastimándolos, haciendo sentir a aquel joven un dolor tan punzante e intenso y Bill pudo sentir como un hilo de sangre corría por su comisura.
Lo tomo de el brazo, fuertemente, dejando así de halar su cabello, lo llevo hasta el baño y lo lanzo a la bañera violentamente, escuchando un sonido muy fuerte provenir de esta y un quejido de dolor, se acerco rápidamente a esta, para tratar de desnudarlo.
- si cooperas, no te lastimare – le dijo
- ¡¡No quiero hacerlo!! – Le grito el pelinegro - ¡¡aléjate de mi!!
- vamos no seas así - comenzó a quitarle la cazadora y la lanzo en algún lugar de la habitación.
- ¡¡¡dije que no!!! – se quito violentamente aquellas manos de su cuerpecito, obteniendo como resultado una fuerte cachetada que le dejo la mejilla roja, sentía arder su piel blanquecina.
Comenzó a desnudarlo violentamente, rasgando y rompiendo su camiseta que hasta ahora llevaba completa, dejándole varios rasguños en su pecho. Sintió como le mordía el cuello, no pudo evitar dar un pequeño grito ahogado, eso le dolía y mucho. Trato de resistirse pero no podía lograr quitárselo de encima, lo empujo fuertemente, y salió corriendo del baño pero en su carrera hacia la puerta alguien lo tomo del tobillo y lo tumbó golpeándose de nuevo en su rostro y lo halaron hacia dentro, raspando su suave y tersa piel con el frio y rasposo concreto.
- Tú no vas a ninguna parte marica – dijo mientras lo tomaba de los cabellos y lo metía de nuevo a la bañera.
- ¡¡¡¡¡¡No No No!!!!!! – repetía a gritos el pelinegro al sentir como era halado nuevamente y arrastrado a la bañera su suave rostro aun sangraba por todas aquellas heridas.
Bill no lo sabia pero todo aquello estaba haciendo que creciera la excitación de aquel tipo que lo tenía en ese cuarto.Bajo la atenta mirada del pelinegro aquel sujeto puso el tapón a la bañera, su respiración era entrecortada, debido a la excitación de verlo tan sumiso y aterrado como un pequeño niño. Se levanto de su lado para buscar algo en el espejo, algo que no tardo en encontrar.
- No…. no… papa… por favor no me hagas nada… - suplico el pelinegro
- ¿crees que te voy a hacer caso alguno? – tomo una vela y se arrodillo a su lado, dejando el espejo abierto, donde se miraban todas los calmantes que el pelinegro escondía allí.
Aquel sujeto termino por dejarlo desnudo frente a el.
- tienes un cuerpo hermoso… ¿lo sabias? – dijo con una sonrisa asquerosa, retorcida y sádica mientras acariciaba su blanca y suave piel de nieve.
Bill no podía hacer nada, solamente tragarse sus lágrimas y tratar de mantener su dignidad, miraba con temor la vela, no sabia que tipo de planes eran los que tenia su padre en mente.
- es mas, te propongo un juego… - le dijo – tu quieres irte, pero yo quiero tocarte, dime… ¿que seria lo mas conveniente? – dijo con ese tono de voz que aun le recordaba que estaba un poco tomado, no al grado de perder la consciencia.
El pelinegro no dijo nada y aquel hombre aprovecho para encender la vela, todo bajo aquella atenta y temerosa mirada, después de un rato tomo la vela, la cual ya tenía un poco de cera derretida y mirando al joven con una sonrisa enferma comenzó a verter la cera caliente en su piel que se torno rojiza al instante.
Bill ahogo un grito de dolor, dolía y mucho estar así, después de eso, aquel hombre decidió que ya era hora de tomar lo que deseaba, así que le abrió las piernas al chico violentamente , escuchándolo quejarse, se coloco entre ellas, bajando sus pantalones, exponiendo el producto de la excitación que estaba sintiendo en aquel momento. El joven trataba de quitárselo de encima con sus manos y piernas pero este no se movía ningún centímetro. Lo único que quedaba era resignarse y dejarse hacer si quejarse de nada, ya que sabía que le iría peor.
Se introdujo fuertemente en el, sin darle el previo aviso y sin preparación alguna, Bill ahogo un grito de dolor y dirigió su vista hacia otro punto de la habitación, no había dejado de oponer resistencia en todo momento pero ahora dolía mucho como para hacer algo.
Lloraba silenciosamente, sentía como era empujado hacia arriba con cada salvaje embestida que su padre le daba, sentía desgarrarse y sangrar, su padre no dejaba de morder su cuello y rasguñarlo, dejándole marcas muy intensas, quiso hacer reaccionar al pelinegro tomando su miembro flácido y frio, masturbándolo violentamente. Aquellas caricias lejos de darle placer le daban nauseas y dolor intenso, solamente lo estaba lastimando aun más.
Sintió, después de unos minutos de sufrimiento intensos, que para el parecieron eternos como se derramaba en su interior con un ronco gemido, y si antes le ardía, ahora le quemaba sentir la escencia de el en su interior. Salió igual a como había entrado, observando satisfecho como de la antes virgen entrada de el pelinegro se escurría su asquerosa semilla mezclada con sangre, ambos respiraban agitados, el hombre se acomodo la ropa y tomó al pelinegro de su brazo levantándolo.
No conforme con lo que acababa de hacer, abrió la llave de la bañera de agua helada, espero a que se llenara y una ves listo, obligó al pelinegro que se hincara en el frio suelo, Bill sentía aquellas incomodas mariposas en el estómago y esas dolorosas punzadas en su entrada, de la cual no dejaba de escurrir la sangre, no había dejado de llorar en cada momento, ahora no sabia porque estaba allí y de esa forma o tal vez si.
Tomó la nuca del pelinegro y de un solo movimiento la hundió en el agua fría, el pelinegro comenzó a mover mucho sus brazos tratando de liberarse, dentro de la bañera, su rostro se mostraba desesperado, de vez en cuando tomaba a su padre de la camisa y cuando le faltaba el aire luchaba por salir. Su padre saco su cabeza del agua, el pelinegro respiraba agitado, y antes de que pudiera reponerse o tomar algo de aire su padre lo volvió a hundir, el pelinegro desesperado luchaba por respirar. No lo saco hasta que dejó de moverse, se quedo con la cabeza metida en el agua, el sujeto respiraba agitado después de haber arremetido contra el inocente joven que se había quedado inmóvil ya cansado de tanto pelear, después, sin decir nada y sin ayudarlo se fue de allí.
Tom ya cansado de estar impaciente en su casa, se va a su habitación, y se encerró en ella, pero no pudo obtener la calma que necesitaba. Se le cruzo una buena idea por su cabecita de niñito precioso, iría a la casa de Bill. Abrió la ventana y se bajo con mucho cuidado por una rama de el árbol, se bajó de el y corrió por el jardín hacia la salida, esperanzado trato de hacer memoria de donde se tomaba el camino que llevaba a la casa del pelinegro, después de meditar y ver hacia la dirección donde se encontraba un parque se encamino por allí.
No sabía pero sentía que algo andaba mal con Bill
Corrió hasta donde encontró el punto donde se había separado del pelinegro, cuando el había corrido para separarse y perderlo, llegó a un final de camino hasta seguir derecho… vio una casa blanca y despintada, se acerco y se guio por el nombre que estaba pintado en el buzón algo roto y despintado, muy descuidado, ahora solo faltaba saber cual era su habitación.
Caminó rodeando la construcción, donde pudo observar una escalera blanca que daba a una ventana, la cual tenia una enredadera seca y sin vida, se acerco y se aventuro a trepar por ella, dando a una ventana cuarteada y abierta, una habitación fría y obscura, se atrevió a entrar.
- ¿B…Bill? – llamo no muy seguro, pero nadie contestó.
Vio una puerta abierta, de la cual emanaba la tenue luz de una vela, no muy seguro y con un presentimiento de preocupación cada vez mas creciente en su pecho, comenzó a acercarse, con su mano temblorosa tomo el pomo y abrió quedándose helado al ver una frágil figura que tenia su cabeza dentro de una bañera y sus brazos colgando a cada lado, no tardo en darse cuenta que se trataba de Bill al ver unos mechones negros caer de su espalda, apresurado corrió hacia el y lo saco de el agua, lo recostó en el suelo con mucho cuidado y se quito la chaqueta presuroso y lo cubrió, toco su cuello y se dio cuenta de que no tenia pulso, se apresuro a darle rehabilitación pero el no respondía... comenzó a preocuparse y a sentir una enorme depresión, pero no dejo de intentarlo.
Ése ángel no podía dejarlo solo… tendría que ver el mañana con el, porque… ¿si habrá uno o no?